El pasado viernes los habitantes de la capital del estado empezamos nuestro día con la noticia, las imágenes y los videos del desalojo del comercio ambulante en el primer cuadro de la ciudad. El operativo a cargo de la policía municipal se justificó con que se les había avisado con tiempo que no podían seguir invadiendo las calles que tomaron al ser desalojados el pasado 15 de julio del zócalo, del andador turístico y de la Alameda de León.
Oaxaca es el estado que tiene más población empleada en la llamada informalidad, con un 80% de su población económicamente activa, por arriba de Guerrero y Chiapas con 76 y 74%, respectivamente. Para julio de este 2021, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) había reportado que, en Oaxaca, derivado de la pandemia por covid-19 las empresas formales e informales habían despedido a más de 60 mil trabajadores formales.
¿Y los que venden baratijas en las calles, son todos competencia de los que venden en el comercio establecido? ¿Las personas que vienen al centro son todas con el mismo poder adquisitivo y gustan de la misma calidad de los productos? ¿El problema es todo de oposición al giro comercial? Seguramente no, es en gran medida, de acomodo, de tránsito y de ordenamiento de los giros, tareas todas que son responsabilidad de las autoridades, que han generado un desequilibrio en la competencia y en la desventaja de tributación del comercio. ¿Pero no sería mejor acrecentar los atractivos para el turismo para que escoja de entre la variedad de productos artesanales orientados por una demanda encausada por un estudio de mercado que oferte una gama de productos más diversos en un comercio ordenado y acomodado?
El problema no se va resolver, los ambulantes se trasladarán a vender a otras calles y habrá que perseguirlos por toda la ciudad a que se muevan, como esta vez, presionados por la inconformidad social del comercio establecido en donde se ubicaban, pero a donde lleguen también habrá otros como los que se inconformaron, porque el problema no se está atacando de fondo, es más, fue propiciado en un alto porcentaje por la forma de hacer política de nuestros funcionarios y de los liderazgos y organizaciones que se generaron al amparo de esta forma de hacer las cosas, porque por más que se diga que es un negocio de oportunistas, el grado de esto depende de esa forma de hacer política a que me refiero y en el fondo de esa corrupción, está un número importante de gente que no tiene trabajo y que con tal de ganarse el pan de cada día acepta lo que se le ofrece, a falta de empleo ofrecido por nuestro aparato productivo y por el estado en su conjunto. Y como las estadísticas demuestran, este problema ira en aumento, cada vez habrá más gente que no tenga otra forma de ganarse la vida que con la venta de baratijas en la vía pública.
Aquí un ejemplo real de lo que a los políticos de nuestra clase social preocupa e interesa, aquí la falsedad de los discursos, no importa que miles de personas que dependen de este único modo de ganarse la vida que es un trabajo honesto y que no es delito, más allá de infringir las normas que se han puesto para contenerlo, no para atenderlo, normas que se reducen a evitar que se desborde el problema, pero no a resolverlo, mientras se aprovechan de ello, vendiéndoles permisos oportunistas que son usados como forma de hacerse de dinero y de poder gremial, como han denunciado miles de estos vendedores que piden una mesa de trabajo para llegar a un acuerdo, y que hoy que al Presidente ya no le importa aparecer como el verdadero represor y corrupto que se escondía de tras de la supuesta transformación morenista.
Aquí está el rostro del interés, llegado el momento, no importa que la gente pierda su patrimonio y el sustento de la familia. Dura lección pero lección al fin y los comerciantes deben sacar conclusiones correctas de ello, el problema no se ha resuelto, deben organizarse bajo otra dinámica, bajo representación legítima, porque los liderazgos deben entender que esa relación de cuates con la que han contenido el problema es la causante de esta crisis de sus agremiados, deben por tanto legitimar sus liderazgos y luchar genuinamente por sus afiliados, pugnando por una gran alianza con todo el comercio, el establecido en primer lugar para buscar generar un entorno que a todos beneficie con la atracción al turismo que busque diversidad, pero tranquilidad de tránsito y calma en este gran espectro de atracción que es Oaxaca, una tierra prodiga para todos. Y buscar que del presupuesto, se destine para espacios comerciales adecuados, arquitectónicamente idóneos, además de mejorar los mercados existentes y en vez de destinar recursos a comercio como el centro gastronómico que es un acto de competencia contra los establecidos y es el natural proceso de desarrollo de la sociedad de libre mercado, pero esto solo se logrará sobre la base de una organización amplia de todos los sectores comerciales, en eso consiste el reto en formar esa fuerza que exija a los responsables se generar esas condiciones y esos son las autoridades que hasta ahorita, han condicionado este sector a sus interés políticos y económicos.
Como decía al principio, el problema no se resuelve con desalojo violento, el problema se resuelve con una reubicación, que dará la oportunidad de direccionar y corregir los vicios de origen en cuanto a los métodos organizativos y la captación de impuestos, cosas que permitirán la gobernabilidad, el saneamiento de las finanzas municipales, un entorno atractivo para el turismo que nos visita y que es fuente de ingresos, y sobre todo, la generación de empleos que tanto necesita el estado para salir adelante.
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