A diez y seis años de distancia, y frente al cansancio momentáneo que casi en todas partes se manifiesta al cabo de varios años de lucha como dijera el gran pensador alemán, Federico Engels,es oportuno recordar a los hombres y mujeres que perdieron la vida en defensa del gobierno del pueblo que tomaría posesión en el emblemático municipio de Chimalhuacán, el 18 de agosto del año 2000.
A través de esta modesta publicación les rendimos homenaje a todos y cada uno de ellos y les decimos: camaradas, estamos cumpliendo, gracias a su sacrificio por defender al gobierno del pueblo, Chimalhuacán tiene el mejor gobierno de su historia porque es del pueblo y para el pueblo.
Siempre estarán en la mente de los antorchistas, porque dieron lo más preciado que tiene el ser humano, que es la vida, para que los chimalhuacanos vivieran mejor y para que ahora un gobierno del pueblo sea ejemplo de desarrollo y combatividad en todo México.
¡Salud, camaradas!
JOSé GUADALUPE MARTíNEZ GARCíA, "LUPILLO"
Se adhirió a las filas del Movimiento Antorchista en su tierra natal, Maravatío, Michoacán, porque su condición humilde, de gente del pueblo, lo hizo coincidir con la organización de los pobres de México.
Lupillo, estudió en la escuela primaria Nicolás Bravo; la secundaria 18 de marzo y formó parte de la primera generación del Colegio de Bachilleres No.30 de Maravatío (1988-91).Su maestra, la bióloga Mercedes Montes, recuerda que "fue hijo de gente muy humilde, pues, para sostener a sus hijos, su madre lavaba ajeno, limpiaba casas o vendía dulces porque su esposo la abandonó".
Se adhirió al antorchismo en el año de 1992, en la colonia Victoria; ahí vivía con su madre, pero como la colonia no tenía servicios urbanos, encabezó las gestiones para que el gobierno municipal los instalara.Al poco tiempo demostró no sólo sus cualidades de hombre noble que deseaba un mejor futuro para su familia y México entero, sino también sus dotes de líder popular pues ante cualquier adversidad "buscaba alternativas de solución, como lo hace el pueblo pobre que tiene que ingeniárselas para salir adelante", recordó evidentemente conmovido Sabás Franco, compañero de lucha, también michoacano, quien, hombro con hombro con Lupillo, resistiera la embestida asesina de Guadalupe Buendía, "La Loba", de la que sobrevivió.
"Un hombre combativo, inteligente y con mucha fe en el futuro del antorchismo"
Así lo recuerda quien fuera su dirigente en el entonces CDMX, Estanislao López López, pues los tres últimos años de su vida luchó al lado de los capitalinos más pobres: "él hacía trabajo en el predio Zaragoza (ubicado en la delegación Iztapalapa), donde la gente vivía en casas de cartón y lámina, sin servicios, por lo que los encabezó en la lucha por vivienda digna".
Fiel a su convicción de que debía ir a donde su organización requiriera de su trabajo, en 1996 Lupillo llegó al municipio de Simojovel, Chiapas, a apoyar a los antorchistas víctimas de agresiones en la colonia El Refugio."Ahí lo conocí, era un hombre serio y responsable", recuerda el dirigente del antorchismo de Chimalhuacán, Telésforo García Carreón.Posteriormente.En 1997, fue a fortalecer al antorchismo de la Ciudad de México, quien era víctimas de golpes, cárcel y persecución por parte del gobierno del Partido de la Revolución Democrática (PRD), encabezado por Rosario Robles Berlanga.Las necesidades de la lucha lo convencieron de quedarse con el antorchismo capitalino de donde salió a celebrar, el 18 de agosto del año 2000, la toma de posesión del primer alcalde antorchista en la demarcación.
"Lupillo era muy combativo, entusiasta, inteligente y de reacciones rápidas… además de que tenía mucho carisma", recuerda López López.Por eso, agregó, era "muy estimado por el antorchismo de la Ciudad de México y en especial por los compañeros de Iztapalapa".
"Tuve la oportunidad de estar con él una noche antes del funesto 18 de agosto de 2000, porque me invitó a participar en una reunión con los antorchistas del predio Zaragoza… no sé si la muerte se presiente, pero platicamos muchas horas; me llamó mucho la atención que cuando nos despedimos, alrededor de las 12:30 hrs.de la madrugada, me dio un abrazo fraterno muy prolongado, como si no fuéramos a volvernos a ver."
Buscaba solución a cualquier problema
Para ayudar a su madre, Lupillo trabajó en el mercado desde niño: "recogía basura, cargaba bolsas o hacía trabajos pesados mal pagados", asegura la bióloga.
Eso lo marcó para toda su vida: "siempre buscaba soluciones, tenía la característica del pueblo trabajador que siempre encuentra alternativas a los problemas", recuerda con cariño Sabás Franco, ahora miembro del comité estatal antorchista de Aguascalientes.
"Lo conocí la noche que viajamos de Morelia a la Ciudad de México, recuerda Sabás Franco, porque ambos fuimos a reforzar a los compañeros que eran perseguidos por los perredistas de Andrés Manuel López Obrador.Iba muy convencido de trabajar en contra de la represión perredista porque estaba muy enterado de lo que sucedía en México y él quería un mejor país.Toda la noche platicamos y en México nos tocó trabajar juntos: era muy sencillo, alegre, no se quejaba del trabajo ni de nada; siempre estaba pendiente de que comiéramos, si no podíamos llegar a casa a hacerlo, él llevaba comida y agua para todos; si nos cansábamos o nos poníamos tristes, él siempre tenía una palabra de aliento y nos ayudaba en el trabajo porque era un líder nato, siempre buscaba que todo el equipo cumpliera con su tarea y tuviera resultados".
Con el tiempo, a Sabas lo asignaron al trabajo antorchista en Tlahuac y a Lupillo a Iztapalapa."Nos volvimos a ver el 18 de agosto del año 2000 en Chimalhuacán; íbamos a festejar el triunfo electoral del pueblo pero no habíamos desayunado y fuimos a comer unos tacos de canasta… en broma, riendo, dijo: si vamos a morir que sea con la panza llena…" Ese fue su último almuerzo… a Sabás se le quiebra la voz al revivir lo sucedido.
"Pocos minutos antes de la agresión dijimos: nadie nos va a hacer nada porque somos muchos…, la plaza estaba llena, nunca nos imaginamos que nos fueran a atacar…, de repente escuchamos cohetones y empezaron los balazos y la lluvia de piedras.
"Nosotros no llevábamos nada, nada…, mutuamente nos cubríamos…, ayudamos a la gente a replegarse, a meterse al mercado para protegerse, dimos preferencia a mujeres, a niños, a gente de la tercera edad…, nos aventaban piedras, nos disparaban pero nos movíamos rápido para ayudar a la gente.Lupillo iba y venía… así lo vi la última vez, así lo recuerdo…" Y las lágrimas no dejaban de salir.
A Sabás lo impactó una piedra en la nunca y ya no supo más de sí ni de Lupillo.Un helicóptero del Gobierno del Estado de México recogió con vida a un herido grave que estaba tirado en el jardín municipal de Chimalhuacán; pero el cuerpo de 31 años de Lupillo no resistió las heridas que le causaron tres balas asesinas, por lo que en el aire se le fue la vida.
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