La rebelión en tiempos pandémicos se ha desenvuelto en una ola de interminables sucesos desastrosos que jamás llegan a una solución ya sea por la opresión política y el mal manejo de poder entre los gobiernos, o bien por la poca o nula planeación en la estructura de una organizada lucha por parte de los colectivos.
En un artículo publicado el año pasado, con el encabezado “Nunca falla, los políticos sectarios crean tiempos duros”, escrito por el periodista José Luis Roig, señala la deformación social con una icónica frase de dudosa procedencia que dicta así: Los tiempos duros crean hombres fuertes; los hombres fuertes crean buenos tiempos; los buenos tiempos crean hombres débiles; los hombres débiles crean tiempos duros. “No hace falta estudiar en Harvard para darse cuenta de que hoy vivimos en medio de uno de esos tiempos malos que acaban convirtiéndose en duros, y no solo por causa y efecto del coronavirus, que ha sido la puntilla gótica para una sociedad floja y fofa. También toda esta sociedad que en los buenos tiempos pasados solo se ha visto motivada por el hedonismo y por la conquista material: tanto tienes, tanto vales, es responsable de dejar de lado las esencias del humanismo y de no saber fomentar seres humanos con firmes principios y capaces de no huir del esfuerzo y el sacrificio”. Cierro cita. Efectivamente, su comparación de la sociedad actual con la mencionada frase nos indica que estamos ante una decadencia de principios y valores ético-morales, porque nos invade el conformismo y la comodidad que gozamos, sin embargo dichos placeres nos ciegan ante los acontecimientos que se viven día tras día las cuales son: uso irracional de las redes sociales, el desinterés por las noticias y la total atención a los programas de entretenimiento, y la procrastinación de los deberes y responsabilidades cotidianos.
Ahora, a esta explicación agreguémosle la intención de la frase. ¿De qué va? Bueno, pues no es más que un ciclo de cambios, que van de lo más ruin a lo más placentero, que a su vez surge una decadencia y con ello se antepone una manifestación de lucha, una rebelión que impacta y logra un objetivo beneficioso. Pues bueno he aquí la relación con nuestra actual y desmoralizada sociedad. Luis Reig continua: “[...] los grandes líderes que surgieron en esos tiempos de dificultades pasadas [...] han ido transformándose y a la vez desapareciendo, y junto al bienestar que llegó con ellos se fue creando otra clase política más estratégica pero menos 'sabia' y menos buena en el sentido noble de la palabra. Es decir, una clase política aficionada a mirarse el ombligo y más preocupada por sus éxitos y bienestar personal que por el interés de las sociedades a las que, en teoría, sirve y representa”.
La descripción de Roig encaja totalmente con el concepto de la 4T, la cual es una transformación que se dice innovadora y beneficiosa pero que de beneficiosa no ha traído más que problemas. El trabajo de lucha del presidente Andrés Manuel se ha venido abajo con los años y sus acciones poco fructíferas hoy lo delatan. ¿De qué manera? 1) Ha recurrido a la violencia física por parte de sus cuerpos policíacos y servidores de la nación hacia manifestantes. 2) Quiere acaparar toda la atención brindando datos que favorezcan la reputación de su mandato. 3) Ataca con odio y prejuicio a todo aquel periodista y columnista que no esté de acuerdo a sus ideales y decisiones. Total, el gobierno obradorista funciona así con el mismo ciclo de la frase, que luchó, se sublevó, se conformó, y finalmente cayó en ruinas, cayéndose consigo tristemente al pueblo.
Entonces es aquí donde entra la participación de la sociedad; de primera mano, sabemos que por los tiempos duros de pandemia, la oportunidad para manifestarnos es casi nula, pero eso no quita que conozcamos nuestros derechos y obligaciones las cuales son las de exigir y levantar la voz en pro a las necesidades y soluciones para una armonía social; es así que, con mucho o poco apoyo civil, debemos respetar las manifestaciones que emanan la tristeza, el coraje, la pobreza y demás factores que afectan a nuestra sociedad. Seamos cada vez más sensibles y partícipes sobre lo que en nuestro entorno está pasando, y ayudémonos a levantar ese puño de fuerza, no para crear caos y destrucción a terceros, sino para ser escuchados ante los ministerios con la educación, limpieza y seguridad que seguramente hasta el más humilde tiene, que un ciento de políticos inactivos que se niegan a colaborar con el pueblo. ¿Y cómo se logra eso? Nosotros, los jóvenes, tenemos esa herramienta de sensibilización en nuestras manos; ¡revindiquemos a nuestros padres, familia y amigos con el arte! Hagamos música que arda en los oídos de los malos líderes, quememos, no con fuego, sino con el teatro a los corruptos y opresores, expresemos nuestra inconformidad pintando y no rayando, para no crear más conflictos entre nosotros, porque de ser el caso, estaríamos condenando a la siguiente generación, a repetir nuestro pasado que tan lastimado ha estado. Hagamos consciencia sobre nuestras acciones sin caer en el anarquismo caótico y dejemos por un momento las banalidades, porque lo que te perjudica a ti, me perjudica a mí, y a mi vecino, a mi tía, amigas, primos, hermanos, todos.
Cierro con una acertada frase de José Martí que dice: “La ignorancia mata a los pueblos, y es preciso, matar a la ignorancia”. ¡Pero bueno! Ya te preguntarás, ¿y cómo le hacemos, así, sin armas? Leamos historia, redactemos novelas y artículos, produzcamos arte visual que duela en el alma y en la mente, gritemos en el papel actoral de la señora que ha perdido a su hija, en el señor al que por culpa de la mafia, le han quitado sus tierras, pongámonos en el lugar del joven que se levanta 5 a m para cargar naranjas en la central de abastos, en las mujeres que fueron quemadas por exigir sus derechos tiempo atrás, entremos en el papel de los jóvenes que murieron a manos de un gobierno déspota y desaparecieron, hagamos ruido con las guitarras y tarolas, que el mensaje llegue a todas partes del mundo y que sientan esos opresores que la gente exige paz, y que va en serio.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario