Quienes hemos tenido la oportunidad de visitar el municipio de Coyomeapan sucumbimos ante la belleza natural de su ecosistema, ante la calidez de su clima y la hospitalidad de sus habitantes. Ubicado en la Sierra Negra del estado de Puebla, Coyomeapan se ha convertido en un lugar hermoso por su riqueza natural, pero al mismo tiempo en un semillero muy fértil de pobreza, de rezago, de violencia, de represión y, como consecuencia de esto, de hartazgo social.
Desde hace por lo menos más de una década, no ha abandonado su lugar entre los 10 municipios más pobres del estado, incluso, la situación se ha agudizado tanto que para 2020 el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) lo ubicó como el tercero más pobre de la entidad, al tener al 95.3 por ciento (13,931) de su población en pobreza y, de estos, al 48.7 por ciento (7,115) en extrema pobreza.
Los datos fueron confirmados por la titular de la Secretaría de Bienestar estatal Lizeth Sánchez García, durante su comparecencia ante el Congreso de Puebla, en el marco del Tercer informe del gobernador Miguel Barbosa Huerta. “La titular de la Secretaría de Bienestar federal indicó que en tercer lugar se ubica Coyomeapan, pues ahí el 95.3 por ciento de su población, tiene algún tipo de carencia, siendo la más importante la seguridad social, con un déficit del 91.6 por ciento; el acceso a los servicios básicos, con el 83.5; mientras que el 44.4 por ciento de la gente tiene rezago educativo” (elciudadano, febrero 2022).
El comportamiento de los niveles de pobreza ha variado poco; de acuerdo con el CONEVAL, en 2010 el 95.8 por ciento de la población se encontraba en situación de pobreza, en 2015 el 93.9 por ciento y para el 2020 sube al 95.3 por ciento. La Comisión Nacional de Población (CONAPO) ubicó al municipio en 2010 en el quinto lugar con mayor índice y grado de marginación, en 2015 en el noveno y, para el 2020 se le considera en el tercer lugar.
Los datos expuestos coinciden con el periodo gobernado por la familia de los “Celestinos”, quienes desde hace más de una década echaron raíces en la administración municipal: en el periodo 2011-2014 gobernó David Celestino Rosas, la administración 2014-2018 la encabezó su hermana Araceli Celestino Rosas, la siguiente, 2018-2021, nuevamente David Celestino y para la presente, independientemente de que se les acusa de fraude electoral, Rodolfo García López, esposo de Araceli; en cada administración con el ropaje de diferente partido.
La familia ha querido perpetuarse en el poder, y sin mucho esfuerzo por descifrar los números tomados de los organismos encargados de generar objetivamente información sobre la política social y medición de la pobreza, podemos observar que desde que se instalaron en la presidencia municipal lo único que han hecho por Coyomeapan es sumirlo en la miseria, aumentar los niveles de rezago social, nulo desarrollo y un crecimiento acelerado de hartazgo social, como consecuencia de su falta de trabajo por el pueblo.
Hace casi un año, los coyomeapenses tomaron la presidencia municipal, tras denunciar fraude electoral en las elecciones del 2021, de las que resultó electo el esposo de Araceli Celestino, a quien no quieren porque saben que la única garantía que ofrecen es seguir conservando el poder caciquil, mientras al pueblo lo sumen en la pobreza extrema.
El movimiento de resistencia indígena “Unidos por Coyomeapan”, como lo llamaron, lleva casi un año, a través de su derecho a la protesta y libre manifestación, exigiendo que se repitan las elecciones y denunciando la represión, violencia y acciones en contra del pueblo de la familia de los “Celestinos”, y no se ve en el futuro la pronta intervención del gobierno morenista de Miguel Barbosa para resolver el conflicto, al contrario, los mismos pobladores han denunciado colusión y protección a los Celestinos.
El movimiento indígena de Coyomeapan es genuino, nacido de las entrañas del pueblo trabajador que está defendiendo la libertad y la paz de su municipio y al él se han sumado, en el transcurso de los meses, más y más pobladores que están hartos del gobierno caciquil, y aunque han sido víctimas de la represión política, pues hace unos días asesinaron a tres pobladores y están detenidos cuatro activistas, el movimiento sigue avante.
Pero ahí viene lo absurdo del asunto. Hace unos días, en un acto de desesperación, la ahora diputada federal por el Partido del Trabajo (PT) Araceli Celestino Rosas, a través de un Punto de Acuerdo publicado en la Gaceta Parlamentaria, demandó la intervención de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) para esclarecer los hechos de violencia ocurridos en Coyomeapan y que derivó en el asesinato de tres pobladores a manos de policías estatales. Sí, la ahora diputada, integrante de la familia “Celestino” y una de las sembradoras de la semilla de la pobreza que ha dado buenos frutos en marginación y violencia; ella exige que se investigue y esclarezca la situación, ella, que abusando de su cargo, sin argumento alguno más que la difamación, acusa a la organización de Antorcha de encabezar el conflicto, a pesar de que los mismos pobladores y la organización en repetidas ocasiones han negado su participación; ella, que junto con su hermano y su marido provocaron la crisis y ahora no hallan a quién culpar, ella, que como dice sabiduría popular: “tira la piedra y esconde la mano”.
Desde hace varios meses los pobladores han denunciado una serie de actos intimidatorios, de violencia y represión por parte de la familia y el gobierno estatal para terminar con el movimiento, sin embargo, la unidad del pueblo los ha mantenido avante en su lucha por la libertad. Que se investigue lo ocurrido en Coyomeapan, de acuerdo, y que sea de manera objetiva, y solo así veremos cómo la realidad dará la razón a los pobladores, que lo único que exigen es justicia y paz para su pueblo, y solo así se descubrirá a quiénes son los que lo han mantenido la mendicidad, en la marginación y en la violencia desde hace más de una década.
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