Pongamos algunas ideas en claro antes de iniciar con el tema, recordemos que estamos viviendo en un país capitalista, el cual está necesariamente dividido en dos grupos sociales fundamentales que por sus intereses materiales son antagónicos entre sí, es decir, son enemigos; de un lado el pequeño grupo de los dueños del dinero y de los demás bienes materiales con que se produce en las fábricas; del otro lado, la gran masa de los trabajadores, que no poseen nada, más que su propia fuerza de trabajo, sus manos, su propio cuerpo, mismos que venden al patrón a cambio de un salario.
Este artículo está dirigido a los obreros de fábricas, a los olvidados, a los que reciben un pago mísero por su trabajo, a aquellos que el patrón hace sentir como no importantes en el proceso de producción y les hace creer que deben estar agradecidos con este y la fábrica, porque gracias a estos come; pero ¡esto no es cierto!, gracias al obrero el patrón come. Escribo esto, no sólo para mis compañeros que trabajan en fábricas, escribo para que todos conozcamos, reconozcamos y sepamos de la labor y el papel de los obreros, que no estamos viviendo “mejor que antes” como suelen decir nuestros gobiernos, que ahora existe más que nunca la explotación del hombre por el hombre.
Ahora bien, pongamos claras dos o tres ideas que me parecen importantes, 1) ¿cuál es la esencia de la esclavitud? Esta consiste en que el dueño de los medios de producción, es decir, el dueño de las herramientas y de la tierra, no trabaja, sino que hace que para él trabajen, otros trabajen a cambio de comida y vestido, ¿cuáles hombres? aquellos que no tienen nada, aquellos que sólo tienen sus puras manos para procurarse el sustento 2) hay que entender que todo aquello que no tiene trabajo incorporado, aunque sea muy útil, no vale, no produce valor, no produce ganancia, es el trabajo del hombre el que le da valor a las mercancías 3) El trabajo para el obrero, lejos de ser un gusto como debería ser para todo hombre, lejos de ser la realización de sus aspiraciones más hondas, es un martirio, es una esclavitud. Marx dice: el obrero es el esclavo moderno.
No es un secreto que el estado de Querétaro esté dentro de los cinco estados con mayor desarrollo industrial y que una parte importante de su economía sea precisamente esto, pero, ¿en qué beneficia a los obreros queretanos esta mención? Esto no modifica la calidad de vida de los obreros, trabajan mucho y ganan poco, para los que dicen que la calidad de vida de los obreros queretanos es mejor al resto y que los salarios son mejores, saquemos pluma y papel: Fany tiene 21 años y trabaja en una fábrica donde elaboran parrillas para refrigeradores, tiene un horario de 8:30 pm a 6 am (trabaja 8.5 hrs) de lunes a jueves, su labor dentro de esta es lavar la parrilla una vez terminada, “hay veces que comemos mientras trabajamos para avanzarle más” señala ella, gana $1,400 pesos, y termina diciendo: “saliendo de trabajar no salgo con ganas de hacer nada, únicamente quiero dormir, recuperar energías para nuevamente irme a trabajar, trabajo en la noche y duermo en el día”; como Fany hay miles de queretanos.
El Movimiento Antorchista invita a todos los sectores de la sociedad a luchar por mejorar nuestras condiciones económicas y buscar cambiar no sólo la condición en una fábrica en particular, cambiar el modo de producción en el cual nos encontramos, es cierto que los trabajadores muestran cierto temor, apatía, indiferencia hacia la lucha, hacia la organización.
En parte, es explicable: trabajan todo el día pegados a la máquina, no viven para trabajar, sino que trabajan para vivir. A todos los obreros que me leen recuerden: No hay ninguna sociedad que siga produciendo sin obreros, no hay ninguna sociedad que pueda vivir sin obreros, ustedes hacen el pastel, pero no tienen derecho a comer de este, injusto ¿no creen?
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