MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Dos peligros para estudiantes: variante Delta y el gobierno de la 4T

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Estamos en sumergidos en una crisis sanitaria nunca antes vista en México, la tercera ola de contagios, ahora con la presencia de la nueva cepa, Delta, del coronavirus SARS-CoV-2 está afectando principalmente a niños y jóvenes, llegando al punto de que en puntos como el Estado de México, hospitales y centros de vacunación estén saturados desde los últimos días.

Ante esto, cientos de familias se ven en la necesidad de internar a sus hijos en hospitales particulares, desembolsando miles de pesos, que en muchos de los casos se han ahorrado con mucho esfuerzo y sacrificio. El Sol de México, del 31 de julio, expone el caso de la señora Pilar Rangel, madre de una niña de 12 años diagnosticada con covid-19, quien tuvo que gastar más de 20 mil pesos para todo el proceso, desde el diagnóstico, hasta el tanque de oxígeno. La menor, explica el medio, salió del hospital en una silla de ruedas, así como con un tanque de oxígeno que le ayudaba a respirar a la niña a través de una sonda, el cual tendrá que usar todas las noches durante un mes debido a la covid que padeció.

Y como éste y casos más trágicos hay en todos lados del país, muchos hospitales han tenido que tomar la decisión de dejar de ser híbridos, es decir que atienden al mismo tiempo pacientes de covid-19 y otras enfermedades, pues su capacidad ha llegado al 100 por ciento, más en nosocomios de zonas urbanas.

Y aquí la pregunta obligada es: ¿qué hace al respecto el Gobierno federal? Más de uno podrá responder que ya se están aplicando las vacunas para todas las edades, sin embargo, hay que señalar que aún hay millones que no se aplican y que nada se dice de ellas, el periodista Raymundo Riva Palacio ha expuesto en su columna para El Financiero que hay más de 19 millones (19 millones 416 mil 776 dosis) que no se han aplicado de un total de 73 millones 699 mil 175 dosis que han llegado al país de los biológicos de Pfizer, AstraZeneca, Sinovac, Sputnik V, Cansino y Janssen.

Lo más delicado ahora es que en medio de esta tercera ola de contagios, el presidente López Obrador ha dado la indicación tajante de que se reanudan las clases presenciales, llueva, truene o relampaguee en todas las escuelas del país, pero, dejó claro que si los padres no quieren mandar sus hijos a la escuela, que no los manden: “pero sí tenemos que pensar en la importancia de la educación, no podemos continuar así, hay que regresar a clases, y hay que ver que se proteja a los niños, si hay un contagio cuidar al niño, que no haya contagio en toda la escuela, eso no sucede”, expuso.

Pero proteger, ¿cómo? Ya es sabido por los mismos padres de familia y maestros a nivel nacional que las escuelas, a más de un año de estar cerradas por la pandemia, han sufrido más deterioro del que ya tenían, sin dejar de lado que miles han sido saqueadas aprovechando la soledad en la que se encuentran. ¿Ha dicho Obrador algo sobre esto, ha destinado recursos de PEF para restauración de edificios y equipamiento sanitario y educativo? No, de eso nada dice. No hay un gobierno preocupado en el pueblo, ha quedado demostrado.

Ante este oscuro panorama, recalco y recuerdo la necesidad de que el pueblo se una, de que estudiantes, padres de familia, magisterio, y el pueblo pobre trabajador en general nos unamos, que hagamos una mole de ciudadanos decididos a exigir un gobierno a la medida de nuestros intereses, y ¿cuáles son esos intereses? Que los jóvenes tengan la seguridad de regresar a sus aulas de forma segura, que no tengan el miedo, ni ellos ni sus madres, ahora las principales protagonistas en esta odisea de mantener y guiar a los hijos, de que regresen a casa contagiados y sin una forma de atenderlos. Sin un pueblo despierto y consciente, un gobierno nos puede destruir, y eso, no debemos permitirlo. 

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