MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Advierte líder antorchista peligro por Tren Maya

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Saltillo, Coahuila. - Lejos de ser un proyecto viable para combatir o poner fin a los grandes males que aquejan a los mexicanos, el Tren Maya, el ambicioso proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador, emanado de la necedad y el absolutismo, representa desde su nacimiento una fábrica de mayor miseria, corrupción y devastación para el país, afirmó el dirigente de Antorcha en Coahuila, Pablo Pérez García.

Dijo que a estas alturas ya se han invertido millones y millones de pesos que le han sido arrebatados a estados y municipios, a universidades y sectores que anteriormente subsistían con diversos programas y fideicomisos que también fueron eliminados, todo ello, con la finalidad de que la famosa Cuarta Transformación, emanada del Movimiento de Regeneración Nacional, contara con recursos suficientes que permitieran la realización de
esa obra nacida del capricho presidencial y que parece tener oculta la participación de inversionistas de Estados Unidos que obligan a llevar a cabo el Tren Maya a costa de lo que sea, aún del hundimiento de la nación.

En su artículo denominado “Tren Maya, devastación y pobreza”, Ingrid E. Edna y J.C.Pool, reflejan con claridad la forma en cómo pobladores, activistas ambientales, sociedad civil, académicos y organizaciones, han alzado la voz y rechazan el Tren Maya, coincidiendo que es un proyecto neoliberal del gran capital que despoja a los campesinos de sus tierras y las contamina.

“El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y su Cuarta Transformación (4T) dicen rechazar todo lo que huela a neoliberalismo; pero defienden con uñas y dientes el Tren Maya, un proyecto que desde su origen evidenció corrupción. Hoy se sabe que carece de estudios de impacto ambiental, que causará graves daños a la selva y cuerpos subterráneos de agua, que despojó a campesinos y ejidatarios de sus tierras, que afectará el
patrimonio cultural y, sobre todo, que a su elevado costo se agregará un 43 por ciento más de lo proyectado inicialmente, pues en total consumirá más de 200 mil millones de pesos”.


Se habla de la intromisión de Estados Unidos en dicho proyecto, después del grave error que cometieron quienes plasmaron con anticipación los costos de traslado que se aplicarían a los usuarios del Tren Maya, con cantidades establecidas en dólares y no en pesos mexicanos.

Se ha coincidido en que la megaobra de López Obrador no es un proyecto social, sino uno donde el gran capital amenaza al medio ambiente, es un proyecto neoliberal que despoja a los campesinos y contaminará sus tierras, además de que no frenará la pobreza en el sureste mexicano.

El 21 de abril de 2020, alrededor de 290 representantes de organizaciones, colectivos y comunidades exigieron el cese de las actividades del proyecto del Tren Maya por riesgo sanitario ante la pandemia de Covid-19, además de solicitar las garantías equitativas de participación para las comunidades afectadas.

Volvió a suceder lo mismo, en lugar de escucharlos, López Obrador emitió un decreto que obligaba a que todas las actividades de producción de acero, cemento y vidrio que tengan contratos vigentes con el gobierno federal, continuaran para cumplir con los compromisos a corto plazo de los proyectos Dos Bocas, Tren Maya, Aeropuerto Felipe Ángeles y el Corredor Transístmico, aun cuando los acuerdos en la materia establecían el cierre de todas las actividades no esenciales.

El promotor de la 4T se ha dedicado a condenar a quienes se oponen a esa obra, acusándolos de todo, de ser parte de grupos del pasado que están en su contra, de corruptos y nefastos, después de que comunidades de la Península de Yucatán, colectivos y organizaciones de la sociedad civil han interpuesto demandas en contra del “Proyecto de desarrollo Tren Maya”, en las que se reclaman violaciones a sus derechos humanos ambientales, derecho a la consulta y consentimiento de los pueblos indígenas, derecho a la vivienda, derecho a la salud y a la información pública, entre otros.

La soberbia del mandatario mexicano no tiene límites, insistiendo en que quienes se oponen al proyecto del Tren Maya no lo hacen por una preocupación de impacto ambiental, sino por “politiquería, porque todo lo que hacemos lo quieren bloquear, por lo que no se dará ni un paso atrás”.


El Tren Maya de ninguna forma representa un proyecto que vendrá a detonar el progreso en México, después de que se está construyendo con recursos que deberían servir para aminorar la pobreza y la hambruna de amplios sectores de la patria, para crear mejores condiciones de salud y educación, además de seguridad, entre otros.

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