La desigualdad es un problema global que pareciera no tener fin. De acuerdo con datos proporcionados por la organización británica Oxfan, alrededor de un 99% de la población del mundo posee una riqueza menor que el 1% restante. Según las evaluaciones, el capital que poseen, por ejemplo, las 10 personas más ricas del planeta -entre ellas personajes como el fundador de Amazon, Jeff Bezos; el creador de Microsoft, Bill Gates; el empresario Mexicano Carlos Slim- es igual a la que en su conjunto aglutinan 3,600 millones de personas, prácticamente la mitad de población mundial.
En este contexto México es uno de los países con diferencias más acentuadas entre personas ricas y pobres. Información del coeficiente Gini, elaborado por el Banco Mundial (BM), señala que nuestro país es uno de los primero 15 con mayores niveles de desigualdad en el planeta, estando en América, únicamente por detrás de Colombia, Honduras, Panamá y Chile.
Esta situación se expresa en el volumen de ingresos que obtiene un grupo y otro, ya que, según lo explica el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (Inegi), mientras el núcleo de hogares más pobres de México ingresa en promedio al día 101 pesos, el de los más ricos alcanza, en promedio, los 1,853 pesos, 18 veces más.
Es muy común hacer una diferencia entre pobres y ricos cuando se habla de desigualdad, pero, si se analiza de cerca, ¿qué tanta responsabilidad tienen, en este escenario, los más ricos? La desigualdad es un tema que no puede verse en blanco y negro ni en cuanto a causas, ni en cuanto a su posible solución. Los problemas de movilidad social y desigualdad no se pueden abordar desde un punto de vista de culpables y victimas, porque es un problema sistemático. Tenemos que olvidar el blanco y negro. Cuando hablamos de la iniciativa privada, lo que corresponde es que, en el esquema fiscal, los que tienen más, aporten más; es necesario que exista un sistema progresivo de impuestos para que no haya accidentes de cuna y la movilidad social no esté determinada por el lugar donde se nace.
A la iniciativa privada, a los millonarios, les toca reconocer la desigualdad en México y estar dispuestos a contribuir todavía más.
Cabe destacar que el 60% de la desigualdad en México se transmite de una generación a otra, y el porcentaje de personas que viven en pobreza no se ha reducido de manera sustancial en los últimos 25 años. Los factores que impiden que la gente tenga mayor movilidad social están relacionados con tres esferas: empleo juvenil, hacinamiento y crecimiento económico.
En materia de empleo juvenil, destaca que, entre más jóvenes se integren las personas al mercado laboral, más posibilidades hay de que no se concrete el ciclo educativo y se tenga menos oportunidades de desarrollar una trayectoria salarial en ascenso. Quienes se integran muy jóvenes al mercado laboral lo hacen porque dejan la escuela. Esta población pierde la oportunidad de tener un retorno salarial a la educación, que inicia después de la preparatoria. Como trabajadores, alcanzan pronto un pico salarial y empiezan un descenso, generalmente orientado en trabajos en la informalidad, sin seguro social y sin posibilidades de jubilación.
Es por eso que la desigualdad en México es una consecuencia de un sistema económico que favorece a unos cuantos a costa del trabajo gratuito o mal remunerado de millones de mujeres que cuidan a personas en situación de dependencia y se encargan de las actividades básicas para que las personas, regularmente hombres, se desempeñen laboralmente.
México debe ser libre, solo organizados y convencidos que en nuestro país debe haber un cambio de modelo económico podremos lograr lo que buscamos: equidad para todos los mexicanos.
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