El Movimiento Antorchista, desde su creación, hace ya 44 años, impulsa el arte y la cultura como herramientas para transformar al hombre en un ser más sensible y solidario, que aspire a propósitos más nobles y tenga la inteligencia y disposición de ayudar a sus semejantes.En esta ocasión y con la finalidad de rescatar, preservar y divulgar la cultura del pueblo de Plan de Ingerto, en el municipio de Zapotitlán Tablas, gestionó instrumentos de música de viento para los integrantes de la banda de esa comunidad.
Un evento religioso enmarcado en el festejo patronal del pueblo ubicado en la región de La Montaña, fue testigo del ritual, en el que el párroco Benigno Arias Pastrana bendijo los instrumentos musicales gestionados por el Movimiento Antorchista ante la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), que contribuyen a valorar la estética musical indígena.
Ahí, los músicos asumieron con responsabilidad su compromiso de pertenecer a la banda de música de viento del pueblo, utilizada en eventos religiosos, cívicos, culturales y deportivos.Estas bandas musicales integradas de instrumentos de aliento como trompeta, trombón, tuba, saxofón y de percusión como tarola y platillos; no tienen un número definido de integrantes, que combinan esta actividad con la agricultura.
La fortaleza de estas bandas radica en su presencia en los grandes acontecimientos públicos, privados y religiosos de los pueblos; su música nos permite comprender su identidad cultural, destacando la participación de jóvenes y niños.
Y es que, en Guerrero, en la mayoría de las regiones, las celebraciones son amenizadas por las bandas de música de viento, conocidas también como chile frito, que son el alma de un pueblo y forman parte de la vida comunitaria.La música guerrerense es producto de la interculturalidad que dio origen a géneros musicales que aún existen.
La música de viento, es un elemento esencial en los festejos realizados en territorio guerrerense, caracterizado en cada región por géneros propios y en Plan de Ingerto no es la excepción, donde los músicos recibieron con entusiasmo sus instrumentos musicales nuevos y bendecidos por un sacerdote, prueba fehaciente de la fe de un pueblo que, pese a las adversidades, canta y confía en ser partícipe del cambio que requiere el país.
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