Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un sistema de salud como los mejores del mundo requiere de una inversión superior al nueve por ciento del Producto Interno Bruto (PIB); en México se destina poco más del 6.2 por ciento, pero la inversión gubernamental es de sólo el tres por ciento, el restante 3.2 por ciento sale de las aportaciones de los beneficiarios.
Desaparecer el Seguro Popular, fue el anuncio del fracaso de la política de salud implementada por el gobierno de la 4T, pues la población más humilde cargaría con las consecuencias, dejaría sin atención a padecimientos como el cáncer infantil y otras 65 enfermedades, que antes si cubría el Seguro Popular. El Censo de Población y Vivienda registró 35 millones de mexicanos sin acceso a servicios de salud.
Salomón Chertorivski, exsecretario de salud, enumera las consecuencias de la destrucción del sistema de salud y lo califica como un retroceso civilizatorio.
Más de cuatro millones de mexicanos caen en la pobreza, pues reportaron no tener derecho a recibir los servicios de salud.
La esperanza de vida en México, en 2014 y según datos de Naciones Unidas, era de 74.8 años, pero en 2021 cae la esperanza de vida a los 70 años.
La vacunación infantil, hace 10 años, protegía al 77.9 por ciento de los infantes; en 2021 sólo cubre al 27.5 por ciento con el esquema completo de vacunación, una de las peores consecuencias de los errores del gobierno.
La muerte materna, que durante décadas iba a la baja, en 2015 era de 733 defunciones; en 2021 llega a mil 25.
Las muertes por cáncer de mama van al alza, en 2011 la tasa de mortalidad era de 16.5 por ciento, pero en 2022 llega a los 21.3 por ciento.
El gasto de bolsillo (es el gasto de las familias que se ven obligadas a solventar para que puedan atender a sus familiares) ha aumentado 40 por ciento en lo que va del sexenio, y, en las familias más pobres se elevó en un 68.3 por ciento.
En 2022, el sistema de salud ofreció 42.2 millones de consultas generales, una de las cifras más bajas de los últimos años, son menos de la mitad de las consultas a la población en 2014, cuando el registro fue de casi 100 millones.
En estos años de pandemia, México es el país con más muertes de médicos, enfermeras y personal de salud en el mundo.
Según datos del Inegi, en ese periodo, México sufrió una de las más altas tasas de letalidad, más de 704 mil 358. Una cantidad enorme de muertes en exceso, de acuerdo con las estimaciones del mismo instituto.
Si el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) fue un rotundo fracaso, y ahora el invento del IMSS-Bienestar, no es otra cosa que maquillar el desmantelamiento de los servicios de salud.
La construcción de un verdadero estado de bienestar para toda la población que abarque servicios de salud completos, educación de calidad, el derecho a una vivienda digna y servicios básicos, así como el derecho al trabajo y salarios dignos para que las familias puedan cubrir sus necesidades más elementales como alimentación, vestido, recreación y descanso, es la meta más grande y más noble que puede alcanzar el ser humano.
Pero llegar a esa meta exige que nos organicemos millones y, todos juntos, como hermanos, construyamos un futuro mejor. La realidad nos demuestra que los gobiernos no lo van a hacer sin la movilización popular.
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