En México la clase política tiene serios problemas de descomposición y está cometiendo gravísimos errores que la está colocando en situaciones muy difíciles; muchos gobernantes, empezando por el presidente Andrés Manuel López Obrador, seguido de gobernadores, diputados federales y locales o presidentes municipales, ejercen el poder erróneamente y no gobiernan conforme a derecho y como lo estipula la Carta Magna; muchos de ellos, incluso, la atropellan, violan y cometen todo tipo de injusticias contra sus gobernados. A esto hay que sumarle que su descomposición se debe a que son incapaces de armar un plan de gobierno eficiente, eficaz y que vaya realmente al fondo para resolver la problemática crucial de los pueblos.
Enfoquémonos, por ahora, en Oaxaca, un estado que se ha caracterizado por ser uno de los tres que tiene sumergida a su población en más pobreza y marginación. En México se ha hablado de que el lugar donde nacen las personas es como se decide su destino económico y su destino social y tal parece que esto sucede en Oaxaca, Chiapas, Guerrero o en prácticamente todos los estados. El caso de las tres entidades citadas con más pobreza del país es un espejo de cómo los mexicanos que ahí habitan nacen en situación de desventaja y que por tanto, lo quieran o no, heredarán la condición de marginación a sus generaciones nuevas y “perpetuarán” la pobreza y miseria.
Y aunque esa declaración no debe ser eterna, pues los pueblos, todos sin distingo alguno, siempre deben pugnar y luchar porque tengan mejores condiciones de vida y disfrutar de la riqueza que ellos mismos producen, los datos son claros. Por ejemplo, se sabe, que desde el año de 1990 hasta el 2018, que Chiapas, Guerrero y Oaxaca sólo van cambiando de posición de quién ocupa el lugar con más pobreza; incluso, se han ganado el calificativo de "pobreza crónica" porque concentran niveles muy altos de desnutrición, deficiencia académica y empleos informales, no dejando de lado el gran problema de la inseguridad y violencia.
¿Y qué observamos cuando un grupo de mexicanos, de alguno de estos estados del país como Oaxaca, se empiezan a organizar y a unirse en torno a un proyecto político para comenzar a mejorar la situación del estado y a plantear que deben cambiar las cosas? De entrada no es bien visto por el grupo político que actualmente tenga el poder, sea federal, estatal o local. Y, segundo, comienzan por todas las vías a bloquear las intenciones buenas y de progreso; en algunos casos se llega al hostigamiento, la intimidación, la violencia o hasta el asesinato político.
Esta mañana, en la capital oaxaqueña, el antorchismo de la entidad denunció hostigamiento e intimidación hacia sus militantes y exigió que la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO) garantice seguridad ante las amenazas e inseguridad que se están presentando en Huajuapan de León, donde un grupo de mexicanos se está sumando al proyecto que está encabezando el joven político, Juan Aurelio López Méndez. En Oaxaca: intimidación y hostigamiento contra políticos jóvenes
Las agresiones no parecen ser casualidad y el mismo gobernador priista Alejandro Murat Hinojosa debería instruir, de manera inmediata, para que se hagan las investigaciones correspondientes y se castigue a quien o a quienes estén cometiendo estos atropellos y ataques con armas de fuego, secuestro y robo de vehículos y dinero en efectivo.
En rueda de prensa, Dimas Romero González, dirigente del antorchismo oaxaqueño, aseguró que desde hace algún tiempo, un negocio de abarrotes de la organización en la ciudad de Huajuapan de León, cuyo administrador es Juan Aurelio López Méndez, ha sido vigilado y asediado por vehículos de dudosa procedencia, cuyos tripulantes toman fotografías y persiguen a su compañero y al personal que ahí labora.
Los incidentes en días recientes se han incrementado y arreciado una vez que el joven político mostró interés de postularse como candidato a la presidencia de ese municipio. Entonces, ¿los hechos narrados y descritos serán casualidad?, o será que, ¿el simple anuncio de un proyecto político nuevo, -que toma en cuenta a la población y que realmente quiere que Oaxaca, sus municipios y pueblos comiencen a imaginarse sin pobreza y sin marginación-, ya generó inconformidad en la clase política? La respuesta la deben dar las autoridades judiciales y el Gobierno de Murat Hinojosa no debe tomarlo a la ligera, porque se sabe que la creciente ola de inseguridad, de ataques y asesinatos de candidatos a los puestos de elección en el estado han ido en aumento y hay seria preocupación del Antorchismo y de los mexicanos de que vaya a continuar.
La alerta está a tiempo. En Oaxaca el gobierno ha dado indicios, los pocos por cierto, de que es un gobierno que escucha a los oaxaqueños y por eso se pide garantizar la vida de los ciudadanos en Huajuapan de León, que se deje de perseguir a quienes buscan un mejor futuro para la entidad y para todo el país y, desde luego, se piden garantías para que el antorchista Juan Aurelio López siga desempeñando sus labores profesionales y de político joven, respaldado por miles de huajuapenses en sus intenciones de buscar la Presidencia Municipal del lugar.
Oaxaca como parte de un México convulso y metido hasta el cuello en crisis sanitaria, política, social y económica, debe escuchar a las organizaciones y grupos sociales que, como Antorcha, buscan progreso y desarrollo social para todos los pueblos. Las autoridades políticas del estado no deben hacer oídos sordos y menos aún sumarse, por omisión o inacción, a los atropellos contra líderes sociales y jóvenes políticos. La clase política mexicana se descompone y algunos políticos pueden salvarse de ello. La pregunta es: ¿Oaxaca escuchará la alerta o seguirá aliándose con el partido en el poder federal y con quién tienen al país en un desastre total? Por el momento, querido lector, es todo.
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