MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Ante la falta de bienestar y felicidad, ¿qué le queda a los mexicanos?

image

“El Bien Supremo” del hombre es la felicidad escribía Aristóteles, el más sabio de los filósofos de la Grecia Antigua y caracterizó ésta en tres categorías: bienes externos (riqueza); bienes del cuerpo (salud o el placer) y bienes del alma (contemplación o la sabiduría) (Ética a Nicómaco, Libro I, págs. 50 – 61).

Es bueno traer a colación esta caraterización que Aristóteles hace de la felicidad con motivo del aumento acelerado de la pobreza en México que, de acuerdo con el doctor Julio Boltvinik, especialista en el estudio de la pobreza en México, ya suman 96.6 millones de pobres, equivalente al 75.5 por ciento de la población mexicana, tomando en cuenta una población de 128 millones de mexicanos. Es pertinente preguntarnos en este sentido si los mexicanos somos felices con esta vida de miseria que llevamos en un país donde no hay bienestar. Pero también sirve para desmentir algunas opiniones que dicen que los mexicanos a pesar de que no hay bienestar en México somos muy sonrientes y felices y opinan que esto se debe a que en México hay frutas abundantes, playas, oceános y mucha vegetación. Ésta y otras cuestiones subjetivas, son pronunciadas también por el presidente de la república cuando sostiene que el pueblo mexicano está feliz, feliz, feliz.

En efecto, si analizamos la situación de la salud y económica de los mexicanos, es más que evidente la inexistencia de esa felicidad. Así lo demuestra el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en su medición de pobreza 2019 que la revista Forbes recoge con fecha del 27 de diciembre de ese mismo año: “En México, dos de cada cinco personas son pobres, dos más son vulnerables de serlo por sus bajos ingresos, y solo una no es ni pobre ni vulnerable”, es decir, 4 de cada 5 mexicanos, son pobres, pues los vulnerables por su bajos ingresos también deben incluirse entre los pobres como lo confirma el mismo doctor Julio Boltvinik. En números absolutos, para 2019, 52.4 millones de mexicanos vivían en la pobreza y 9.3 millones de ellos en la pobreza extrema. Ahora, en su Medición Multidimensional de la pobreza en México: Estimaciones de pobreza 2018–2020 del Coneval, para 2020, el número de pobres aumentó a 55.7 millones (3.3 millones más con respecto a 2019 y 3.8 millones más con respecto a 2018) con 10.8 millones de ellos en pobreza extrema (1.5 millones más con respecto a 2019 y 2.1 millones más con respecto a 2018).  Pero si tomamos en cuenta a la población con ingreso inferior a la línea de pobreza por ingresos, que es la forma más correcta de definir a la pobreza, de acuerdo con especialistas en el área, el número de pobres aumentó de 61.8 en 2018 a 66.9 millones en 2020. Aunque el doctor Julio Boltvinik demuestra que en realidad son 96.6 millones, es decir, 29.7 millones más de lo que el Coneval proporciona. Muchos opinan que este aumento excesivo de pobres se debe a la pandemia, sin embargo, si le rascamos un poco nos daremos cuenta que realmente la pobreza no se debe a la pandemia (o no solamente a ella), sino a la falta de una política responsable y un plan serio y eficaz para combatirla. Medios que el presidente de la República no ha instrumentado hasta la fecha. Se ha conformado con los programas asistenciales que como lo dice el doctor Abel Pérez Zamorano en su artículo ¿A quiénes están beneficiando los programas asistenciales?, las políticas y programas gubernamentales, en función de resultados, son un rotundo fracaso. En efecto, esos programas asistenciales no tienen como objetivo combatir a la pobreza (y aunque lo tuvieran, no pueden combatirla, como ya se ha demostrado). La gravedad de esos programas asistenciales se pone de manifiesto por su claro propósito electoral, como, efectivamente, concluye el doctor Abel. Esos “nuevos programas de Andrés Manuel no están focalizados a la pobreza y mucho menos a la pobreza extrema; ni la Pensión de Adultos Mayores, que la generalizó siendo un gran acierto no tener una Pensión de Adultos Mayores Universal, ni Jóvenes Construyendo el Futuro, ni Sembrando Vida son focalizados a los pobres extremos”, sostuvo el doctor Julio Boltvinik en entrevista con Canal 6TV el día viernes 6 de agosto de 2021.

Como se ve, amigo lector, “feliz, feliz, feliz”, no lo estamos en México. La primera categoría que señala Aristóteles, no se cumple ni por asomo. En cuanto a la salud, de acuerdo con el informe “Health at a Glance: Latin America and the Caribbean 2020”, en México por cada mil habitantes hay 1.4 camas, 2.4 médicos y 2.9 enfermeros, cuando el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es de 4.7 camas, 3.5 médicos y 8.8 enfermeros por cada mil habitantes. Con respecto al gasto per cápita en la salud, éste asciende a 1,130 dólares, cuando el promedio de la OCDE es de 3,994 dólares, es decir, 3.5 veces menos se invierte en la salud en México. El mismo doctor Julio Boltvinik proporciona otro dato alarmante con respecto a la salud a raíz del incremento excesivo de la pobreza en México: “los datos captados por el INEGI reflejan que aumentó de 20 millones de personas sin acceso a servicios de salud a 35.7 millones de personas sin acceso a salud, esto tiene justificante en el desmantelamiento del seguro popular y la sustitución muy desordenada y caótica por el Insabi”, concluye el doctor. Por lo tanto, la segunda característica que hace Aristóteles de la felicidad tampoco se cumple en México.

Con respecto a los bienes del alma, México es un país con un enorme rezago educativo y cultural. Solamente por mencionar algunos ejemplos: a la ciencia, innovación y tecnología se invierte apenas el 0.48 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), cuando se le debe destinar “al menos el 1% del producto interno bruto al gasto para la educación superior y la investigación científica y humanística, así como al desarrollo tecnológico y la innovación en las instituciones públicas de educación superior” (Ley General de la Educación, Artículo 119). Por el otro lado, a la educación se destinan apenas el 5.3 por ciento del PIB (3.9 por ciento para el nivel básico y medio superior y 1.4 para el nivel superior), de acuerdo con la OCDE 2018. Pero lo misma Ley General de Educación en el artículo ya mencionado dice que “El monto anual en términos de la ley que el Estado destine al financiamiento en educación pública y en los servicios educativos garantizando la accesibilidad y la gratitud en la educación, no podrá ser menor al equivalente del 8% del producto interno bruto del país”. En lo que respecta al promedio de libros leídos por los mexicanos, de acuerdo con el Módulo de Lectura (Molec) 2020, elaborado por el INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), en México se leen en promedio 3.4 libros al año, muy por debajo de países europeos como España, por ejemplo, que su población lee 10.3 libros al año en promedio.

En efecto, México es un país lleno de pobreza material y espiritual, ambas muy agudas por cierto, que demuestran que los mexicanos estamos muy lejos de ser felices. Es claro que ninguna de las característica consideradas por Aristóteles se cumple. Lo que demuestra que en México el “Bien supremo” no se obtiene. Estamos hablando ya de 96.6 millones de infelices luchando por sobrevivir en la crisis económica y la pandemia y la tendencia va a la alza sin que el presidente de la República haga algo para contener dicho crecimiento. Un país con tres cuartas de su población en la miseria es un país enfermo física y espiritualmente que para salvarse tiene solamente dos salidas: o morir en la abundancia de la miseria o levantarse organizadamente y tomar el poder en sus manos.

NOTICIAS RELACIONADAS

0 Comentarios:

Dejar un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

TRABAJOS ESPECIALES

Ver más