Cuando un mandatario lanza promesas al viento que jamás llegan a cumplirse en aras de fortalecer su populismo, se transgrede todo principio de humanismo y la mentira se hace presente para destruir la verdad, situación tal que ha sucedido con el promotor de la llamada Cuarta Transformación emanado del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y presidente de México Andrés Manuel López Obrador, quien hace un año y en una visita intermitente a la Región Carbonífera de Coahuila, prometió a los familiares de los mineros atrapados en El Pinabete, que rescataría los cuerpos, incluso, lo haría con todos aquellos que fallecieron en Pasta de Conchos.
Sin embargo, hasta hoy, es fecha que no se cumple con esa promesa, que de entrada sirvió para aumentar el populismo de dicho mandatario, pero que al paso del tiempo se ha convertido en una confirmada mentira, donde las familias mineras le consideran actualmente como el hombre de las falsedades.
De acuerdo con al reportaje publicado por Sergio Rodríguez y Jesús Anaya, el pasado jueves 3 de agosto se cumplió un año de la última tragedia de grandes dimensiones en la industria minera del carbón en el estado de Coahuila, El Pinabete, mina donde las autoridades federales siguen sin poder rescatar los cuerpos de los 10 mineros, y la zona minera donde se registró la tragedia, blindado con decenas de elementos de seguridad de la Guardia Nacional.
Como se recordará, hace un año colapsó una mina de manejo prácticamente artesanal, un “pocito”-como la gente conoce estos lugares-, que se inundó por la ausencia de la aplicación de las normas de seguridad para explotación del carburante pétreo.
La tragedia se registró en Villa de Agujita, comunidad minera perteneciente al municipio de Sabinas en la región carbonífera de Coahuila, ubicada en el centro norte de esta entidad del noreste del país.
Ahí es donde las familias de las víctimas esperan que se cumpla la promesa presidencial de rescate de los cuerpos, pero la vida cotidiana de estas minas es la misma: las precarias condiciones y la falta de supervisión a la industria, siguen presentes.
El gobierno federal se comprometió apoyar a las familias de los mineros muertos en esta tragedia, y las indemnizó temporalmente, además de comprometerse a rescatar los cuerpos de las entrañas de la tierra. Ésta promesa se ha sumado a las tantas promesas del gobierno federal, por parte del presidente López Obrador.
Aunado a la promesa incumplida de rescatar los cuerpos de los mineros atrapados en esa región de Coahuila, se suman muchas más, como la de poner fin a la miseria existente en esos lugares, diversificar los empleos, implementar servicios hospitalarios de calidad, con medicamentos y equipos completos, además de pugnar por una mayor seguridad en las minas.
Ya pronto se irá del poder López Obrador y con él se irá esa promesa que nunca cumplió… se llevará en la mente su fracaso con la muerte de 27 mineros durante su administración, sin lograr rescatar a uno solo de los 10 de El Pinabete, mucho menos los 63 de Pasta de Conchos.
Nada de eso se ha cumplido, todo quedó en promesas que únicamente sirvieron para dar algo de esperanza a toda esa gente que al paso del tiempo se ha resignado a la condición de saber que ahí se encuentran sus seres amados y que el señor Presidente sencillamente los engañó.
También se suman otras graves faltas, donde las organizaciones defensoras de los mineros denuncian que el gobierno federal ni siquiera ha pugnado por la construcción del memorial prometido para las víctimas.
Ya pronto se irá del poder López Obrador y con él se irá esa promesa que nunca cumplió, tal como lo ha hecho con muchas otras, se llevará en la mente su fracaso con la muerte de 27 mineros durante su administración, sin lograr rescatar a uno solo de los 10 de El Pinabete, mucho menos los 63 de Pasta de Conchos.
En contraparte, la Comisión Federal de Electricidad que preside Manuel Bartlett Díaz, brilla por su ausencia y de lejecitos sigue recomendando mayor extracción de carbón al precio que sea, aún a costa de la vida de los mineros que a través del tiempo han convertido la faena en los llamados “pocitos” como parte de una herencia familiar de padres a hijos.
Todo ello, no se hace simplemente por dar cumplimiento a esa herencia, se hace porque no hay otras opciones, de algo tienen que subsistir las familias de esa región de Coahuila, inmersas en una pobreza espantosa que obligadamente debe existir para poder alimentarse, sencillamente para poder vivir.
Habrá que recordarle al presidente mexicano que lanzó una mentira de graves consecuencias después de que hace un año y días, en El Pinabete quedaron atrapados los 10 trabajadores que perforaron un muro del túnel, a unos 60 metros de profundidad; sin saber que esta pared conectaba a otra mina abandonada e inundada, que en cuestión de segundos llenó las cámaras y los ahogó.
Es de esa forma como los mineros de esa Región Carbonífera siguen abandonados a su suerte, cargando la lapidaria promesa de rescate a sus seres amados por parte del presidente de México, el cual ya se dedica a otras cuestiones muy alejadas de los problemas de todos esos mexicanos que le siguen arrancando a la tierra el preciado carbón que se habrá de convertir en alimento para sus mesas.
Pero lo siguen haciendo sin ninguna medida de protección o de seguridad, después de que el mentiroso gobierno de la cuarta transformación ni siquiera se ha preocupado por aplicar los reglamentos y las sanciones que garanticen la integridad física de quienes trabajan en esta industria.
De seguir así las cosas, lejos de esperar soluciones y la llegada de proyectos gubernamentales que generen otras condiciones de subsistencia a toda esa gente, se deben esperar mayor número de tragedias, cobrando vidas humanas una vez que los llamados “pocitos” son la única fuente de ingresos que ahí existe.
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