MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Con las mismas fórmulas no habrá crecimiento económico

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A pesar de los golpes de realidad, el presidente López Obrador no parece reparar en que el crecimiento económico es condición para el desarrollo de una sociedad; que un gobierno que desdeña y ningunea el incremento de la producción de su país no puede ni contribuir a la generación de empleo, ni a la mejora de los ingresos de los trabajadores, ni a la mejora de su bienestar (condición que el presidente ha acabado de desvalorizar a fuerza de discursos huecos y demagógicos), etc. Amén de que el crecimiento económico no es suficiente para el desarrollo, y que se requiere de una política fiscal redistributiva que lo acompañe, los gobiernos de los países con niveles de producción per cápita media, como México, no pueden dejar de lado la política de desarrollo industrial porque ese abandono es la condena de sus pueblos.

El presidente López Obrador se ha empeñado en presentar la actual crisis de crecimiento económico como resultado de la pandemia de Covid19. En consecuencia, para resolver esta crisis, según él, no hay nada mejor que hacer que esperar el rebote y la recuperación que automáticamente ocurrirá. Este es el discurso del tan llevado y traído comportamiento en V del crecimiento económico del que el presidente habla una y otra vez. Como prueba, el gobierno federal ofrece el dato de que el empleo formal ha vuelto a los mismos 20 millones que había en 2019, ¡20 millones en un país en el que la población trabajadora suma más de 60 millones! Apenas uno de cada tres. Una cifra por demás deplorable y que obvia que cada año se suma un millón de nuevos solicitantes de empleo. Flaco favor, por otro lado, le hace a su cacareada reforma contra la subcontratación y a su programa de Jóvenes Construyendo Futuro porque demuestra su fracaso.

El gobierno de AMLO, que declaró el fin del neoliberalismo en México, apuesta al mismo modelo y a los mismos factores, para detonar el crecimiento. En septiembre pasado dijo que el crecimiento económico de México se mantendrá por encima del 5% desde 2021 y, cuando menos, hasta 2024 porque se verá espoleado por el tratado de libre comercio (T-MEC) y por el plan de infraestructura de los Estados Unidos. En estos días de noviembre (el 26), y tras la disminución de 0.4% del PIB trimestral de julio a septiembre además de la amenaza de la nueva mutación del Covid19 aún más contagiosa, el presidente ha vuelto a insistir en su confianza en que este año el PIB de México crecerá 6% (“ese es mi dato”, dijo) gracias a la llegada de las remesas, de inversión extranjera directa y de cartera que, dijo, tendrán un cierre de año sin precedente.

El modelo neoliberal que adoptaron los gobiernos de México en los años ochenta implicó delegar al mercado externo, al sector exportador, el papel de motor de la economía. La desregulación de la economía mexicana se hizo con la expectativa de que afluyeran capitales del extranjero que permitieran expandir las capacidades productivas del país, el empleo y el ingreso de los hogares. Pero la realidad no ha sido esa. A pesar del flujo de capitales, la creación de empleo y el crecimiento económico han sido más bien mediocres. En los 18 años que fueron entre 1965 y 1982, la producción nacional aumentó en promedio cada año 6.22%; en los siguientes 18 años, de 1982 a 2000, ese mismo indicador disminuyó a 2.5%; y de 2000 a 2018, fue de 2%. Y si hablamos del crecimiento de la producción por habitante en México los datos son más desesperanzadores, entre los años 2000 y 2018 este indicador pasó de 10,359 a 9,545 dólares, una disminución de 7.85%. Esto es lo que en materia de crecimiento ha dejado el modelo de producción orientado a las exportaciones y en lo que confía la 4T. 

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