Pensar críticamente es un tipo de razonamiento que, desde el punto de vista de diversos filósofos, podría ser definido de múltiples maneras, tomando en cuenta que la mayoría de las definiciones tienen alguna relación con el acto de cuestionar, valorar, establecer un juicio o tomar una decisión. En consecuencia, cuando se habla de pensamiento crítico, en términos generales, nos remitimos a esas actividades de cuestionamiento y de valoración que nos permiten emitir un juicio o tomar postura con respecto a un fenómeno, hecho o idea.
Así que, hablando de posturas filosóficas, el marxismo es una forma de pensamiento crítico, pues además de dirigir su estudio al régimen de producción capitalista desde el inicio hasta su configuración más desarrollada, dirige también una crítica social, denunciando y analizando, con una visión de cambio, realidades como la desigualdad social, la explotación de una clase sobre otra, la enajenación y alienación, así como el dominio ideológico de la clase en el poder.
Hoy en día, en México, se promueve este dominio ideológico por medio del Gobierno federal y lo hace a través de sus instituciones, de sus reformas, de distintos medios de comunicación y de las conferencias mañaneras, las cuales nuestro egocentrista presidente se niega a suspender, aunque muchas de estas conferencias sean ociosas y con un contenido irrelevante.
La autollamada Cuarta Transformación dirige esta promoción propagandística a sus más fieles y devotos seguidores que, como robots, autómatas o zombis, aplauden fervientemente los discursos demagogos de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Sin objetividad y sin análisis, es decir, sin un pensamiento crítico, se comportan muchos de los seguidores de AMLO ante las malas políticas que realizan los morenistas, quienes hoy están en el poder. Es sorprendente ver cómo ante un discurso lento y mentiroso de López Obrador, sus obradoristas lo profesan como en aquel cuento alemán, en donde los roedores hechizados por el flautista lo seguían obedientemente fuera de Hamelin. Este alelamiento, además de mantenerse por medio de la parte ideológica, se ha fomentado principalmente por medio de los programas asistencialistas, dejando a la gente vulnerable ante la compra de conciencias.
Y es que, este gobierno de la 4T sí tiene tela de donde cortar, si nos ponemos a analizar de manera crítica todo su desempeño a lo largo y ancho del país; se pueden vislumbrar sus tropiezos: 1) fracaso en el combate a la corrupción: según la OCDE, entre sus miembros, México es el país más corrupto de las naciones, con el apoyo de personajes ligados a la corrupción, como Manuel Bartlett, Félix Salgado y Carlos Lomelí, fue que López Obrador llegó al poder; otro caso fue el de su hermano Pío recibiendo “aportaciones” y, el más reciente, la casa en Houston de su hijo valuada en alrededor 20 millones de pesos, lo cual reveló un reportaje de Mexicanos contra la Corrupción y Latinus; 2) seguridad, con la consigna de abrazos no balazos es evidente que no tiene ideas claras para combatir la delincuencia, se ha dedicado a militarizar el país y hemos visto diversas escenas de elementos de la Guardia Nacional huyendo de grupos armados. Además, desde que inició la actual administración, en diciembre de 2018, hasta febrero de 2022, en México se habían registrado más de 110 mil homicidios dolosos y más de 3 mil 100 feminicidios, cifras inéditas; 3) economía, de acuerdo con un análisis del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), la inflación está en niveles que no se habían observado en décadas, al 7.29 por ciento, teniendo un impacto directo en los bolsillos de los mexicanos con menores ingresos. Desde 2020, México dejó de aparecer dentro del índice de los 25 países más atractivos para invertir, debido a la incertidumbre por los cambios en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y, por último, las obras emblemáticas de la 4T, refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, que registran un sobrecosto de millones de dólares y corren el riesgo de ser poco productivas.
Como resultado, en otras partes del país, la situación social no dista mucho de lo que se hace a nivel nacional. Tal es el caso del municipio de Ixtapaluca, en el cual, desde enero de este año en que gobierna Morena, a través de Felipe Arvizu, la violencia se ha desatado enormemente. Datos del Gobierno federal exponen que los homicidios dolosos han incrementado el 90 por ciento, más de 25 homicidios en los primeros cuatro meses de gobierno. Aunado a esto, se ha agravado el desabasto de agua potable en distintas comunidades, afectando a más de 60 mil ixtapaluquenses que no han recibido una solución concreta. Recortaron presupuesto que beneficiaban a jóvenes universitarios, a conserjes, secretarias, educadoras y despidieron injustificadamente a más de 500 trabajadores que dignamente realizaban su labor. Y si habláramos de obra pública, me sobrarían los dedos de una mano si de contar sus logros se tratase.
En suma, queda claro que en Ixtapaluca se sigue la línea política que traza el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, un alelamiento guinda que tiene como finalidad cubrir ojos, tapar oídos y censurar bocas para que no se atrevan a criticar sus gobiernos. Quieren todo lo contrario, reclutar gente que les aplauda como focas, que no piensen objetivamente; que, ante los problemas sociales, prefieran organizar una rodada de bicicletas por las calles llenas de baches; ante las necesidades de obras y servicios de la comunidad, prioricen gastar del presupuesto público de más de 50 millones de pesos en una feria nacional con artistas de renombre; que ante el problema de inseguridad, se preocupen más por ingresar en la nómina a sus familiares, lo que configura un verdadero nepotismo.
En definitiva, no se pueden dejar pasar todas estas injusticias y arbitrariedades sin que las denunciemos ante la gente. Necesitamos una sociedad con pensamiento crítico, que conozca el contexto económico y político en el que nos encontramos y que sea capaz de organizarse de manera consciente para luchar por un México más justo. Es necesario que el pueblo se ilumine, que se levante, que no caiga en el garlito del fanatismo y del poder irresponsable.
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