La crisis económica en México, la sufren, de alguna manera, la mayoría de los mexicanos, pero sin duda, afecta principalmente a los sectores más vulnerables. Los productos de la canasta básica se han disparado y los intentos del Gobierno federal para evitar su encarecimiento no han dado los resultados esperados. La política errática de los gobiernos hacia la producción de alimentos ha castigado las actividades agropecuarias; pues las políticas económicas de las distintas administraciones y partidos que han gobernado al país, en las últimas décadas, han disminuido la inversión presupuestaria hacia el campo, trayendo como consecuencia una disminución en la producción de los alimentos que consume la población. Este es el caso del maíz blanco, que a causa de las insuficientes cosechas llega a escasearse en los últimos meses del año, elevando su precio y el de todos sus derivados.
El maíz es la base de uno de los alimentos más representativos de la comida mexicana, de él se derivan una gran cantidad de platillos, es la materia prima para la elaboración de la tortilla, principal alimento que, muy rara vez o casi nunca, falta en la mesa de las familias. La Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE), menciona que, en México, el 98.6 de la población la consume. El consumo anual por persona, en las ciudades, es de 56.7 kilogramos de tortilla y en las comunidades rurales, es de 79.5.
Por tanto, el aumento del precio del maíz origina que se incremente el costo de la producción de la tortilla. El maíz se produce en casi todo el territorio nacional, pero por las condiciones naturales, incluyendo el clima, la tierra apta para su cultivo y la disponibilidad de agua, algunas regiones se han convertido en excelentes productores. Casi todo el noroeste, el bajío y centro del país se cultiva con alta y mediana tecnología, en el resto del país se cultiva de forma temporal por la carencia de una infraestructura hidráulica y en algunos casos existente pero obsoleta por falta de mantenimiento.
De acuerdo con la información que otorgan las autoridades agropecuarias, la producción de maíz en México es suficiente para el consumo humano, cuya necesidad ronda en las 22.2 millones de toneladas, pues en cada ciclo agrícola, en los últimos años, se produce más de 27 millones de toneladas. Los principales estados productores de maíz son Sinaloa, con el 26 por ciento; Jalisco, con 12.6 por ciento; Estado de México, con 6.5; Michoacán, con 5.9 por ciento; Veracruz, con el 5.7, finalmente, Guerrero con el 5.5 por ciento.
Guerrero ocupa el sexto lugar en la producción de maíz a nivel nacional, por ejemplo, de acuerdo con información de la entonces SAGARPA, en 2018 registró una cosecha de un millón 335 mil 918 de toneladas, el 90 por ciento de esta producción fue de maíz banco, utilizado para el consumo humano, el resto, el 10 por ciento, fue de maíz amarillo destinado para alimentación animal.
Estos datos, sin embargo, son cuestionables, pues año tras año, México se ve obligado a importar maíz blanco, como recientemente sucedió con la compra de 400 mil toneladas a Sudáfrica. Esta situación provoca que el precio de la tortilla aumente y dañe el bolsillo de millones de mexicanos. De acuerdo con el Índice al Consumidor del Inegi, entre enero de 2021 y junio de 2022 el precio de la tortilla se ha disparado en un 26.45 por ciento. El precio varía, pero siempre en aumento; por ejemplo, 27 pesos en Hermosillo; 29 pesos en Acapulco y 14 pesos en Tlaxcala. Dato que proporciona el Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados (SNIIM). Curiosamente son los estados productores de maíz donde se registran los precios más altos de este producto.
Ante estas dificultades, el gobierno de México y sus instituciones dan muchas explicaciones y tal vez algunas sean válidas, argumentan que la crisis económica, que afecta a la mayoría de los países del mundo, se debe a la pandemia, a la variación del precio del petróleo de cuyos derivados se producen los fertilizantes, culpan al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, y los menos dicen que también se debe al cambio climático que en algunas partes provoca exceso de lluvias y en otras latitudes sequías prolongadas. Concluyen con eso, que no tienen responsabilidad en este problema.
Sin embargo, es necesario que empecemos a ver el origen de estas dificultades y para eso, en el problema que tratamos, dice la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), que la tortilla es un producto cuyo precio no está controlado, por lo que depende de la oferta y la demanda, que cuando no se produce suficiente maíz aumenta la demanda y el precio tiende a subir. Aquí está la verdadera explicación. Vivimos en un mundo capitalista, cuya finalidad es producir para el mercado, para que las mercancías las compre quien tenga la posibilidad de hacerlo y quien no pueda o no tenga los medios se abstenga de hacerlo, aunque las necesite.
La producción de alimentos no es prioridad del sistema y del gobierno que tenemos, la finalidad es producir riqueza, mediante el uso de la fuerza de trabajo de millones de trabajadores, sin importarles que estos sufran de hambre, al no poder adquirir suficientemente los productos para alimentarse.
Es esta la explicación por la que al gobierno no le interesa la producción de alimentos, ni regular el precio de la tortilla y el de todos los productos alimenticios, por eso protege a los acaparadores de granos, en este caso del maíz. La clase trabajadora del campo y de la ciudad deben exigir que el gobierno garantice la producción agropecuaria, haciendo una inversión planificada en el campo, de lo contrario siempre estaremos dependiendo de la importación y pagando los costos que esto implica. También es urgente que continuemos construyendo la organización superior que, en un mediano plazo, conquiste el poder y cambie este modelo económico injusto que produce mucha riqueza que acaparan solo los dueños de los medios con que se produce.
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