Ante el último informe del Coneval, que afirma que, de 2018 a 2020, aumentó el número de pobres en nuestro país, en 3.8 millones y la pobreza extrema tuvo un aumento de 2.1 millones; es decir, 55.7 millones de personas que viven en pobreza y 10.8 millones en pobreza extrema.
Es decir, millones de mexicanos sumidos en algún grado de pobreza, es necesario que esos millones de voces alcen la voz a través de cualquier medio, ya sea organizándose y luchando por mejorar las condiciones de vida de sus familias o descendientes.
Por ello, el Movimiento Antorchista tiene muchas maneras de alzar la voz, en ocasiones, el auge de un movimiento cultural es el preludio del nacimiento de una nueva era para la humanidad tal y como se recuerda la ilustración o el renacimiento. Para crear algo nuevo se necesita crear al hombre nuevo que, necesariamente, surge de una sociedad que se está pudriendo, que huele mal, y no sólo en México.
Hacer poesía es, entonces, sintetizar un mundo de conocimiento e historia que se traducen en el labio del declamador, en el que reviven las letras de los grandes poetas, pero también tomar la situación de cada uno de los lugares y describirlos, denunciar las injusticias. Antorcha se ha convencido de que la práctica de la poesía es indispensable para transformar al pueblo pobre de México.
Cuando el pueblo declama, el suelo se fecunda con palabras que brotan en flores que, con su belleza, reflejan un paisaje distinto que ha sido labrado, sembrado y cosechado por el pueblo pobre de México.
Un pueblo que tome conciencia de su realidad y que luche por cambiarlo, y que salga de su pobreza, no sólo en alimentación sino también en el alimento espiritual; sí, como dijo un poeta, si tuviera hambre y estuviera desvalido, pediría medio pan y un libro.
El llamado, nuevamente a ello, con la Primera Jornada Nacional de Declamación que se llevará a cabo el 25 de febrero en cada uno de los estados de todo el país, en dónde amas de casa, estudiantes, obreros, campesinos y el pueblo en general, harán brotar de sus labios las palabras más bellas, las más fuertes, las más gloriosas que se han escrito.
El Movimiento Antorchista considera que, si bien es cierto el poeta es un artista de mucho valor, provoca en el hombre los sentimientos más sublimes mediante el manejo bello de la palabra, el poeta es un ser humano, el poeta es hijo de hombre y de mujer como todos nosotros.
Por muy profundo que vea, por muy alto que piense, o muy bello que sienta, todo lo que el poeta sabe, piensa y siente, lo recoge de la sociedad, lo recoge de la vida material que nos rodea; tiene, pues, un origen social e histórico.
Y es en este contexto, en el que Antorcha considera, con toda claridad, que la grandeza de los poetas no sólo reside en la eficacia y belleza de su lenguaje, sino que, la profunda calidad del poeta radica en el mensaje que nos quiere transmitir, en los problemas que le preocupan del mundo material, que lo agitan y conmueven, es decir, su grandeza radica en la causa a la que sirve, en la causa al servicio de la cual pone su talento y maestría.
Por eso, nuestra organización, desde su origen, ha considerado a la cultura como un elemento de transformación del pensamiento humano, pero, sobre todo, que provoca en el hombre en general, la asimilación de la injusticia en que vivimos, en la estructura económica, y que, por tanto, con una forma de pensamiento distinto, producto de un enfoque social de la cultura, nos decidamos a cambiar el modelo económico actual, por uno mejor, equitativo y más humano.
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