En un escrito anterior, ya me había referido a las acciones de imposición del presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO), aún le queda año y medio para que deje la silla presidencial, tiempo suficiente para que imponga su voluntad de desaparecer los pocos organismos autónomos que quedan como el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), en perjuicio del país, aunque él y sus defensores digan lo contrario.
Desde el tiempo de campaña fijó su postura al respecto de las instituciones de México, cuando gritaba a los cuatro vientos “al diablo con las instituciones” o “no me salgan con el cuento de que la ley es la ley”, con esta y otras frases puso en claro su política persecutoria contra todo aquello que le estorbara en el camino y al llegar a la presidencia ya no hubo duda del autoritarismo con el que ha marcado su gobierno.
En efecto, pasaron los cuatro primeros años del sexenio y hasta el momento no supimos en qué consiste la Cuarta Transformación porque cuando ya había sembrado la idea de que era el heredero y continuador de los tres momentos históricos anteriores, un buen día nos dijo que su proyecto era el del humanismo mexicano, pero en los hechos, tampoco hemos visto que sea un gobierno unificador como lo presumió, por el contrario, hemos sido testigos del divisionismo, de la incertidumbre y del encono social que ha promovido abusando de la investidura presidencial que le dio su cargo, desde 2018.
Es cierto que la persecución no es algo nuevo, los gobiernos del pasado tenían a gente que se dedicaba al trabajo sucio, ahora es el mismo presidente el que se dedica a acusar y lo seguirá haciendo hasta que termine su mandato y con el ejemplo incentivado desde la silla presidencial, los representantes populares se han vuelto especialistas en incitar a la violencia y en construir discursos de odio cuando la población de sus demarcaciones les reclama obras, apoyos y acciones de gobierno para hacer frente a necesidades.
Lo peor, es que el proceder de los morenistas se da en un ambiente de crispación social debido a la delincuencia que ha alcanzado niveles incontrolables, acción que debe ser rechazada por los mexicanos que buscamos paz, tranquilidad y empleo para sacar adelante a nuestras familias. Aunque falta poco, será el 2 de junio de 2024 cuando acudamos a las urnas a escoger al presidente número 66, quien habrá de reemplazar a López Obrador.
Hasta el momento parece que no tiene intenciones de reelegirse y sí muchas ganas de retirarse a su rancho para estar alejado del bullicio y de la política. El presidente morenista sabe, en el fondo, que está destruyendo instituciones que daban identidad al país como el INE, donde ya impuso a los consejeros, que son personas totalmente afines e identificados con él y su partido Morena, él sabe que ha cometido errores y excesos que el empobrecido pueblo de México le soporta a cambio de las becas y la pensión del bienestar, por lo que tiene amarrados con el lazo del dinero, a personas de todas las edades y de los mayor necesidad en el país.
Ya queda poco tiempo para que Morena defina a su candidato presidencial de 2024, pero funcionarios y representantes populares en funciones andan en abierta campaña de promoción con recursos del erario sin que haya alguien que les ponga un alto porque eso de respetar la ley tampoco es su fuerte, mientras crecen las disputas internas por ser el elegido.
Como se evidencia, el presidente no cambiará su forma de gobierno y seguirá con las imposiciones; por tanto, heredará el puesto a quien le garantice la continuidad de sus proyectos y al mismo tiempo le cuide los negocios de sus familiares, aunque eso implique un choque con el propósito de acabar con la corrupción, y terminará por imponer al que le demuestre total fidelidad para mantener el poder conquistado.
Es muy claro que Morena se encuentra sumido en una crisis profunda en la que los intereses personales y de grupo se imponen al propósito de contribuir al desarrollo de todos los mexicanos, y al contrario, son sólo ambiciosos vulgares e incongruentes que les importa sólo el poder y dinero, así se ve en los hechos.
Por eso, ante la cercanía de las próximas elecciones, habrá que preguntarse, ¿qué proyecto novedoso y de impacto social pueden ofrecer a los mexicanos?, ¿qué medidas desarrollarán para impulsar el empleo y el alza del salario?, y sobre todo, ¿con qué acciones se disminuirá la violencia e inseguridad?, porque con las becas del bienestar, programa estrella de AMLO no se ha logrado la paz, tranquilidad y trabajo que urgen en México
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