La propaganda gubernamental, con base en mentiras diarias expuestas desde palacio nacional, es un ejercicio orquestado con el propósito de crear un sistema de creencias, con fines electorales y financiado con recursos públicos, que mantiene cautivos todavía a millones de mexicanos, que lo único que ven y escuchan es esa información falseada y, por tanto, es en la que creen.
Esta práctica es una necesidad básica del actual régimen para ocultar la falta de resultados tangibles en cada uno de los principales problemas del país que López Obrador prometió combatir y erradicar, pero que no ha cumplido, como la falta de crecimiento económico, para cambiar la situación de los más pobres de nuestro país, la corrupción como el principal problema de México y, el regreso de los militares a sus cuarteles.
En ninguno de estos y otros temas nacionales de importancia, hay buenas cuentas. En economía hay desaciertos: la poca inversión pública y privada; la primera,
El presidente López Obrador ha jurado y perjurado que no endeudará al país, pero los hechos indican otra realidad, en los primeros 42 meses de su administración tiene registrados nueve créditos por un monto de cuatro mil 555 millones de dólares con el Banco Mundial, según consta en documentos del propio organismo internacional.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en julio pasado, el saldo histórico de la deuda en diciembre de 2018 (cuando AMLO tomó posesión del gobierno) era de 10 billones 551 mil 718 millones de pesos, en julio de 2022 ascendió a 13 billones 376.1 mil millones de pesos, es decir, 2.8 billones más que al inicio del sexenio.
En cuanto a la corrupción, que según la óptica del presidente era el principal problema del país, constituye uno de sus más grandes fracasos y mentiras porque, un día sí y otro también declara que ya no existe, que terminó con la corrupción, pero, el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) elaborado desde 1995 por Transparencia Internacional, organización no gubernamental con sede en Berlín, corrobora lo que todo México sabe: la corrupción sigue siendo una realidad ineludible en nuestro país, sólo que corregida y aumentada.
En el IPC 2021, difundido en enero de 2022, que clasifica a 180 países en una escala de 0 (totalmente corrupto) a 100 (totalmente limpio), México con 31 puntos, ocupa el lugar 124, lo que significa que hay 123 países menos corruptos que el nuestro y 56 más corruptos. Por otro lado, el Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción 2022 (CCC), elaborado por la Sociedad de las Américas y el Consejo de las Américas con el fin de evaluar la capacidad de 15 países de América Latina para detectar, sancionar y prevenir la corrupción, nuestro país quedó en el lugar 12, solo arriba de Guatemala, Bolivia y Venezuela.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en su investigación sobre el Índice de Riesgos de Corrupción en las compras públicas del Gobierno Federal, establece que 4.5 pesos de cada 10 en compras públicas se gastaron a través de procedimientos sin competencia, el 41 por ciento del monto total fue adjudicado directamente y cuatro por ciento a través de invitaciones restringidas; las dependencias federales incumplieron las leyes de contrataciones al adjudicar más de nueve mil millones de pesos a proveedores riesgosos como empresas fantasma, sancionadas y de reciente creación; el 29 por ciento de las dependencias federales aumentaron su puntaje de riesgo de corrupción, como el INSABI y Casa de Moneda de México al 66 por ciento, IMSS al 51 por ciento, ISSSTE al 50 por ciento, la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos al 49 por ciento y LICONSA al 48 por ciento. El 75 por ciento de las obras públicas son adjudicadas.
Otra gran mentira y engaño monumental a los mexicanos, para ganarse su simpatía y su voto, fue la promesa de regresar a los militares a sus cuarteles y ya en el poder hacer exactamente lo contrario, también corregido y aumentado.
No sólo no los regresó a sus cuarteles, sino que les ha dado tareas impropias de su función principal, cómo ser los principales contratistas de las obras insignia del gobierno, con el propósito de corromper a está grandiosa institución; crear la Guardia Nacional (GN) con el engaño de una dirección civil y después con argucias legales y presiones jurídicas a los opositores para someterlos y hacerlos sus cómplices en la militarización descarada y vil, al legalizar la dirección militar de la GN en labores de seguridad pública y alargar el tiempo en está función hasta 2028, sin limpiar y preparar a las policías municipalesy estatale
Lo reconozca o no la Cuarta Transformación, con su política y estilo de gobernar, nos encamina a la militarización y a la dictadura.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario