¿Cómo se explica que el presidente Andrés Manuel López Obrador haya atacado con las mismas calumnias de siempre al Movimiento Antorchista Nacional, el pasado 16 de abril, en Juchitán, Oaxaca? La misma burra al trigo, repitió las acusaciones falsas que ha expresado en más de 200 mítines y mañaneras en lo que va de su administración, generando odio en contra de un movimiento popular que cuenta entre sus filas a más de dos millones de mexicanos a nivel nacional.
Mintió de nuevo al decir que dicho movimiento recibía en las administraciones anteriores entre 20 y 30 mil millones de pesos al año. Extrañamente, dicho ataque fue replicado por el sitio electrónico alcalorpolitico.com con sede en Xalapa, Veracruz, al que se le solicitó el derecho de réplica por escrito y violando la Constitución lo negó rotundamente.
Cuatro días antes fueron brutalmente asesinados dos compañeros integrantes del Comité Estatal del estado de Guerrero y su pequeño hijo, asesinato que los homicidas intentaron disfrazar como un accidente automovilístico, pero que la necropsia practicada por peritos de la fiscalía estatal demostró que se trató de un múltiple homicidio.
Pero con relación a la pregunta inicial, la respuesta radica en que al presidente López Obrador se le acabó el discurso, ya no cuenta con argumentos para convencer a los mexicanos de sus fallidas políticas, incluso ni a sus propios seguidores beneficiados con los programas de transferencia monetaria directa como a los que les estaba hablando en ese mitin. Ha mentido tantas veces que tiene que repetir lo mismo para calentar a su gente y para llamar la atención de la opinión pública; además, tiene que recurrir a noticias intrascendentes para los mexicanos, como la venta del avión presidencial.
Escondiendo, con esto, temas delicados como la corrupción en Segalmex, en el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA); el desmantelamiento del INAI, el revés propinado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) al declarar inconstitucional la incorporación de la Guardia Nacional a la SEDENA, y la acusación de Estados Unidos de que en México se produce fentanilo. Dejando de lado también, el incremento de la incidencia delictiva y el crecimiento de la pobreza en México; y el espionaje hacía su gobierno de grupos de hacktivistas y las escandalosas revelaciones de diversos actos de corrupción y abusos de funcionarios de su gobierno.
Tiene que repetir las mismas mentiras e inventar distractores para alentar a sus fanáticos, debido a que cada día el presidente está más solo, confrontado con la mayoría de los sectores de la población: los periodistas, los empresarios, la iglesia católica, los académicos, los ambientalistas, los colectivos feministas, las madres buscadoras de los desaparecidos, defensores de derechos humanos, las organizaciones sociales y en el terreno internacional con Estados Unidos, con España y China.
Solo se ha quedado con el respaldo de los adultos mayores y algunos jóvenes, pero porque reciben pensiones, y parte de la burocracia del gobierno; situación que lo vuelve vulnerable desde el punto de vista político, al grado de que puede perder las elecciones de 2024. A esto se debe que están sacando dinero de donde pueden, como es el caso de la iniciativa para eliminar 18 organismos de la Administración Pública Federal con el pretexto de obtener ahorros.
Es decir, el gobierno de López Obrador no solo se quedó sin discurso y sin aliados, sino que también se está quedando sin dinero para cubrir los compromisos económicos que tiene con el único sector de la población que lo respalda, los beneficiarios de los programas.
Esta es la razón que lo movió a incrementar los actos de campaña de él y de sus corcholatas, actos que son violatorios de la ley, porque son actos anticipados de campaña y se están gastando el dinero del erario en publicidad, en acarreo de gente a mítines disfrazados de conferencias. Tan descaradas son estas acciones ilegales, que entre los propios morenistas se están sacando los trapitos al sol en la pelea por las candidaturas. Hechos que los retratan como arribistas y ambiciosos de poder y de dinero.
A esto obedece el nuevo ataque contra el Movimiento Antorchista Nacional en el mitin de Juchitán, pero cada día son menos los que le creen a López Obrador. Ahora, conforme pasa el tiempo crece su desprestigio y su aislamiento. Para mantenerse en el poder solo le queda el camino de la violencia y del fraude electoral. Nosotros y la realidad nos encargaremos de seguirlo desenmascarando.
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