MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Crónica | El presidente no ayuda a los pobres, pero bien que los jode: Juana Ibarra, ambulante de San Luis Potosí

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En las colonias pobres del municipio de Soledad de Graciano Sánchez, San Luis Potosí, como lo son las Terceras, cientos de familias están al borde de la desesperación por la falta de apoyo por parte de los Gobiernos."Solo pedimos que nos apoyen con alimentos, no podemos salir a trabajar debido a la contingencia que causó la pandemia por la presencia del coronavirus SARS-CoV-2", denuncian.

"Diariamente salíamos de casa para ganarnos el pan, llevaba mi puesto ambulante, arrastrado por un par de llantas, me colocaba en el tianguis del fraccionamiento San José y la Colonia San Felipe, vendía un poco de frutas, verduras y legumbres, con lo que ganaba en las ventas volvía a surtir y le daba de comer a mi familia que son mis tres hijos y mi madre, quien ya es una persona de la tercera edad, enferma de diabetes", relató la señora María Juana Ibarra, viuda desde hace 5 años.

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En una pequeña casa, con techo de madera y láminas, en la colonia Tercera Chica, habita la familia González Ibarra, tres niños de 6, 8 y 12 años de edad, la abuela de 67 años y una madre de familia que tiene que mantenerlos debido a que no cuenta con ningún otro apoyo, pues su esposo murió a causa del cáncer."Cuando falleció mi esposo tuve que encontrar la manera de sobrevivir y mantener a mi familia, así que comencé a vender algunas cosas fuera de mi casa, así reuní lo necesario para comprar este carrito ambulante", menciona señalando el puesto que se encontraba en la esquina de su patio, cubierto con el polvo que deja el tiempo.Prosiguió diciendo: "Conseguí un lugar en los tianguis cercanos, mi hijo mayor me ayudaba en el puesto, después se iba a la escuela, mientras mi madre se quedaba en casa cuidando a los dos menores, así es como salíamos adelante", comentaba la señora mientras cortaba unos trozos de madera, que más tarde utilizaría como leña para cocer frijoles.

"Hoy, a duras penas tenemos para medio comer, pues no puedo salir a vender, a pesar de que mis productos son básicos para la alimentación de la gente, a mí me retiraron el permiso, las autoridades municipales solo me dijeron que si seguía asistiendo al mercado como comerciante ambulante me iban a quitar mi puesto y la mercancía, lo mismo les advirtieron a otros comerciantes que al igual que yo, viven al día", lamentó la madre de familia.

Con paso lento se acercó la señora Lourdes, madre de María Juana, llevaba consigo una bolsa con frijoles, se aproximó a una pequeña mesa y arrimó un banquillo, sentándose se dispuso a limpiar los frijoles, y entró a la conversación diciendo: "Mire, esto es lo que comemos, y ya se nos está acabando, no dejan que mi hija salga a trabajar, por lo de la pandemia, dicen que es por nuestro bien, entiendo, pero ahora necesitamos comida, uno ya está viejo y enfermo, pero mis nietos…", hizo una pausa larga, sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas y su rostro reflejaba angustia, dolor, impotencia, con la voz quebrada dijo: "por piedad le pedimos al Gobierno que nos apoye, no queremos lujos solo poder sobrevivir a esta difícil situación, necesitamos alimentos", se secó las lágrimas que corrieron por su rostro y continuó con su quehacer.

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María Juana reunía la leña que había cortado, la colocó en la mesa y sacudiéndose las astillas de madera de su delantal, apoyó el discurso de su madre, agregando: "Ella es una persona mayor, está enferma, y necesita medicamentos que son costosos, con su pensión no es suficiente para poder comprarlos, y ahora que no estoy trabajando todo empeora, me siento tan mal por no poder ayudarla, antes tenía el servicio del seguro popular ¿y ahora? Nada, este señor Andrés Manuel López Obrador, no apoya, pero bien que jode al pobre, creen que mentimos con nuestra necesidad, pero aquí está la prueba de lo mal que vivimos, la pobreza no se puede ocultar, nadie ha venido a ofrecernos una ayuda, apenas y escuché que la organización de Antorcha Campesina está apoyando con despensas, me acercaré a ellos y me uniré a su protesta", así tomó los frijoles y los colocó en una olla de barro, prendió la leña y esperó.

Como María Juana y su familia existen cientos y cientos de personas que padecen lo más duro de la pobreza, que es el hambre, la impotencia, así vive hoy en día el pueblo pobre de México ante la pandemia.

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