En días pasados el presidente anunció su propuesta de desaparecer el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y protección de Datos Personales (INAI). Inmediatamente se generó un debate entre sus críticos y sus defensores a ultranza. Los primeros argumentando que la desaparición del INAI traerá opacidad a toda la actividad en la administración pública, esquivando así el derecho a la transparencia al que todo mexicano tiene derecho y cuyo fundamento legal se encuentra en el artículo 6° constitucional y la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos referente al caso Claude Reyes y otros contra Chile, la cual es obligatoria para México en los términos del artículo 1°, párrafo segundo de la Constitución Federal y del artículo 133 de la misma, así como de la interpretación jurisdiccional de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que dispone que: "La jurisprudencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos es vinculante para todos los órganos jurisdiccionales, siempre que dicho precedente favorezca en mayor medida a las personas”. Los segundos han argumentado que, al desaparecer el INAI, no desaparecerá el órgano garante de esta prerrogativa constitucional, ya que su función sería realizada por la Secretaría de la Función Pública o bien por la Auditoría Superior de la Federación por cuanto hace a la transparencia para lo cual se tendrán que hacer algunas reformas constitucionales.
Los apologistas de la 4T también argumentan que en México no existe la cultura por la transparencia. Esgrimen que se han realizado encuestas en donde se evidencia que sólo el 4% de los mexicanos consideran importante o por lo menos conocen a qué se refiere el término "transparencia de la información”. Y siguiendo la misma línea de conducta de "tirar al niño junto con el agua sucia de la bañera&rdquo, concluyen que, con toda certeza, no pasará gran cosa si desaparece el INAI y sí se ahorrarán los salarios más altos de la burocracia.
Salvo su mejor opinión querido lector, creo que esta iniciativa presidencial, con aparente propósito de continuar la política de austeridad que ha venido pregonando la 4T desde hace dos años, tiene como objetivo netamente político, el de ocultar los manejos económicos (y, por tanto, políticos) del Gobierno morenista, para lograr acrecentar el "guardadito” que están acumulando con tantos recortes al PEF y a programas sociales que habían venido funcionando; asimismo, no debemos olvidar la eliminación de programas populares como eran las guarderías, los comedores comunitarios, los fideicomisos, etc. Al tomar esas decisiones, totalmente impopulares, el gobierno morenista argumentó que dichos programas estaban plagados de corrupción. Recordemos que a lo largo de los poco más de dos años de administración morenista, diferentes personajes destacados del gobierno de la 4T o del partido del presidente han sido exhibidos por recibir altos salarios, bonos, contratos de obras o servicios sin licitación (simplemente por asignación), por ser aviadores, etc., etc. Los señalamientos han llegado incluso a denunciar a familiares del presidente en todos sus grados de parentescos: hijos, hermanos, primos,etc.
Por todo ello, se puede concluir como dicen las empresas encuestadoras, con un bajísimo porcentaje de error que, al eliminar al INAI, el morenismo estará "matando dos pájaros con la misma pedrada”: Por un lado, más recursos para comprar el voto en la próxima contienda electoral y, por otro, menos transparencia para ocultar el desvío de recursos. No obstante hay quienes apostamos a la venganza de nuestros muertos, de nuestros enfermos de cáncer, de tantos y tantos mexicanos que sentimos la angustia de vivir sin empleo, en la inseguridad, en la incertidumbre. Es impresindible, que a la hora de emitir nuestro voto, nadie olvide las desgracias que nos ha traído este gobierno, que los mexicanos bien nacidos no merecemos, claro que no.
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