En 1962, el gran maestro y luchador social, José Revueltas, escribió el libro Ensayo de un proletariado sin cabeza, en el cual, en esencia, concluyó, entre otras cosas, que el pueblo trabajador de esos años no contaba con un partido u organización política, que en verdad lo representara con dignidad y valentía; demostró que el obrero y campesino, no veía en ningún líder y organización alguna, reflejados sus beneficios intereses. Toda la clase política de ese momento –afirmó&ndash, o eran absurdos esquiroles de la lucha y oportunistas de izquierda o francos y cínicos defensores de los intereses de las clases sociales más ricas y poderosas de ese entonces.
En la actualidad, desafortunadamente nuestra realidad no varía mucho, el pueblo trabajador sigue sin tener una verdadera y masiva organización representativa. Los obreros y los campesinos siguen luchando de forma acéfala, aislada y algunos de ellos desorganizadamente, puesto que no existe un partido que pueda jactarse de ser representante fiel de los intereses populares de la mayoría de los trabajadores. Ni el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ni Acción Nacional (PAN) ni el Revolucionario Democrático (PRD) ni ningún partido incluido el del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (Morena), pueden presumir de ello.
La historia de la política mexicana, desde los viejos ayeres hasta la fecha, no es más que el reflejo de la lucha de las clases sociales, entre los ricos y pobres que se defienden de la explotación y de los abusos de los primeros. En dicha confrontación muchas organizaciones han nacido a lo largo de este tiempo, unas en franca y abierta defensa y representación de la clase rica y otras en supuesto resguardo de las llamadas clases oprimidas.
Sin embargo, a lo largo de la lucha diaria y ante el enfrentamiento a las grandes dificultades y retos que ésta trae consigo, la gran mayoría ha dejado en el olvido los principios que decían defender y han desaparecido, mientras que otras han traicionado sus raíces y valores sociales.
Muy pocas, casi contadas con los dedos de la mano, aún siguen perseverando en la lucha por la defensa popular, y lejos de renunciar o claudicar, han logrado llegar a la conciencia de muchos mexicanos, transformándolos en luchadores y líderes sociales de colonias, rancherías, pueb escuelas, fábricas, por mencionar algunas. A través de esa lucha política diaria se ha transformado radicalmente la vida de muchos de nosotros, así ha sido la existencia de nuestro Movimiento Antorchista, a lo largo de sus 47 años, a lado de los oprimidos y de los más pobres de México.
La inmensa mayoría de las organizaciones y políticos se han transformado hoy en lo que el maestro José Revueltas decía en aquellos ayeres: en "verdaderos esquiroles al servicio de la clase burguesa, "se dicen ser democráticos al servicio de los pobres, pero en la realidad son francos defensores de los intereses de los poderosos”.
La corrosión y la degradación política ha llegado a tal nivel que en la actualidad el sistema político nacional está en una severa y profunda crisis, sólo miremos la vida política económica y social del país. Veamos dos botones de muestra.
Primero. Vemos con pena cómo se ha descuidado profundamente tanto la calidad como la cualidad de los partidos y sus candidatos a cargos de elección popular. A falta de políticos con aceptación social y que pudieran tener una mínima trayectoria en la lucha social, apegada a los intereses populares, promueven a personalidades de la farándula y del deporte como sus principales candidatos. Oportunistamente pretenden aprovecharse de su cierta popularidad artística o deportiva para garantizar su triunfo en las urnas. Los candidatos de risa son postulados, porque son personajes con un vacío político, convenientemente moldeables y manejables, son extras políticos que sólo llenarán el lugar y que fielmente seguirán la línea que se les dicte o que se les imponga en un momento determinado por el partido que los nominó. De muestra están los malos ejemplos del exfutbolista y hoy gobernador de More Cuauhtémoc Blanco y de la actriz-diputada Carmen Salinas.
