La sala de conciertos Elisa Carrillo del Centro Cultural Mexiquense Bicentenario, de la ciudad de Texcoco Estado de México, fue sede del XXII Encuentro Nacional de Teatro del Movimiento Antorchista Nacional. Conociendo ya el sumo interés, el amor y la pasión que la Comisión Cultural de esta inigualable organización popular pone a la promoción de la cultura y el arte, no dudo ni tantito que el evento será todo un éxito.
Ojalá que, como yo, viejo antorchista, todos los miembros, amigos y simpatizantes de esta importante organización social, experimenten el orgullo y la satisfacción, que sólo es capaz de producir el hecho inigualable, de saber que se está trabajando por rescatar y destacar, el humanismo perdido en la humanidad misma.
Y, dado que lo que yo diga hoy aquí, no podrá ser considerado ya como promoción y publicidad a priori del magnífico evento que refiero; lo dejo entonces, como una pobre y humilde, pero sincera contribución desinteresada, de la labor organizadora y educadora que el Movimiento Antorchista se ha echado voluntariamente a cuestas con todos los mexicanos. No olvidemos que la cultura y el arte engrandecen la conciencia social del ser humano, pero también lo emancipa y libera. Antorcha nació para buscar la felicidad de todos los mexicanos; pero, no serán estos nunca felices, bajo el yugo ideológico de una sola clase social dominante que lo somete. He aquí la importancia fundamental pues, de promover, practicar, presenciar y admirar las bellas artes creadas por la humanidad.
El XXII Encuentro Nacional de Teatro, se llevó a cabo los días 24, 25 y 26 de marzo del año que corre, y lo pudimos presenciar a través de las páginas oficiales del Movimiento Antorchista. Si la agobiante y aniquiladora jornada laboral y doméstica, o la carga académica, se los permite, yo los invito al teatro. Aseguro que no sentiremos igual la vida, después de deleitarnos con las magníficas obras que los dramaturgos Antorchistas y sus amigos, nos prodigarán en estos días. Ojalá puedan seguirnos.
Se sabe que el teatro nació en Grecia entre los siglos V y VI Antes de Cristo, y surgió entre el pueblo, donde los primeros seres buscaban relacionarse imitando a la naturaleza que les impacta. Por eso, su origen se encuentra en los antiguos ritos religiosos prehispánicos, donde el ser humano comenzó a ser consciente de la necesidad de la comunicación para las relaciones con sus semejantes, para la seguridad y el trabajo conjunto. Se ha descubierto que, en los ritos de caza, por ejemplo, el hombre primitivo imitaba a los animales. Del rito pasó al mito, y de los brujos y chamanes pasó al actor.
El teatro griego evolucionó de los antiguos ritos religiosos a la tragedia; donde el público pasó de ser un participante a un observador. La tragedia griega tenía un componente educativo, de transmisión de valores, a la vez que una purgación de los sentimientos a través de la catarsis. Más adelante apareció la comedia, con un primer componente de sátira y crítica política y social, derivando más tarde en temas costumbristas y personajes arquetípicos. Ahí apareció también la mímica y la farsa. Por todo esto fue, que Grecia nos dio los principales dramaturgos reconocidos por la humanidad: Esquilo, Sófocles y Eurípides, en tragedia; mientras que, en comedia, destacaron Aristófanes y Menandro.
Durante la Edad Media, el teatro fue de calle, lúdico y festivo. Aquí distinguimos nuevamente el factor infaltable: el pueblo. Tres características se distinguieron: el teatro litúrgico, donde se abordaban temas religiosos en las iglesias; teatro religioso, fuera de las iglesias, pero en forma de misterios y pasiones; y el teatro profano, que abordaba temas no religiosos. En un principio los actores fueron los sacerdotes y lo escenificaban en latín, posteriormente los dramaturgos fueron actores profesionales interpretando en lenguas vernáculas.
Pero el modelo capitalista de producción también privatizó la cultura y el arte del pueblo, y lo convirtió en una más de las múltiples mercancías. Poco a poco el teatro también se convirtió en un mecanismo de recreación exclusivo para quien pudiera pagarlo. Hoy, ya no hay teatro para el pueblo; tan sólo le han dejado, como pobre sustituto, todo aquello que promueva la domesticación y el sometimiento social; y los mecanismos han cumplido su papel envilecedor.
El pueblo ya no acude a los recintos culturales. No obstante, todo lo que diga el gobierno que se autoproclama de la Cuarta Transformación, hoy, la promoción cultural en México también está en crisis.
Un buen ejemplo de lo que digo, lo encontré en una nota publicada en la página oficial de la Dirección General de Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Sinaloa, que quiero compartir aquí. “El teatro en México y en el mundo sufre una crisis, la cual se observa al presenciar teatros vacíos, ya que la falta de presupuestos, las nuevas tecnologías, el desinterés de las personas y el poco fomento de la cultura, ha llevado a que los actores se sientan desmotivados cayendo en la complicidad entre actores y público, al aceptar obras de baja factura”.
En la nota que refiero, Fernando Mejía Castro, director académico y cultural, y actor de la UAS, propuso ahí, ante este sombrío panorama del teatro lo siguiente: “Sugiero que nos comprometamos más como actores, que nos unamos y que gestionemos y solicitemos a las instituciones que inviertan más en la cultura, bajo un programa que vaya encaminado en formar nuevos públicos con talleres, no solo para el público sino para los propios actores, es algo que necesitamos discutir y dialogar en algún foro sobre cultura, donde estén actores, bailarines, músicos y ver cuál es el camino más idóneo”.
Tiene toda la razón el actor de la UAS. Sólo que, para rescatar el teatro, y el arte y la cultura en general, así como él lo propone, hacen falta dos cosas: un nuevo gobierno más humanista, por un lado, y sumarnos a una organización nacional amante de las bellas artes, como el Movimiento Antorchista Nacional, por otro. Y mientras esto no suceda completamente, los antorchistas, como desde hace ya más de 20 años, seguiremos impulsando y realizando nuestro Encuentro Nacional de Teatro.
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