El presidente presentó su “Plan Contra la Inflación y la Carestía” (PACIC). Se aclara lo siguiente: “No se trata de control de precios, es un acuerdo para garantizar que la canasta básica de alimentos tenga un precio justo y quiero agradecer la colaboración de los productores, empresarios y comerciantes porque han aceptado participar de manera voluntaria”. Acto seguido se demuestra que sí hay de por medio un control de precios: “Ramírez de la O detalló que el plan integral inicia por tener un precio de garantía en 24 productos de la canasta básica en alimentos como huevo, frijol, leche, limón, aceite, arroz, atún, azúcar, bistec, cebolla, chile jalapeño, entre otros. Detalló que el plan también implica un aumento en la producción de los principales granos: maíz, frijol y arroz; la constitución de una reserva estratégica de esos productos, además de un estímulo al programa Sembrando Vida. Precisó que se ampliará de cuatro a 9 estados el plan de entrega gratuita de fertilizantes, con lo que el gobierno pretende que aumente en 2 millones de toneladas la producción en granos básicos, además de 800,000 toneladas más con el programa Sembrando Vida”.
Cierto es que la pandemia generó desequilibrios en una buena parte de los procesos productivos, reduciendo con ello la capacidad de producción mundial de bienes y de insumos. Al mismo tiempo, con la apertura nuevamente de los mercados y de la economía, derivada de la disminución de contagios y la vacunación de la mayoría de la población de los países productivos, se generó un embudo en el abastecimiento de suministros, pues los puertos no se prepararon para lo que venía y la capacidad instalada fue rebasada y, por lo mismo, se hacían filas de más de un mes para que fuera atendido un buque con su carga.
Al propio tiempo, los Estados Unidos, con su afán halcón y guerrerista, empujó a Rusia a que se defendiera ante las amenazas de su propia seguridad y de la del mundo entero; Ucrania recibe armamento norteamericano es protegida por los halcones norteamericanos y, el resultado de la guerra y de las sanciones contra Rusia, han reducido significativamente la oferta de: a) combustibles (petróleo y gas natural), b) fertilizantes, que son fundamentales para la producción agrícola y c) alimentos, particularmente el trigo, pues es Rusia uno de los principales productores de trigo del mundo.
Estos factores son externos, pero que internamente tienen un efecto económico nocivo, pues al incrementarse el costo de los combustibles, de inmediato crece el precio de la inmensa mayoría de los productos. Efectivamente. Imagínese usted, amable y paciente lector, que transporta sus mercancías y gasta 1000 pesos para tal efecto, pero si sube el precio de la gasolina y ahora gasta 1500, entonces, para estar en la condición anterior a la subida del precio de las gasolinas, deberá incrementar el precio de sus productos para recuperar los 500 pesos gastados de más por el aumento del precio de los combustibles y seguir con el mismo nivel de ganancias inicial. Pues eso es lo que estamos viendo.
Una forma eficiente de combatir la inflación es incrementando la producción de aquellos productos que conforman la canasta básica y este gobierno ha llamado a resolver el problema mediante la producción de autoconsumo y dijo que aumentaría el apoyo de fertilizante gratuito de cuatro a nueve estados; sin embargo, la república tiene 32 estados y, por lo mismo, se augura un rotundo fracaso del proyecto de AMLO para combatir la inflación. Veamos. Está dejando la carga de la producción a los campesinos que no tienen recursos para invertir en la producción de maíz, trigo, frijol, etc., se trata de una buena intención, pero al no estar acompañada del capital necesario para garantizar la inversión y, con ella, la producción, entonces, son buenos deseos que auguran un mal resultado. A esto hay que agregar el problema de la reconversión a la que obligaron a los campesinos de México de sus tierras para que dejaran de ser de producción agrícola y las convirtieran en espacios aptos para la siembra de árboles y poder recibir el apoyo que dan en el programa “sembrando vida”.
Por otro lado, el Banco de México, como dice el manual, incrementa la tasa de interés para combatir la inflación, sin embargo, ello tiene como consecuencia el incremento del precio del dinero para solicitar créditos y con ello hacer inversiones, por tanto, se desincentiva la inversión y, por ende, la producción que de ella deriva. Así, hay menos empleo y menor producción de mercancías y, finalmente, habrá escasez y, por lo mismo, el incremento de precios.
Finalmente, algo que es fundamental para prevenir la inflación es la inversión pública; sin embargo, sabemos cuál es la actitud de este gobierno en torno a ello: han concentrado la inmensa mayoría de la inversión en las inútiles obras del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles de Santa Lucía, en el Tren Maya (que tiene orden de juez para que se suspenda la obra hasta que no tenga estudio de impacto ambiental) y la refinería de Dos Bocas, cuyo precio incrementa cada vez que lee uno la prensa, por exagerar un poco.
Tanto el subsidio a los combustibles en México, como la liberación de los aranceles de determinados productos, van a provocar una reducción de los ingresos del gobierno federal y, por lo mismo, de los gobiernos locales. Esta reducción impedirá responder mediante apoyos a la población y tendrá una fuerte carga sobre lo programado, de lo que se deduce que habrá más restricciones que llamarán austeridad, aun cuando la austeridad de los gobiernos es una de las formas de ser de los gobiernos neoliberales, a los cuales se les critica.
“Con sus decisiones [las de AMLO] ahuyentó a la inversión extranjera y por supuesto, a la nacional. Las consecuencias de haber cancelado el aeropuerto de Texcoco, y luego toda una serie de medidas para dejar sin efecto los contratos que se le han otorgado a la IP en sectores estratégicos, como el energético, tan solo por citar un caso, han impedido la generación de nuevos empleos formales para atender la demanda que, por lo menos, debe ser la creación de un millón de plazas al año”, escribió Alejo Sánchez Cano en El Financiero.
La conclusión es la misma: necesita el pueblo organizarse, educarse, conquistar el poder político, gobernar y poner en práctica un programa que efectivamente garantice que las medidas que se tomen estén pensadas en y para el pueblo de México.
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