En 1979 la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) decretó la celebración del “Día Mundial de la Alimentación” cada 16 de octubre. Sus objetivos son: “1. Una mayor atención a la producción agrícola en todos los países y un mayor esfuerzo nacional, bilateral, multilateral y no gubernamental a ese fin. 2. Estimular la cooperación económica y técnica entre países en desarrollo. 3. Promover la participación de las poblaciones rurales, especialmente de las mujeres y de los grupos menos privilegiados, en las decisiones y actividades que afectan a sus condiciones de vida. 4. Aumentar la conciencia pública de la naturaleza del problema del hambre en el mundo. 5. Promover la transferencia de tecnologías al mundo en desarrollo. 6. Fomentar todavía más el sentido de solidaridad nacional e internacional en la lucha contra el hambre, la malnutrición, la pobreza, señalar a la atención los éxitos conseguidos en materia de desarrollo alimentario y agrícola”.
Se está celebrando el 42 aniversario de dicho decreto, con el lema “Nuestras acciones son nuestro futuro- Una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor”. No es mi interés demeritar el buen deseo con el que fue creado, y aunque la frase resulta de tan buenos deseos, me parece que es preciso echar un vistazo al último informe que presenta el CONEVAL respecto a este tema de la alimentación en México. En su informe denominado “Medición Multidimensional de la Pobreza en México, 2018-2020”, de entrada, dice “La pobreza en México aumentó de 51.9 millones a 55.7 millones de mexicanos”, es decir, hubo un incremento de 3.8 millones de pobres; mientras “el número de mexicanos que viven en pobreza extrema pasó de 8.7 millones a 10.8 millones de mexicanos”. Es decir, hubo un aumento de 2.1 millones de mexicanos en condición de pobreza extrema. Estos datos ya de por sí son alarmantes. Pero hay quienes afirman que el número de pobres rebasa los 90 millones de mexicanos. Lo cual, si fuera cierto, resultaría aún más alarmante.
A pesar de los discursos nauseabundos que todos los días se dan en las mañaneras respecto a que México va avanzando, y que el pueblo ya está viviendo feliz, en el mismo informe del Coneval se dan otros tres datos de “Carencias sociales”, que difieren del discurso oficial. Veamos. “Rezago educativo: pasó de 19.9% en 2018 a 19.2% en 2020. Accesos a los servicios de salud: pasó de 16.2% a 28.2%. Acceso a la alimentación nutritiva y de calidad: pasó de 22.2% a 22.5%”. Esto es en el mismo período de 2018 a 2020, cuando la pandemia ya azotaba a México también.
Estos datos no hablan de una política nacional destinada a erradicar la pobreza en México, sino de una política que está contribuyendo al empobrecimiento de los mexicanos. No es nada alentador que en México haya un total de 28.6 millones de seres humanos que padezcan una mala alimentación nutritiva y de calidad. El mismo Coneval dice que “en México hay una gran disponibilidad de alimentos variados y nutritivos. Sin embargo, el problema radica en la accesibilidad a esos alimentos y en la calidad de la dieta de los grupos poblacionales con menores recursos”.
El problema de la falta de acceso a la alimentación variada y nutritiva no es porque no haya alimentos en México, o porque nuestras tierras sean infértiles. Hay toda una variedad de alimentos, pero estos están fuera del alcance de los pobres. Los supermercados están llenos de alimentos, el problema es que los mexicanos no tenemos un ingreso que nos permita acceder a ellos. Datos del CONEVLA dicen que la “Población con ingreso inferior a la línea de pobreza por ingresos es de 66.9 millones en 2020. Esta es la cantidad de mexicanos que padecemos algún tipo de carencia.
La verdadera solución a estos graves problemas no está en repartir dinero a la población, pues ha sido la política que ha caracterizado al gobierno de López Obrador, y aún a pesar de esto, el número de pobres sigue creciendo, y la pobreza se vuelve cada vez agresiva entre los pobres. Se requiere de una política integral que esté pensada en acabar con la pobreza y no con los pobres. El Movimiento Antorchista ha propuesto desde hace algunos años, 4 ejes que pueden ayudar a resolver el problema: 1.- Empleo formal y seguro para toda la población en condiciones de trabajar. 2.- Salarios bien pagados. 3.- Una política fiscal progresiva, en donde el que gana más, pague más, y en consecuencia, el que gane menos, pague menos. 4.- Una redistribución del gasto social, es decir, que se invierta más en obras que en realidad le sirvan al pueblo, y que resuelva el problema de los servicios básicos. Esta es la contribución que el Movimiento Antorchista Nacional hace para cambiar verdaderamente la vida de los mexicanos. ¿Se volteará a ver estas propuestas y asumirlas como una alternativa viable? ¿O seguirán con sus políticas fallidas que solo nos sumen más en la pobreza como lo demuestra el CONEVAL y lo reafirma la realidad? La 4T toma la última decisión. Quizá después sea demasiado tarde.
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