“Todo lo que ha sido conquistado, creado, construido por los esfuerzos del hombre y que sirve para reforzar el poder del hombre, es cultura”.

Trotsky

El acceso a la cultura para el pueblo de México es hoy algo prácticamente imposible. No solo por los costos son elevados de los espectáculos esculturales, sino por la poca difusión y desarrollo cultural por parte de las autoridades gubernamentales. Para el gobierno, el desarrollo cultural consiste en que los ciudadanos sean simples espectadores, no como sus protagonistas. 

En términos de inversión, en el año 2021, el Gobierno federal destinó el 0.1 por ciento del PIB en gasto para desarrollo cultural, es una cifra que se ha mantenido así por lo menos lo que va del presente siglo; destaca que la mayor parte de este presupuesto que en sí mismo es insuficiente, se destina a proyectos que poco contribuyen a la elevación cultural del pueblo mexicano. El Complejo Cultural Los Pinos es de los que más ha absorbido dicho presupuesto y que, en realidad, ha sido utilizado más como propaganda política que como herramienta de desarrollo. 

La construcción de espacios en las comunidades, esos lugares lejanos a las capitales que están prácticamente olvidados. Hay muy poca preocupación por que los hijos de campesinos, obreros, tengan un contacto y se desarrollen culturalmente, faltan escuelas, maestros y todo lo necesario para que se practique la música, el baile, la danza, el teatro, etc., de manera masiva. Las autoridades deben entender que dar conciertos gratuitos para promocionarse políticamente no es promoción cultural. 

¿Quién se preocupa entonces por el desarrollo de la cultura? Como en toda la historia, es el pueblo mismo quien se busca mejorar sus propias condiciones para su desarrollo cuando han sido olvidados por los verdaderos responsables de hacerlo. Para no dejar las cosas en la generalidad, es el pueblo organizado y concientizado el que ha hecho acto de presencia para ponerse a la vanguardia e irradiar sobre el resto de la población el empuje para tomar lo que les hace falta. 

Las revoluciones sociales no son sino eso, la vanguardia de los oprimidos liderando a sus hermanos de clase. En el caso de la cultura no es la excepción, para México es el Movimiento Antorchista Nacional (MAN) el que ha desarrollado una intensa labor de la difusión y desarrollo cultural, mismo que no se limita a presentaciones en los pueblo o colonias populares sino en el involucramiento de las personas en la práctica cultural.

Casas de la cultura, albergues estudiantiles, escuelas, talleres, etc., son algunas de las formas en las que el MAN ha puesto a disposición del pueblo la cultura. El objetivo es claro: elevar la capacidad creativa de la sociedad. En una sociedad como la mexicana, urge que la creatividad, principalmente de la juventud se imponga y transforme una realidad que se caracteriza por la violencia, la pobreza, marginación. 

El VI Concurso de Folclor es solo una pequeña muestra de lo que pueden hacer los hijos de las clases populares. Detrás de todo, hay una gran labor a cargo de cientos, miles de personas para que esto pueda hacerse realidad, todo en medio del olvido gubernamental. A pesar de la grandeza del concurso, es solo una demostración de que en la vida cotidiana de millones de mexicanos es una realidad gracias al trabajo del MAN. La practica de la música, la danza, el teatro, la poesía, no se quedan atrás. 

Impulsar este tipo de actividades en una realidad como la nuestra es verdaderamente una la tarea de liberación, más cuando las mismas han sido cooptadas por el poder para dar pan y circo a la población, para que se olvide de sus grandes problemas.