Cada dos años, y desde hace casi cuatro décadas, el Movimiento Antorchista organiza una gran competencia deportiva amateur (este año, del 1 al 9 de febrero, en Tecomatlán, Puebla, participarán más de 20 mil deportistas de todo el país) que lleva el nombre de Espartaqueada.Tal nombre lo toma de la conducta ejemplar de esfuerzo, rebeldía y lucha contra el abuso y la adversidad que hace más de veinte siglos mostró Espartaco, un esclavo que encabezó una rebelión formada por decenas de miles de esclavos contra el poderoso y aparentemente imbatible imperio romano, que se extendía y sometía pueblos sin piedad.
Espartaco era un hombre, descrito por Plutarco, "no sólo de gran talento y extraordinarias fuerzas, sino aun en el juicio y en la dulzura muy superior a su suerte", mientras que Carlos Marx, un hombre que mucho sabía de rebeldías y grandezas históricas, decía de él que había sido "el mejor hombre de la antigüedad" … "un gran capitán, de carácter noble, un real representante del proletariado antiguo.Creo que nadie podría negar que, en la lucha contra las esclavitudes modernas, el talento, la fuerza, la inteligencia, el carácter noble y la preocupación desinteresada por los marginados y humillados debieran ser las características de un pueblo progresista, que los mexicanos debiéramos adquirirlas y cultivarlas en el mayor grado posible, y el deporte nos puede ayudar mucho a conseguirlas.
En un país como México, donde la actividad deportiva está reducida casi absolutamente al espectáculo y a la promoción de individualidades que dejen dinero a sus promotores, y mantiene relegado el papel que pudiera tener el deporte, en dimensiones masivas y practicado en todas las etapas de la vida, como formador de disciplina, carácter decidido, salud mental y física, inteligencia y solidaridad, los antorchistas hemos procurado resistirnos a ese empobrecimiento acompañando nuestro trabajo de formación de una fuerza social organizada en busca de un país sin pobreza, en la que ya participan casi dos millones y medio de mexicanos, con un sistemático trabajo de promoción del deporte, junto con eso, hemos sumado a nuestras banderas de lucha social la construcción de espacios dignos y la fundación de centros educativos para deportistas, algunos de los cuales ya empiezan a dar sus frutos.
La necesaria y urgente transformación de la actividad deportiva en un elemento modificador de la conducta, la salud y la personalidad social de los mexicanos no admite ninguna duda.México, un país de los más grandes territorialmente y de los mas poblados del planeta, con uno de los valores de producción más altos del mundo y poblado por uno de los pueblos más trabajadores y heredero de una cultura milenaria que tenía entre sus componentes la actividad física, muestra muy malos resultados deportivos y secuelas lamentables en otros aspectos.En toda la historia de los Juegos Olímpicos (los primeros se realizaron en 1896), México ha obtenido 69 medallas (sólo 13 de oro), que lo colocan en el lugar 42.Para darse una idea del atraso, baste decir que Estados Unidos, el país que más medallas ha obtenido, lleva acumuladas 2,521, y que hay algunos países con menos población y recursos, que nos superan: Cuba ha obtenido 225, tres veces más que nuestro país; Kenia, 122, y Jamaica, un país con 3 millones de habitantes, ha obtenido 77 pero casi duplica el numero de medallas de oro que han obtenido nuestros atletas, muchos de los cuales han logrado esos laureles con sus propios recursos, venciendo la burocracia y las patadas bajo la mesa de los organismos mexicanos "promotores" del deporte y han tenido que empeñar el patrimonio familiar para poder trasladarse a los entrenamientos y competencias, haciendo gala de un pundonor que muchos los honra.
Pero nuestros magros resultados olímpicos son la resultante del abandono de la actividad física en México y de la excesiva concentración de riqueza en manos privadas.Corregir el problema implicaría una promoción y financiamiento febril del deporte en las escuelas, colonias y pueblos; en eventos deportivos multitudinarios y una intensa inversión gubernamental en canchas, gimnasios, pistas y albercas.Desafortunadamente, no son los únicos frutos podridos de una mala política deportiva que lleva décadas; hay otros que resultan terriblemente tétricos: tenemos el primer lugar mundial en obesidad infantil y el noveno en diabetes; muchos de nuestros niños en vez de andar en las canchas están armados o en medio de balaceras, con un saldo de más de tres menores de edad asesinados diariamente. Una verdadera tragedia, que no se resolverá con llamados presidenciales a la moral y pueriles consejos a las madres para que revisen las mochilas de sus hijos para evitar que porten armas y se porten bien.
La Cuarta Transformación ni siquiera se plantea esto como un problema delicado, y no hay duda que se agravará en los próximos años dada la política de convertir a los mexicanos en simples poseedores de una tarjeta con algunos pesos y desarticular cualquier actividad trascendental que se oponga a ese plan electoral.Veamos, durante el primer año de López Obrador en la Presidencia, la Conade no construyó un solo espacio deportivo en un país de 130 millones de habitantes y el gobierno federal redujo los escasos apoyos que para ese fin tenían los estados y municipios pues desapareció el ramo 23; la Conade cerró el año pasado sin dinero "ni para pagar la luz", dijo Ana Guevara, una atleta que hace años enorgulleció a los mexicanos por sus logros olímpicos, pero que ahora no puede justificar lo injustificable: la reducción presupuestal que ha dejado en los huesos toda la actividad estructural de promoción del deporte, que de por sí era raquítica.Ni siquiera se ponen a pensar los nuevos gobernantes que la posesión de dinero en efectivo a donde irá a parar es en elevar el consumo de alimentos con alto contenido calórico, como refrescos, galletas, amén de que ya se reportan incrementos en el consumo de alcohol, y los vendedores de estupefacientes están a la caza de un mercado revitalizado con las famosas becas; nada de eso hará de México un país de gente sana, deportista y solidaria.
Así que, una gran justa deportiva como la Espartaqueada, definidas por el gran árbitro olímpico mexicano Armando Archundia como "las competencias más importantes que hay en el país, incluso, por arriba de los eventos que organiza la CONADE", en la que miles de atletas están dispuestos a viajar a Tecomatlán, una pequeña población donde surgió el vigoroso movimiento social antorchista, un municipio que ahora es más que nunca ejemplo de progreso, valor y dignidad, recorriendo miles de kilómetros, algunos desde las fronteras, para probar sus habilidades y competir por el honor deportivo y medallas modestas que son recibidas como si fueran de metales preciosos, es una bocanada de aire fresco, un modelo a escala de lo que podría ocurrir si hubiera otra concepción del deporte y el gobierno lo ocupara el pueblo organizado, una muestra de que no es culpa de los jóvenes y de los niños el abandono de la actividad física en México; es un aliciente para seguir luchando por una patria justa, generosa con todos sus hijos que deberán formarse como hombres limpios, fuertes, solidarios y muy humanos; un país donde no permitamos que en vez de atletismo, voleibol, baloncesto, futbol, natación, beisbol o ciclismo, se convierta en deporte nacional "el arte de la genuflexión y el de doblar el espinazo", como ironizó Curzio Malaparte refiriéndose a quienes, perdido todo todo valor y dignidad, se postraban ante el "Duce" Mussolinni y alababan sus torpezas, abusos y desmesuras, indigna actitud ante el poder en turno que ya vemos incubarse en nuestro país.
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