Segundo. Otro síntoma de la degradación política es que de un tiempo para acá y, sobre todo, en las campañas electorales, ya no escuchamos discursos dirigidos a la inteligencia y a la razón, ya no se debate ni se argumenta ni se esgrimen elementos políticos de convencimiento, hoy más que nunca se habla de generalidades, con lenguajes impactantes, con acciones soterradas que atentan fundamentalmente a la vida privada y familiar de los adversarios, se les denuesta, amenaza e, incluso, asesina, se hace un uso indiscriminado y mafiosamente de la guerra sucia.
Tercero. ¿Por qué hoy se rehúye al debate profundo de ideas?, ¿por qué no se esgrimen proyectos?, ¿por qué se omiten argumentos de convicción para ganarse la conciencia, la voluntad y el corazón de las masas?, ¿por qué se hace uso de la represión política, de la inquisidora censura y de la propaganda ardientemente mentirosa y hasta fascista contra sus correspondientes adversarios políticos? Pues simplemente porque quienes recurren a ello son organismos que no tienen una orientación ideológica y políticamente firme y única, carecen de rumbo y de proyecto alguno para defender con las armas de la razón, la convicción y la inteligencia; se ven ante la sociedad como organismos totalmente impotentes, viejos y caducos que ya en la práctica demuestran ser una opción política históricamente rebasada y agotada; no tienen absolutamente nada que ofrecer al pueblo, en la vida diaria no presentan resultados positivos, van de fracaso en fracaso en todas las iniciativas y proyectos que pudieran promover. El vivo ejemplo de ello lo tenemos con el actual presidente y su partido.
Si bien es cierto que Andrés Manuel López Obrador se jacta de haber llegado al poder con el beneplácito de 30 millones de mexicanos, también es cierto que hoy, muchos de ellos ya se han desencantado, cada día aumenta el rechazo social a esa clase política ni Morena ni el mismo presidente ni ningún partido responde hoy a las expectativas populares, el pueblo ya no cree en los discursos vacíos y demagógicos, la incredulidad ha llegado hasta las mismas filas de los bandos políticos, muchos militantes de base hoy ya dudan de sus líderes y de su militancia.
De un tiempo para acá el pueblo mexicano se ha desilusionado políticamente, ha crecido en él un sentimiento de impotencia e indiferencia y falta de confianza en todo lo que se llame proceso político, se desconfía del presidente, de las instituciones y de sus procedimientos, la sociedad se ha distanciado, le ha dejado de interesar la política y los asuntos públicos y ha visto que de poco o de nada sirve cuestionar el régimen democrático. El Gobierno que quiso ser cabeza se está quedando sin pueblo.
Constitucionalmente es un derecho que cualquier ciudadano puede contender a un puesto de elección popular, sin embargo, lo criticable es el hecho de que los partidos hayan dejado de lado la formación de sus cuadros y postulen a candidatos de risa, lo cual es un síntoma de su pobreza ideológica y de su crisis política.
Hoy más que nunca el país requiere el mayor esfuerzo de todos los partidos involucrados en la vida social y política de México, es un deber de las organizaciones mostrar lo mejor que tienen, la realidad nacional requiere urgentemente de políticos capaces, de estadistas a la altura, con calidad y con cualidades, necesitamos funcionarios profesionales que puedan tomar decisiones de relevancia que conduzcan en verdad a una solución de los problemas nacionales. Pero no los hay y vemos que en su lugar hay políticos y funcionarios caducos, mansamente obedientes, inútiles, sin iniciativa y creatividad, retrógradas, mentirosos, oportunistas y para colmo, corruptos y ladrones.
El Movimiento Antorchista nacional desde hace 47 años ha definido con toda precisión su objetivo: educar y organizar a las masas populares para ponerlas en condiciones de defender sus verdaderos y legítimos intereses e incluso de gobernar al país en caso de ser necesario y posible.
Para lograr esta elevación política y organizativa de las masas elegimos como herramienta legítima enseñarles a luchar en contra de la pobreza extrema que padecen, es decir, enseñarlas a luchar por lo suyo, por lo que por derecho les corresponde para beneficio de ellos mismos y de sus familias. Es así como el Movimiento Antorchista de manera paciente, pero enérgica y contundente, pretende poner su grano de arena en la consecución de la lucha por la representatividad legítima y defensa popular de los más pobres de nuestra nación.
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