La realidad es que, la tercera ola de contagios por covid-19 está dejando en Guerrero miles de hogares enlutados, miles de desempleados y miles de pobres que, sin apoyo de los gobiernos federal ni estatal, buscan desesperadamente atender a sus familiares adquiriendo costosos medicamentos, vitaminas, tanques de oxígeno, oxímetros, entre otros insumos médicos y para muestra algunas historias narradas durante las tediosas filas para comprar oxígeno, como el caso de la señora María Rojas, originaria de Acapulco, quien relató que en ningún hospital recibieron a su esposo, de 58 años con el argumento de que los nosocomios estaban saturados, "él empezó a tener problemas graves para respirar y vía telefónica un médico nos atendía y recetaba nebulizaciones (dos al día), vitaminas inyectables diarias (Dolo Neurobion Forte) que tienen un costo de 250 pesos cada una, un oxímetro para medir la oxigenación del paciente, cuyo costo varía de 300 a 1,500 pesos, un tanque de oxígeno grande de aproximadamente 2,700 libras. Si el paciente requiere de 3 a 5 litros por minuto, el tanque grande le dura 16 horas. Estos tanques los rentan en 7 mil o 8 mil pesos por semana y comprado tiene un costo de 30 mil pesos.
Su viacrucis tiene ya dos semanas; para poder adquirir todo lo que necesita su esposo, tuvo que vender su casa, su único patrimonio forjado a base de mucho esfuerzo, si salimos de esta tenemos que buscar dónde vivir...Así está la situación en Guerrero, donde los enfermos de covid-19 no cuentan con ningún apoyo del gobierno federal ni estatal, que prácticamente los ha dejado a su suerte.
Para las personas que cuentan con servicios del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) o Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) la situación no es diferente con el argumento de que las clínicas están llenas. César Bello, padre de familia de 44 años de edad que trabaja como auxiliar docente en una dependencia del gobierno estatal, específicamente de la Secretaría de Educación Guerrero (SEG), empezó con un resfriado, seguido de problemas respiratorios, en el ISSSTE informaron a sus familiares que no hay lugar para atenderlo, por lo que solicitaron los servicios de un médico particular que durante cinco días lo trató como paciente covid-19, al notar que su salud empeoraba se solicitó otra opinión médica que diagnóstico enfisema pulmonar; en lo único que coincidieron los médicos es en el suministro de oxígeno que utilizó durante 22 días, cuando estaba estable necesitó de 3 a 4 litros por minuto, por lo que un tanque de oxígeno de 2,700 libras le dura 16 horas aproximadamente y cuando entra en crisis es mayor la cantidad que requiere, aunado a los costosos medicamentos, vitaminas diarias, nebulizaciones, etcétera.
Los familiares consiguieron dos tanques de oxígeno chicos de manera auxiliar, mientras hacían largas filas para llenar el tanque de oxígeno grande; al problema económico se suma el desgaste del enfermo y de sus familiares, que hacen todo lo necesario para intentar salvar la vida del paciente, sin ningún tipo de apoyo, pues para las autoridades los contagiados por covid-19 sólo son cifras y los dejan a su suerte.
Es inimaginable para quienes están en busca de este recurso vital, ver cómo la oxigenación de su familiar cae literalmente cada minuto aunado a la incertidumbre de encontrar los recursos económicos para llevar otro soplo de vida, incluso para las personas que cuentan con poder adquisitivo, es desesperante no encontrar abastecimiento de lo necesario. Hay histeria en la búsqueda del oxígeno, conseguirlo podría ser la diferencia para que los pacientes con dificultades para respirar puedan estabilizarse y sobrevivir. Sin embargo, la demanda provoca que los tanques de oxígeno y los concentradores de oxígeno hayan duplicado su precio.
Las filas en los centros de distribución para el abastecimiento son interminables y los familiares siguen enfrentando un mortal desafío: La escasez de tanques de oxígeno y el creciente mercado negro; lamentablemente muchas personas lucran con la necesidad del vital elemento, pues aparte de que se han disparado los precios, han surgido revendedores aunque también se ven casos de empatía, como una persona que dijo a los que estaban formados que tenía la posibilidad de prestar un concentrador de oxígeno sin costo, con la única condición de entregarlo cuando lo desocupe para seguir apoyando a la gente que lo necesite; otra persona más que estaba en la fila, recibió una llamada y se dirigió a los demás para informarle que obsequiaba el oxígeno que recién había adquirido pues su familiar ya no lo necesitaba, había perdido la batalla.
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