Quiero iniciar mi colaboración con la referencia de una nota periodística reciente, que me pareció relevante: “Unos 60 estudiantes que aprobaron el examen de admisión para las diferentes carreras de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, no se han inscrito, y si alguno de los estudiantes pendientes no se inscribe, entonces -se dice- se recorrerán las listas para admitir a quienes hubieran quedado en lugares más aproximados, informó el rector Alejandro Javier Zermeño”. (Periódico El Pulso, 14 de julio). Es reveladora esta nota pues nos dice la grave situación de deserción escolar que atraviesa nuestro estado y el país, gracias a una política errónea de la 4T en el terreno educativo.
Y no es de extrañar el que muchos jóvenes no puedan continuar con una carrera profesional, pues su situación económica los obliga a dejar sus estudios de nivel medio superior. “Los estudiantes de preparatoria han sido quienes más han renunciado a la escuela este año. Más de 563,000 jóvenes de nivel medio superior abandonaron sus estudios en el ciclo escolar 2021-2022, de acuerdo con las estadísticas e indicadores educativos de la Secretaría de Educación Pública” (TecReview.tec.mx).
¿A qué obedece la deserción escolar en nuestro país? Algunos la atribuyen a la pandemia de covid-19, otros a factores como la falta de un interés o deseo del joven por continuar sus estudios, cosa por demás falsa. No nos engañemos, la deserción escolar tiene como causa la pobreza en que viven millones de familias: la familia del niño o joven en edad de estudiar no tiene los recursos económicos, no tiene para sufragar pasajes, para comprar material escolar, para alimentar bien al hijo que intenta estudiar, para las distintas cuotas que se piden en las escuelas. El padre al no poder sufragar los gastos opta por sacar a su hijo de la escuela; el joven mejor busca un ingreso para apoyar a su familia o al menos para no ser una carga económica para su familia.
La pandemia de covid-19, mal manejada por AMLO y su 4T, que llevó a la muerte a más de 326 mil personas y a una severa crisis económica de nuestro país, vino a catalizar este proceso de sangría en los centros educativos de todos los niveles. Pero, insistimos, no es la causa; la causa es la pobreza de las familias mexicana, pobreza generada por el modelo económico neoliberal que aplica sin cortapisas el actual gobierno de la 4T, modelo generador, por una parte, de inmensas fortunas para unos cuantos potentados, y, por otra parte, una lacerante pobreza para la mayoría de la población. Un modelo que no distribuye equitativamente la riqueza social y lleva a la miseria a las familias mexicanas, las cuales no tienen la posibilidad de sufragar los estudios de sus hijos.
La realidad es que el gobierno de la 4T, no le interesa la educación de los jóvenes. En el 2022 “el gasto público educativo será el más bajo de los últimos 12 años, respecto al Producto Interno Bruto (PIB), lo que refleja el menor uso de recursos públicos para los niños y adolescentes del país. Este 2022 se destinarán 883,929 millones de pesos (mdp) para el gasto público en educación, monto que representa el 3.1 por ciento del PIB, el nivel más bajo a partir de 2010, refieren cifras del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP)” (Expansión.mx, 27 de enero 2022).
Al modelo económico neoliberal no le interesa que haya una educación integral que forme hombres cuya formación humanística, técnica y científica le aporten lo mejor para su desarrollo a México. A este modelo solo le interesa mano de obra barata a la que pueda explotar. Las consecuencias de esta política contra la educación que realiza la 4T, se verá a corto plazo. Ningún pueblo alcanzará su soberanía e independencia económica, sino forma profesionistas, investigadores y científicos comprometidos con su país.
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