La reconocida economista Martha Harnecker afirma en su obra ¿Qué es la sociedad?, que la forma en que se organizan los hombres para producir los bienes de consumo determina las relaciones que se establecen en la sociedad. De acuerdo a la escritora, tres formas han precedido al capitalismo: la comunidad primitiva, donde todos participaban en la producción y la distribución se efectuaba equitativamente; el esclavismo, donde el amo era el dueño de los medios de producción, incluidas las personas sometidas a la condición de esclavitud (donde ni siquiera su vida les pertenecía); el feudalismo, allí el siervo estaba obligado a trabajar en la hacienda del terrateniente (a cambio de una pequeña parcela donde vivía y sembraba), pero era sometido a las peores vejaciones.
Vivimos actualmente en el capitalismo, aquí el obrero debe vender su fuerza de trabajo al poseedor de los medios de producción, quien lo emplea en la fabricación de productos, que se ponen a la venta para quienes tengan dinero para adquirirlos. Aquí, todo es una mercancía, al alcance solamente de quién pueda comprarla: se oferta la comida, la salud, la vivienda, la educación y hasta el amor a todo aquél que tenga dinero de por medio.
La anterior es una de las leyes fundamentales del sistema actual y, como consecuencia de ello, se genera una reserva de trabajadores desocupados, que garantizan mano de obra disponible y que permite la expansión del capital; al mismo tiempo imperan salarios miserables que el obrero debe aceptar so pena de quedar en la calle sin medios para el sostenimiento de su familia y para no perecer de hambre, los desocupados buscan emigrar a donde hay fuentes de trabajo.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Estados Unidos (EE. UU.) es de los países que recibe el mayor número de inmigrantes, al menos 50, 632, 836 seres humanos (15.3 por ciento) de los más de 331 millones de su población total, son gente que abandonó su país de origen en busca del sueño americano.
De acuerdo a estos datos oficiales cerca de 11 millones del total de migrantes ilegales, el 21.4 por ciento procede de México, alrededor de 4 millones, un 7.7 por ciento de países de centro y Sudamérica y 2.7 millones de la India, 5.3 por ciento; lo que demuestra que la riqueza de ese país es resultado también de la explotación de la mano de obra proveniente de otras latitudes.
Por tanto, acabar con la emigración es prácticamente imposible en la sociedad actual, quien promete lo contrario sólo hace demagogia barata para obtener apoyo en las urnas; resolver el problema de fondo implicaría, necesariamente, cambiar el modelo económico actual, para que la sociedad tenga por objeto la satisfacción a plenitud de las necesidades humanas antes dichas y no como sucede actualmente, que están sólo al alcance de quien tiene dinero para adquirirlas.
Fiel a su estilo, ofertando salidas fáciles e inmediatas, (que después negará o matizará tanto como pueda), el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) antes de su arribo al gobierno, repitió, una y otra vez, que implementaría acciones para frenar el abandono de nuestra patria, como la creación de empleos y otras oportunidades, pero han pasado más de cuatro años de su gobierno y a pesar de presumir las obras faraónicas como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas o los programas clientelares, la situación no ha cambiado, incluso en un acto demagógico aseveró que, gracias a su política social, hoy la gente aspira al “sueño mexicano” y ya no al sueño americano.
¿Existen cifras o datos que demuestren su dicho? Ninguna, siempre considera que la gente debe creerle nada más porque lo dice el “Presidente López Obrador”.
Sin embargo, la realidad es clara: miles de mexicanos siguen abandonando sus estados de origen en busca de la sobrevivencia, siendo Zacatecas, Guanajuato, Michoacán y Nayarit, las entidades que expulsan mayor población. Por otra parte, el número de familias que viven de las remesas crece desaforadamente, alcanzando un monto histórico en el 2022 de 58 mil 497 millones de dólares, un 13.4% más que el 2021. Esto, más que cualquier declaración del presidente, demuestra la inexistencia del sueño mexicano.
Y algo parecido acontece con la emigración de centroamericanos, el mandatario mexicano se ofreció a colaborar con las naciones del continente y no cumplir el papel del gendarme de los Estados Unidos; se haría, dijo, privilegiando las relaciones de entendimiento y respaldo a las políticas de respeto, pero nada de eso aconteció: ante el crecimiento de las caravanas migrantes, se han desplegado cerca de 30 mil elementos de la Guardia Nacional en las fronteras norte y sur del país, violentando en absoluto los derechos humanos y, al retomar la aplicación del Título 8 en la nación norteamericana, se han agudizado las acciones restrictivas y la violencia contra quienes abandonaron su patria en busca de la sobrevivencia de sus familias, cumpliendo a cabalidad las órdenes de los gringos.
Las crisis migratorias en los últimos tiempos, han obligado a los gobiernos a tomar medidas urgentes para evitar la agudización de sus problemas económicos. El fenómeno ha alcanzado dimensiones tan grandes en los años recientes, que aún los gobiernos de países desarrollados se han visto obligados a tomar medidas urgentes para evitar el ingreso de cientos de miles de inmigrantes que podrían agudizar su situación económica.
La oleada es incontenible; las advertencias, vigilancia, cercos, detenciones y prisiones disfrazadas de albergues, no han sido suficientes para frenar a los migrantes de Sudamérica que aguzan su ingenio y arriesgan su vida desafiando serios peligros para lograr el sueño americano.
Por su parte, el gobierno de Estados Unidos cumple las amenazas contra los migrantes latinoamericanos, pero la movilización de su ejército hacia la frontera con México no ha podido contener las caravanas que atraviesan toda la región central hasta llegar a la frontera de nuestro país con Guatemala, luego rompen el cerco policiaco mexicano y prosiguen su ruta.
A lo anterior hay que sumarle las terribles penurias que sufren quienes abandonan sus casas en busca de empleo, no son pocas las veces que alcanzan la muerte, como aconteció el 27 de marzo en la estación migratoria de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde 40 indocumentados, de distintos países, perdieron la vida víctimas de las llamas que consumieron la estación migratoria donde se encontraban.
Y aunque el presidente repita hasta el cansancio que se vela por los pobres, lo cierto es que el gobierno mexicano se ha convertido en obediente sirviente de los gringos que ha desplegado miles de soldados en la frontera sur, para evitar el arribo de centroamericanos a nuestro país y reforzando la frontera norte para impedir el paso a E.E.U.U., de tal forma que la militarización que exige el gobierno norteamericano también afecta a los mexicanos, que se ven forzados a emigrar por la pobreza creciente y peor aún, por la inseguridad que existe en distintas regiones de México.
Pareciera como si poco importara la vida de la gente, los discursos vacuos de la 4t son superados por la realidad, por eso es necesario resolver de fondo estas circunstancias, empero, para eso se debe cambiar la forma como está organizada la sociedad mexicana, pero esto sólo puede ser obra de una gran fuerza social que instrumente un nuevo modelo económico que garantice empleos bien pagados, con el objetivo de que se resuelvan las carencias de salud, vivienda y alimentación, esa es la tarea impostergable de la que debemos ocuparnos.
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