La frase del "sueño americano”, que suena por todos lados desde hace casi un siglo y que se ha vendido a los pobres de la tierra como la solución a todos los problemas, principalmente a los económicos, se basa en hacerle creer al mundo entero que sólo es cuestión de un poco de suerte para cruzar la frontera y tiene asegurado el éxito individual y familiar, sólo es cuestión de llegar a Estados Unidos y se convierte su vida en un éxito.
El sueño americano se entiende ampliamente como la realización de oportunidades personales en el que la oportunidad se mide principalmente en términos económicos.
Desafortunadamente, para muchos, este sueño no se hace realidad. Hace algunos días, a través de los medios de comunicación, millones de mexicanos y del mundo fuimos testigos de que en Ciudad Juárez, Chihuahua, 39 personas murieron y 27 más quedaron gravemente heridas, resultado del incendio en el Centro de Detención Migratoria ubicado allí.
También, según un comunicado del Instituto Nacional de Migración (INM), los migrantes detenidos provenientes de diferentes nacionalidades, como El Salvador, Guatemala, Honduras, Venezuela entre otras, estaban ahí por migrantes, no por delincuentes; sin embargo, ha quedado claro que esa estación migratoria que funciona bajo la responsabilidad del Gobierno mexicano, está muy lejos de ser un albergue que brinde apoyo humanitario a los pobres que cruzan el territorio mexicano en busca del sueño americano.
Los videos muestran claramente que funcionan como una verdadera cárcel, enrejados con candados, equipos de seguridad incluido el personal que se negó a abrir esas rejas para salvar a los desafortunados que lo único que buscan es un empleo que les garantice un ingreso económico para sacar adelante a su familia.
Si el hecho en sí resulta indignante, más indignante es la actitud que asume el Gobierno mexicano encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien sin el menor rubor responsabiliza a los propios migrantes de su desgracia.
También resulta vergonzoso e inadmisible como se avientan la papa caliente entre el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, y el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubon para responsabilizarse mutuamente de la tragedia.
Ésta es la esencia del gobierno de la Cuarta Transformación, el presidente que ya está en la recta final de su mandato terminará sin cumplir sus promesas de campaña, y su eslogan principal de “primero los pobres”, y si bien es cierto que en esta ocasión la desgracia no alcanzó a los mexicanos debemos tener presente que nuestro país es de los principales exportadores de mano de obra barata al vecino país del norte y que le guste o no, las personas migrantes estaban privadas de su libertad por autoridades mexicanas y, por tanto, el Estado era el garante de su vida. Esto no se diluye señalando que estaban retenidos en un área de aseguramiento temporal ni insistiendo en que protestaban. El único responsable es el Estado.
¿Y qué decir de los otros dos angelitos que buscan por todos los medios suceder en el cargo a López Obrador? Sólo como ejemplo reciente de su campaña, el domingo primero de abril, en Paracho, Michoacán, los seguidores de Adán Augusto dijeron que para asegurar la continuidad de la Cuarta Transformación se oficializó el comité municipal de “Sigue López” y que trabajará para que no quede ningún rincón del país sin respaldar la continuidad de la 4T.
Indiscutiblemente, que los pobres de México y el mundo merecen una sociedad más justa más equitativa, donde puedan disfrutar por lo menos de una parte de la gran riqueza que producen con el sudor de su frente; luchemos como un solo hombre para hacerlo realidad.
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