Lo primero que quiero decir es que la pobreza no se inventó en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, no es él el culpable absoluto de dicho flagelo, pero sí es responsable total actual por no hacer nada, o nada de provecho, para detener el despunte de esta.
Y es que, tal parece que no hubiera poder humano que pueda contener la pobreza, al respecto, recientemente conmemoramos el 140 aniversario de la muerte del hombre que formuló la explicación científica sobre la cuestión, que entregó a los hombres una exposición detallada sobre la causa profunda de sus pesares como sociedad, de la misma manera que Prometeo entregó el fuego del conocimiento, nos referimos a Carlos Marx.
De acuerdo con el diagnóstico económico y social de 2018 a 2022 que presentó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), “persiste el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios, lo que se traduce en la pérdida del poder adquisitivo del ingreso de la población, afectando directamente el ejercicio de sus derechos sociales y los indicadores de la pobreza en México”, es decir, en palabras llanas, el aumento de los precios de la canasta básica aumenta directamente a los bolsillos de los más pobres, esos que la 4T dijo proteger bajo el manto de “primero los pobres”, esos a los que desde la mañanera se lanzan vítores, elogios, pero que en los hechos se les da la espalda como apestados.
Según el informe, el número de pobres pasó de 51.9 a 55.7 millones, y la pobreza extrema de 8.7 a 10.8 millones de mexicanos. Siete de cada 10 personas indígenas se encuentran en pobreza; 49.5% de los discapacitados son pobres. A 40% de los mexicanos no les alcanza para la canasta básica, mientras que en la zona rural la cifra ronda el 53%. Los cinco estados con el índice más alto de pobreza son gobernados por Morena: Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala.
En el otro extremo, los estados con menos pobreza son gobernados por la oposición, ejemplo: Nuevo León, Jalisco, Querétaro o Yucatán. Lo que evidencia que Morena no solo no sabe cómo contener la galopante pobreza, sino que, además, la acrecienta: desayuna con ella, la vanagloria y rinde tributo entregando no el corazón como ofrenda, sino el estómago vacío de los pobres.
En nuestra bella mitad de península, Baja California Sur, la situación es todavía escabrosa. Más de la mitad de la población es reconocida como pobre. Miles de guerrerenses, oaxaqueños, chiapanecos, sinaloenses, entre otros, han acogido aquí para habitar, alguno de sus familiares o conocidos les dijo que “aquí sí había trabajo”, y con esa ilusión llegaron al lugar donde se acaba la tierra, Los Cabos, o al “Puerto de Ilusión”, La Paz, principalmente. Pero, una vez estando aquí, les ha ocurrido como Mediz Bolio cuenta en Manelic: Bajó de los picachos a la llanura un día; allá dejó el rebaño, la choza, la jauría, los agrios vericuetos, las claras soledades dominio de las águilas y de las tempestades (…) Y ahí, en la tierra baja, en la tierra del amo (…) El amo era el único dueño de todo: de la tierra, del amor, de la vida… Él era solo un siervo, la bestia encarnecida, una cosa… un pedazo de carne esclavizada, sin derechos, sin honra, sin amor y sin nada. Es decir, ya estando aquí, continua sufriendo los estragos de la pobreza, a la que se le suma una desgracia más, las mentiras de sus gobernados.
Morena prometió en la entidad acabar con la pobreza y desigualdad, pero, desde hace más de año y medio que gobiernan la entidad y esa rimbombante promesa aún no se materializa, aún no se cumple, por lo contrario, se agudiza. Hoy, hay más pobres que hace año y medio y los que ya eran pobres han acrecentado su pobreza. Cientos de paceños y cabeños viven en el más completo olvido, eso sí, son utilizados cada que hay elecciones, prometiéndoles vivienda, salud, educación, obra pública, pero, ni los del pasado, ni los del presente les han cumplido. La gente pobre vive y muere rentando; pasa gran parte de su vida enferma; sufriendo los estragos por no haber estudiado, mejor habría que decir, por no tener oportunidades verdaderas de estudio; y sufre habitando verdaderas pocilgas, sin agua, ni luz, ni drenaje ni nada, un verdadero muladar, que se vuelve un infierno en tiempos de calor. Ya basta.
El trato con el profesor Isidro Ibarra no es malo, quizá es muy bueno en las buenas costumbres. Pero, en la solución no. Simplemente existen peticiones que, por su naturaleza, demandan solución por parte titular alguno de la dependencia; y ante ellas, el subsecretario francamente se ha visto rebasado, incluso en las más modestas.
Por eso, se vuelve necesario que intervenga el secretario general de Gobierno, mismo que recibió nuestras peticiones desde hace año y medio y que, hasta donde sabemos tiene el compromiso de cumplir, si no es así, también que nos lo haga saber. Pero, volveremos este miércoles 22 de marzo en manifestación simultánea tanto en Los Cabos como en La Paz, en el Palacio de gobierno, ¿qué pedimos? Que Homero Davis Castro intervenga y solucione las demandas del pueblo humilde y organizado. Ahí nos vemos, compañeros.
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