Muchas han sido las catástrofes ecológicas en la historia humana. La gran niebla de Londres en Inglaterra (1952) en la que murieron 12 mil personas y otras 100 mil fueron hospitalizadas por contaminación atmosférica. El desastre industrial más atroz de la historia acontecido por la falta de medidas de seguridad de la fábrica de productos químicos Union Carbide en Bhopal, India (1984); los residuos químicos esparcidos por el subsuelo, pozos y acuíferos provocaron 23 mil muertes, 508 mil casos de incapacidad permanente y 33 mil heridos graves. La explosión nuclear en Chernóbil Ucrania (1986) que tuvo un saldo de más de 30 personas muertas y unas 200 mil con envenenamiento radioactivo que fallecieron años después. El desastre del Prestige en España (2002) que derramó 63 mil toneladas de petróleo contaminando 2,980 km de litoral y mató a más de 200 mil aves marinas. Entre otras. El elemento común de todas estas catástrofes ha sido la irresponsabilidad de la gran industria o del gobierno y la colusión de las autoridades.
El pasado 3 de febrero otro golpe brutal a la naturaleza tuvo lugar en Ohio, Estados Unidos. Un tren, de la empresa Norfolk Southern, que transportaba sustancias peligrosas, se descarriló en East Palestine, Ohio. Esto provocó la liberación de gases venenosos; 14 de sus 150 vagones contenían 100 mil litros de cloruro de vinilo. Ante la amenaza que eso representaba, las autoridades decidieron quemarlo. Temiendo una explosión, las autoridades realizaron el 06 de febrero una “liberación controlada” de los materiales tóxicos de 5 vagones cisternas, el contenido fue desviado a una zanja y quemado, lo que generó una columna de humo de 320 km.
El cloruro de vinilo (C2H3Cl) es un gas altamente tóxico y cancerígeno perteneciente al grupo de los hidrocarburos clorados. En su libro Primavera silenciosa, Rachel Carson se refirió a este grupo de sustancias como “elixires de muerte”. Carson hizo una denuncia y crítica de la grave contaminación causada por químicos que pertenecen a los hidrocarburos clorados, cuyo verdadero alcance continúa siendo imposible de predecir. Al grupo mencionado pertenece también el peligroso cloruro de vinilo que, a decir del Instituto Nacional del Cáncer, puede ser causante de cáncer de hígado, cerebro y pulmón, linfoma y leucemia. Quemar cloruro de vinilo puede dar origen a uno de los agentes de la muerte a los que se refiere Carson: el fosgeno, una sustancia que fue utilizada como un arma química mortal en la primera guerra mundial.
Además de C2H3Cl, el descarrilamiento del tren liberó también al ambiente otras sustancias igualmente tóxicas: acrilato de butilo, acrilato de 2 -etilhexilo y éter monobutílico de etilenglicol. ¿Cuál ha sido el saldo de muertes de este desastre ambiental? ¿cuántos animales han muerto intoxicados? ¿cuáles son los efectos a corto y largo plazo en la salud los habitantes del lugar? ¿cuál es el estado del suelo y de las aguas subterráneas? son incógnitas que no se han resuelto. Recientemente el Departamento de Recursos Naturales de Ohio actualizó la cifra de animales muertos a 45,000 en un rango de 8 km alrededor del incendio. No obstante, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) declaró que no había detectado contaminantes a “niveles preocupantes” en East Palestine y sus alrededores. La Filial de Virginia Occidental, American Water, que presta servicios de abastecimiento de agua en 24 estados, declaró el 12 de febrero que no había detectado ningún cambio en el agua del río Ohio.
Sin embargo, los residentes han estado mostrando evidencias en las redes sociales sobre la contaminación extrema de sus cuerpos de agua; sus canales saturados de aceites, olores tóxicos; la muerte de pollos, zorros, perros y peces. Algunos pobladores han manifestado vómitos, dolores de cabeza y malestar. Además, los periodistas denunciaron dificultades para acceder al sitio y los abogados de los habitantes de East Palestine advirtieron sobre planes de Norfolk Southern para ocultar evidencias, pues la compañía tenía previsto trasladar los 11 vagones antes del 1 de marzo dejándolos disponibles para inspección solo durante dos días.
Norfolk Southern es un poderoso gigante ferroviario estadounidense que ha influido fuertemente en la política y las leyes de ese país. El portal web The Lever, informó que esta compañía es parte del grupo de cabildeo que presionó con éxito al expresidente Donald Trump para que derogara una regla de 2015 que exigía sistemas de frenos electrónicos más modernos y seguros en trenes que transportan materiales peligrosos.
La catástrofe ecológica de East Palestine, Ohio, así como muchas otras que han acontecido, pudo haberse evitado si el gobierno estadounidense endureciera las leyes ambientales y si protegiera el bienestar de sus pobladores y de sus ecosistemas en lugar de proteger a los intereses de las grandes compañías. El gobierno estadounidense debe instrumentar a la brevedad medidas de remediación y mitigación, tiene los medios y tiene disponible el conocimiento científico; debe obligar a Norfolk Southern a pagar a los habitantes de East Palestine los daños, y debe también hablar con claridad a la población. Esto no sucederá automáticamente porque el gobierno estadounidense vela por los intereses de las grandes empresas, pero la organización y la presión constante de la población de Ohio podrá, seguramente, hacerlo cumplir en alguna medida sus obligaciones.
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