La violencia sigue desatada por todos lados, y, por lo que vemos, conforme a lo que dicen las autoridades en Colima, esto no parece que vaya a parar pronto. Hoy hice nuevamente un recuento de la semana que recién está terminando, y los datos son espeluznantes. El resumen es de viernes a viernes comenzando por el 21 de abril, y los datos son sólo los que encontré publicados en la antepenúltima página de un medio local.
Veamos. “Balean a cinco este jueves, cuatro de los agredidos perdieron la vida”; “Ejecutan a pareja en el jardín de la colonia Verde Valle”; “Se registró anoche una movilización tras el reporte de disparos de arma de fuego en la cabecera municipal de Coquimatlán”; “Ejecutan a un hombre y una mujer en Tabachines”; “Fallece agente de la Policía Estatal agredido en el Chical”; “Balean a cuatro hombres”; “Localizan cartulina con narcomensaje en el Mirador de la Cumbre”; “Encuentran bolsa con restos humanos en Riveras del Jazmín”; “Ejecutan a un policía municipal en colonia Puerta de Rolón”; “Hallan granada de fragmentación en Rinconada del Pereyra”; “Cuatro ejecutados y dos heridos; saldo de ayer en el estado”; “Detienen a un hombre y una mujer en posesión de metanfetamina”; “Lanzan artefacto explosivo a un lote de autos en Manzanillo”; “Ejecutan a un hombre en el Infonavit”; “Un ejecutado, un embolsado y dos baleados, saldo de ayer en el estado”. Y, finalmente. “Localizan 10 fosas clandestinas; también se encontraron 26 restos óseos; tres vehículos fueron incautados”. (Diario de Colima, del 21 al 28 de abril de 2023).
En contrapartida, a la violencia, y en supuesto abono a lo que están haciendo las autoridades para parar esta sangría, encontré dos notas en el mismo período. La primera, el miércoles 26 de abril: “En seguridad, primordial el trabajo conjunto del Estado y municipios”, dijo la Gobernadora Indira Vizcaíno. Y luego afirmó: “Tendría que ayudarnos a que, desde los propios ayuntamientos, identifiquemos perfectamente cuales son las primeras necesidades que hay para el fortalecimiento de nuestros policías…”. Y nada más.
La segunda nota es mucho más desesperanzadora aún: “Cónsul: Gobierno de EUA apoyará a Colima para reforzar la seguridad”. El medio informó ahí, que la mandataria solicitó a la cónsul Al-Laham establecer una agenda en conjunto para disminuir más este tipo de ilícitos”. Y aquí tenemos ya las novedades oficiales para parar la violencia en Colima. En resumen, nada.
Pero, es que acaso, a estas alturas del problema, ¿en verdad pueden hacer algo las autoridades municipales y estatales, para parar el alto número de homicidios dolosos, y la violencia que nos azota por todos lados? Si en verdad entendieran el origen fundamental del problema que vivimos ahora, yo creo que sí. Pero dudo mucho que lo entiendan. O si lo entienden, dudo mucho que en verdad lo quieran parar.
Aclaro que yo no soy especialista en el tema ni nada parecido, pero, dada la suma preocupación que siento, aun así, quiero dejar aquí mi modesta pero sincera opinión.
A estas alturas, ya es muy claro para todos, que los homicidios dolosos, los secuestros y los enfrentamientos diarios entre grupos de criminales, tienen como móvil y motivo fundamental la compra, el tráfico y la venta final de todo tipo de estupefacientes, es decir, de una mercancía especial, sobre todo, de lo que se llama ahora, drogas sintéticas. O sea, que nos encontramos sufriendo ya las consecuencias del desarrollo inevitable y la modernización de la mercancía; fenómeno estudiado y analizado ampliamente por el economista alemán Carlos Marx en su obra cumbre, publicada en 1867, llamada El Capital.
“La mercancía es, en primer término, un objeto externo, una cosa apta para satisfacer necesidades humanas de cualquier clase que ellas sean. El carácter de estas necesidades, el que broten por ejemplo del estómago o de la fantasía, no interesa en lo más mínimo para estos efectos. Ni interesa tampoco, desde este punto de vista, cómo ese objeto satisface las necesidades humanas, si directamente como medio de vida, es decir, como objeto de disfrute, o indirectamente, como medio de producción”. (El Capital t I, Sección Primera, Cap. I)
Para fundamentar esta idea genial del filósofo y economista alemán, la escritora chilena Martha Harnecker, en su libro llamado ¿Qué es la Sociedad?, nos informa que, en la producción de toda mercancía, son componentes indispensables tres elementos: la materia prima, los medios de trabajo, y la fuerza de trabajo. Pero al adquirir todo esto, el fabricante para producir su mercancía, es fundamental para él, comprar y convenir el precio de la fuerza de trabajo, antes de iniciar el proceso de producción, pues la comprará y pagará como fuerza de trabajo, pero la venderá, ya mezclada con los otros elementos, como trabajo en forma de producto. La diferencia del valor convertida en precio, de lo que paga por el trabajo como fuerza, y lo que obtiene cuando la vende como trabajo en una mercancía, es su ganancia, lo que Marx llamó en su obra plusvalía, es decir, trabajo no pagado al obrero.
Pues bien, todo tipo de droga, sintética o no, es mercancía, y toda, sin excepción, como toda mercancía, conforme a lo científicamente expuesto por Marx, tienen dentro de sí la ganancia de quien la fabricó, y esta ganancia, que en ocasiones es generosamente ingente, tiene qué ser recuperada por su fabricante a como dé lugar. Es por esta razón que la mercancía llamada mariguana, cocaína, heroína, morfina, fentanilo, metanfetamina, etcétera y etcétera, tiene que ser vendida cueste lo que cueste, así tengan sus vendedores que recorrer para ello continentes enteros, si fuera necesario, o matar a media humanidad, dejando sólo a los consumidores que estén dispuestos a pagar por ella. Esta es la esencia que justifica el funcionamiento y empoderamiento del sistema capitalista de producción.
Entonces, ¿pueden los gobiernos actuales parar la producción, el tráfico, la venta y consumo final de las drogas, sintéticas y convencionales, para parar la masacre sangrienta que estamos viviendo hoy? Sí pueden. Sólo que, para ello, deberían enfrentar y parar, el afán desmedido de obtener ganancia fácil y mal habida, de toda la cadena de financiadores, productores, fabricantes, distribuidores y vendedores de todo tipo de estupefacientes. Es decir, los gobiernos deben estar dispuestos a trabajar para cambiar el modelo de producción actual, por un modelo que privilegie la existencia humana.
¿Es esto lo que buscan en verdad todos los gobiernos actuales? No; ni lo buscan y ni lo quieren. Sólo un gobierno que represente verdaderamente a los más agraviados y desprotegidos de la humanidad, será capaz de tamaña hazaña histórica y humanista. Todos los mexicanos lastimados y enlutados por las mortales consecuencias del consumo de las mercancías llamadas drogas, debemos reaccionar y aprender la lección. Hoy, son las drogas sintéticas; ayer, la mariguana, la cocaína y los derivados de la morfina; antes fue el opio; y después, ¿qué mercancía tan funesta será, la que siga matando a muestras familias? Ojalá que reaccionemos a tiempo. Paremos las masacres, trabajemos ya para cambiar el sistema de producción.
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