MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El magisterio tampoco está feliz

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Según los datos estadísticos del Inegi de 2020, poco más de 1.2 millones de personas fungen como maestros de educación básica en el país (257 mil de preescolar, 644 mil en primaria, 314 mil en secundaria, 25 mil en la enseñanza especial y 16 mil enseñanza bilingüe), mismos que se distribuyen entre sector público (80%) y el resto se ubica en el sector privado.

El pasado mes de mayo, se aplicó la vacuna anticovid-19 a todos los maestros, pero desafortunadamente no están exentos de contagios ya que el periodo de inmunidad es de 6 meses, por lo que a los primeros días del retorno a las aulas no hay entidad que no reporte casos de maestros y alumnos contagiados. 

Es cierto que los maestros que se encuentran en el sector público tienen un salario fijo y seguro, pero es insuficiente para cubrir sus necesidades laborales, personales y familiares. Si a esto le sumamos la deficiente atención médica a la que tienen acceso, por lo que cuando se enferman están obligados a acudir al sector privado para atenderse, junto con su familia, la desgracia para el magisterio es mayor, y aún más para el magisterio privado el cual tiene menos prestaciones.

¿Acaso el magisterio está feliz por las condiciones en las que retornaron a las aulas para cumplir su noble labor? ¿Será que, para el gobierno, los maestros están exentos de contagiarse? La respuesta es no. El magisterio está molesto, pero su vocación y convicción profesional los llevan a cumplir con su función de educador a pesar de que son víctimas de las malas políticas con las que el gobierno federal ha atendido la pandemia y de que los maestros no cuentan con medicinas.

El magisterio se ha manifestado en diferentes niveles de gobierno para que las autoridades cumplan con que las instituciones educativas tengan buena infraestructura e insumos suficientes para que tanto ellos como sus alumnos tengan “seguridad al estar en la escuela y evitar contagiarse”, y para no perjudicar el bolsillo de los padres de familia, pero no han sido atendidas dichas demandas.

El malestar el magisterio no solo es por este periodo sanitario, también es necesario aclarar que desde hace años se ha denigrado la profesión: se le ha restado autoridad en la sociedad.

El magisterio nacional tiene la obligación de levantar la voz para que sea escuchado y atendido y ejerza su profesión con dignidad. No dudamos de los maestros, al contrario, en sus manos y mentes está el presente y el futuro de nuestro país: eleven las conciencias de los alumnos y de los padres de familia para que se unan a la construcción de un México mejor. Es momento de dignificar su noble labor, es momento de reconocer al maestro.

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