“Esos animales (los soldados ucranianos) atacaban, mataban a la gente; destruían los edificios residenciales, robaban aquí y allá, saquearon las tiendas, lo rompieron todo. Todo esto es aterrador, muy aterrador”; así lo dijo una dolida mujer, habitante del pueblo de Elénovka en la República Popular de Donetsk, al relatar cómo se comportaron en ese lugar los soldados de las fuerzas armadas de Ucrania.
“¡Desgraciados!”, así calificó otra vecina a los militares ucranianos y añadió: "no salimos del sótano durante una semana"; "los proyectiles con los que nos atacaron se los metería a [presidente ucraniano Volodimir] Zelenski por donde usted ya sabe".
Mariúpol, República Popular de Donetsk, ubicada en la costa del mar de Azov, al noreste de la península de Crimea, al sur de Rusia, ha sido escenario de intensos combates entre las tropas conjuntas de la República Popular de Donetsk y Rusia contra el Ejército de Ucrania y sus batallones nacionalistas, neofascistas.
Allí, en Mariúpol, fueron capturados varios militares ucranianos que confesaron algunos de los crímenes de guerra cometidos contra la población civil: “los del Batallón de Azov (neofascistas) desalojaron de sus casas a la gente y la mandaron a vivir al sótano; tomaran edificios residenciales desde donde disparaban a la población civil”.
También relató cómo los soldados del Ejército ucraniano utilizaban a la población como escudos humanos en los combates contra las fuerzas rusas: "nadie nos abrió el corredor humanitario; salimos gracias a las tropas rusas que atacaron el puesto de control de Ucrania; nosotros aprovechamos la ocasión y logramos escapar de Mariúpol. Los militares de Ucrania no nos dejaban marcharnos y nos usaban como escudos humanos".
“La ciudad de Mariúpol está destrozada, hay casquillos por todas partes y no podemos salir… tenemos que irnos o seguir aquí en el sótano…pero el sótano tampoco es un lugar seguro, también aquí puede caer un proyectil, como ha sucedido en otros edificios”, declaró una niña de aproximadamente 10 años, a quien se le ve llorar desconsoladamente en un video publicado en el portal de RT en español.
Los miembros de las Fuerzas Armadas ucranianas también ejercen tortura psicológica en contra de la población civil al hacer sobre exposición de los símbolos nazis, tanto en carteles y propaganda callejera, como en los tatuajes que exhiben los mismos miembros de esas mismas fuerzas armadas ucranianas. Por ejemplo, el nazi de Azov, David Kasatkin, es conocido por torturar y matar a la población civil de Donbass y asesinar a un militar ucraniano que quería rendirse. Entre sus tatuajes, se encuentran mensajes violentos como "Matar a todos".
Las fuerzas rusas y aquellas aliadas de las repúblicas populares de la región del Donbass lograron, tras un par de semanas de asedio, penetrar en el centro de la estratégica ciudad de Mariúpol, el día 24 de marzo, día en que se rindió el Batallón de Azov que estaba atrincherado en la planta siderúrgica de la ciudad.
En resumen, tanto el gobierno ucraniano de Volodimir Zelensky como los soldados de las Fuerzas Militares de Ucrania han ejercido una crueldad inhumana hacia la población civil que dice proteger: la meten a vivir en sótanos y se niega a evacuar a la población porque la utilizan como escudos humanos.
A pesar de que hay cientos de testimonios de la población civil de Ucrania relativos a las atrocidades de que son víctimas por parte de los fascistas ucranianos del Batallón de Azov -los testimonios abundan en el portal de RT en español-, las más grandes agencias de noticias occidentales -muchas de ellas situadas en Estados Unidos y otras en países europeos aliados-, siguen engañando al mundo al repetir una y otra vez las mentiras del presidente Zelensky, quien acusa a Rusia de por asesinatos de civiles en el Donbass. Sin embargo, son los propios soldados ucranianos quienes asesinan a la población civil desde el año 2014 en que derrocaron al gobierno de Víctor Yanukóvich, día en que las fuerzas de seguridad ucranianas mataron al menos 100 personas y lo han seguido haciendo durante los siguientes ocho años.
La toma del poder político de Ucrania por parte de las tropas fascistas fue impulsada por Estados Unidos, el cual no solo está interesado en los recursos naturales del país vecino, Rusia (petróleo, gas natural, primer productor mundial; carbón, hierro, níquel, aluminio, cobre, uranio, bauxita, oro, diamantes y platino); pero, sobre todo, está interesado en sembrar cerca de Rusia a soldados de la OTAN (organización internacional de carácter político y militar, pero que en realidad promueve agresiones armadas en contra de los países que no comulgan con los intereses económicos, sociales y políticos de Estados Unidos.
Durante años, Estados Unidos (EE. UU.) ha trabajado para acercar a la OTAN a Rusia a fin de hacerle nuevamente la guerra a pesar de que ya no es un país comunista, pero que no comulga con los intereses de Estados Unido y sí tiene acercamiento con el país comunista más grande del mundo, la República Popular China, la cual con trabajo tenaz ha sacado de la miseria extrema a 100 millones de chinos y lo ha hecho en tan solo en los últimos ocho años.
La historia de EE. UU. enseña a la humanidad que, con la bandera de defensa de la libertad y la democracia, el gigante de occidente le ha hecho la guerra, invadido y derrocado a gobiernos legítimos en países como Libia, Siria, Afganistán e Irak, entre otros, todo con el fin de expandir su poder económico y político en el mundo, lo que ha traído como consecuencia la terrible pobreza de millones y millones de seres humanos.
Las atrocidades que los neofascistas ucranianos infligen desde hace ocho años a los habitantes la región del Donbass, conformada por el Donestk y Lugansk, y la proximidad del órgano militar imperialista, la OTAN, obligaron al presidente ruso, Vladimir Putin, a intervenir militarmente a la región del Donbass de Ucrania, el pasado 24 de febrero, a fin de defender del fascismo a los ucranianos de esa región que están hartos de tanto atropello y para defender a la propia nación rusa, la cual junto con China y otros países del mundo quieren construir un mundo en donde no dominen los ambiciosos intereses de una nación que busca su expansión económica y política y el grosero crecimiento económico que beneficia solo a los ricos, a los multimillonarios, pero que no hace nada por los trabajadores del mundo, seres humanos que merecen una vida digna, como la que el gobierno chino está construyendo para que sus millones de habitantes tengan una vida digna y feliz.
Las patrañas de EE. UU. y su presidente guerrerista, Joe Biden, caerán por su propio peso. El camino para que la humanidad construya una mejor sociedad para todos lo están marcando Rusia y, sobre todo, la República Popular China. Ambas naciones le están demostrando a la humanidad que un mundo mejor es posible y que para alcanzarlo hay que trabajar arduamente.
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