El mundo está atravesando por una severa crisis, el capitalismo, que es el sistema económico que tiene atrapado al planeta, está dando patadas de ahogado, es un enfermo terminal que quiere sobrevivir a toda costa y, como toda fiera herida de muerte, lanza zarpazos sin ton ni son.
Nuestro país es parte de este mundo que está de cabeza; también transita por una etapa muy complicada, pues el capitalismo que también impera, y que se ha caracterizado por ser un sistema de explotación del hombre por el hombre; ha traído consigo abusos de los explotadores, quienes son los dueños de los medios de producción, hacia quienes sólo poseen su fuerza de trabajo para sobrevivir, que tienen que levantarse para irse a trabajar desde tempranas horas, cuando el sol aún ni se asoma y tienen que regresar a su casa de la misma manera, a oscuras; que tienen que abandonar a sus hijos a su suerte para llevar recursos a su hogar y malcomer, malvestir y malvivir.
Este sistema ya caducó; sin embargo, los poderosos de la tierra están tratando de alargar su estadía en este mundo, quieren seguir alimentándolo para que siga dando frutos, representados en las gigantescas fortunas de unos cuantos, porque la gran mayoría vive en la pobreza y marginación.
En el sexenio que está por terminar, las fortunas de los más ricos se han incrementado de una forma irracional y grosera, porque el Gobierno morenista les facilitó el camino para ello a costa del trabajo de millones de mexicanos.
En México las cosas van de mal en peor, pues no hay salud, la educación es deficiente, la inseguridad está incontenible y, sobre todo, la pobreza ha alcanzado a cien millones de mexicanos de los 130 millones que somos, una situación muy preocupante, porque no vemos la luz al final del túnel.
Lo más alarmante es que quienes tienen el poder en sus manos y, por ende, manejan los recursos públicos, el gobierno en turno, están representados por personajes que claramente defienden los intereses de los más ricos.
Prueba de ello es que en el sexenio que está por terminar, las fortunas de los más ricos se han incrementado de una forma irracional y grosera, porque el Gobierno morenista les facilitó el camino para ello a costa del trabajo de millones de mexicanos.
Ese es el verdadero rostro de quien nos gobierna: un Gobierno al servicio de los poderosos, un Gobierno que defiende los intereses de la burguesía y que está empobreciendo cada día más a los más pobres.
No hay que confundirnos, estábamos mal y ahora estamos mucho peor, pues muchos mexicanos votaron en las pasadas elecciones con la esperanza de que las promesas de los políticos se hicieran realidad, que cumplieran y se viera un verdadero cambio, una transformación, dicen, una transformación que por lo visto sólo existe en la cabeza retorcida de quienes tienen el poder en sus manos, porque no hay tales resultados. El país continúa en declive y va a ser muy difícil enderezarlo.
Es importante que los mexicanos ahora exijamos que se cumplan las promesas hechas, que se gobierne sin mentiras, que es lo menos que nos merecemos, que se rindan cuentas claras y que se ataquen los problemas de fondo.
No podemos seguir haciendo como que no pasa nada cuando vemos que la cifra de homicidios dolosos y la delincuencia están desbordadas, que padecemos tantos y tantos problemas, que sabemos que nuestro país está ardiendo literalmente. Exijamos resultados y cuentas claras, es lo único que nos resta.
Por nuestra parte, Antorcha, que es una organización que nació hace cinco décadas con el firme propósito de acabar con la pobreza, tiene estos años venideros otra meta por la que estamos luchando sin descanso: concientizar a los mexicanos de la necesidad de un cambio profundo en el país, de implementar un sistema económico más justo, más equitativo, donde haya trabajo para todos, con salarios dignos que cubran las necesidades básicas de alimentación, vestido, educación y recreación, y donde los recursos públicos sean realmente implementados para crear bienestar para todos los mexicanos, no como ahora, que sólo los más ricos son favorecidos y a los pobres se les mantiene en el olvido.
Esa es la meta, sabemos que sólo luchando con tesón podemos lograrlo. La tarea es alta, pero Antorcha la ha tomado en sus manos y no la soltará hasta no verla materializada.
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