Ante la pandemia de los últimos tiempos, provocada por el virus SARS-CoV-2, el mundo tuvo un nuevo reto para la sobrevivencia de la humanidad. Los países altamente desarrollados, salvo Cuba, con conocimiento y tecnología avanzada, fueron pioneros en el desarrollo de vacunas para prevenir el virus y fueron capaces de tomar decisiones racionales para salvaguardar a su población.
¿Y México? La historia es suficientemente conocida por los que estamos medianamente informados. En primer lugar, presidente Andrés Manuel López Obrador, como representante del Gobierno federal, desdeñó los efectos del virus, desde el púlpito de las mañaneras junto con la Secretaría de Salud dijo que estaba bajo control, que el peor escenario esperado eran seis mil muertos, luego abandonaron las pequeñas y medianas empresas, las consecuencias económicas fueron difíciles y los índices de infectados y muertes fueron devastadoras; en materia educativa, miles de deserciones y abandono.
La realidad de nuestro país, en gran medida se debe a su atraso en el campo del conocimiento, es decir, en educación y formación de mexicanos que enfrentes los fenómenos sociales y naturales con método científico. No es necesario detenernos en cifras porque es muy conocido el rezago educativo en nuestro país, vale decir que México es una vergüenza educativa internacional: en matemáticas somos un cero a la izquierda y nuestro conocimiento del español se limita a 300 palabras que usamos la mayoría de los mexicanos de 93 mil que recaba la Real Academia Española (RAE), es decir el tres por ciento. Vale reflexionar y preguntarnos ineludiblemente ¿Necesitamos o no educación de calidad? ¿Vivimos o no en una vorágine de ignorancia? Saque, cada uno, sus conclusiones.
Los integrantes del comité de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR) presentaron un pliego de peticiones desde hace varios años a la Secretaría de Educación Pública en la Ciudad de México, en el cual se enlistan las escuelas adheridas a la organización que tienen problemas de infraestructura. Esto después de que la titular de la SEP, Delfina Gómez Álvarez solicitó a representantes de dicha institución en los estados, la realización de un padrón de escuelas que requieren apoyo en infraestructura para ser incluidas en el programa “La Escuela es Nuestra”, así como en el tema de becas, con el compromiso, según ella, de que trabajarían para impulsar el desarrollo de la infraestructura educativa.
Pero hasta el momento los inmuebles educativos presentan deficiencias en aulas, a lo largo y ancho de nuestro país, y las demandas del sector estudiantil y magisterial van desde sanitarios, construcción de aulas, agua potable, luz eléctrica, áreas deportivas, insumos para la protección contra la covid-19, entre otros aspectos importantes para que el alumnado se desarrolle de manera óptima.
Es impermisible que sigamos aceptando datos como los que muestra la estadística que revela el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), que expone que del total de las escuelas básicas el 45 por ciento no cuenta con drenaje, 20 por ciento no tiene agua potable, 5 por ciento no está conectada a una red eléctrica, 63 por ciento no tiene internet, el 75 por ciento no cuenta con taller de cómputo (aulas de medios), 76.5 por ciento no tiene biblioteca, 36.6 por ciento no cuenta con canchas deportivas, 24.2 por ciento carece de mobiliario básico, 51.8 por ciento no tiene áreas verdes, 43.9 por ciento no tiene oficina administrativa, 31 por ciento tiene daño estructural en sus instalaciones y 33.4 por ciento tiene una estructura atípica, es decir, sus instalaciones no son las adecuadas para llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Datos perturbadores que datan de 2018.
Los antorchistas, que preocupados en muchos sentidos, estamos atentos a la solución de las demandas, tanto del frente obrero, campesino, magisterial, estudiantil, continuaremos exigiendo en tiempo y forma se solucionen las demandas de los estudiantes, pues ellos serán los próximos doctores, luchadores sociales, arquitectos, ingenieros, que llevarán las riendas del país. Si se ignoran las demandas de este sector, si se ignora la necesidad de educar al pueblo, se ignorará a la par el futuro de nuestra nación. Mucho se habla sobre que un pueblo sabio es un pueblo libre, pero nada al respecto se hace.
Una característica de los antorchistas es que no desistimos de nuestra tarea de educar y organizar al pueblo, y parte de nuestra lucha es la de enseñarle al sector más joven de nuestras filas, a que no desistan en sus luchas inmediatas para hacer menos escabroso el camino a la lucha por un fin mayor.
Por esta razón, seguiremos adelante con nuestra lucha hasta que el gobierno federal materialice las demandas de educación democrática, crítica, científica y popular. Que todo el pueblo, además de tener pan y vestido, tenga las herramientas que le permitan entender su realidad, que le devuelvan su coraje y le indiquen el camino para lograr un cambio profundo y real de su realidad. Para eso estamos nosotros, para eso está Antorcha.
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