Se inició el ciclo escolar 2021-2022 para todos los niveles educativos en el país y la discusión se ha centrado en la conveniencia de regresar o no regresar a las clases presenciales, debido a la vulnerabilidad de la población estudiantil al enfrentar el riesgo de un contagio masivo dado que no se ha alcanzado un porcentaje mínimo de inmunización entre la población mayor de 18 años y la falta de vacunas para los menores de edad. Sin embargo, los problemas crónicos de analfabetismo y rezago educativo, relegados de la política federal, son tan preocupantes como la conservación de la vida y salud de los estudiantes, pues muestran niveles críticos que amenazan ya el desarrollo social dadas las condiciones de pandemia.
Sí, el desarrollo social tiene entre sus pilares el nivel educativo que alcanza una determinada comunidad. No es sino a partir del avance educativo como se amplían los conocimientos, la ciencia y la tecnología, que aplicados a la estructura productiva de la sociedad se despliega su potencial productivo, permitiendo alcanzar mejores niveles de competitividad en los diferentes aspectos de la vida nacional e internacional. En esta perspectiva se puede citar el impacto que causa la educación en la capacidad que puede alcanzar un país en su Producto Interno Bruto, e incluso, en el incremento de PIB per cápita. No se trata de constreñir única y exclusivamente a una racionalidad económica las ventajas de una buena educación, indudablemente tiene otras de carácter social, político, cultural, espiritual, etc., pero en este enfoque podemos coincidir en que la relación directa entre educación y producción es sin duda un tema de interés nacional y por lo tanto debe atenderse como una prioridad para el desarrollo social y el crecimiento económico.
El nivel educativo en México es malo, según el Censo de Población y Vivienda 2020, el 12.2 por ciento tiene educación superior (7 millones), el 20.1 por ciento terminó la preparatoria o bachillerato (11.5 millones), 61.3 por ciento apenas tiene el nivel primaria (35.1 millones) y 6.3 por ciento no tiene ningún nivel de estudios (3.6 millones), los datos muestran el rezago educativo con el que enfrentamos un mundo de modernidad, de avances científicos y tecnológicos, sin duda esté nivel condiciona nuestra dependencia ante naciones más avanzadas. Somos un pueblo con una gran riqueza natural y suficiente fuerza de trabajo, pero se desaprovechan por la falta de capacitación y formación profesional.
La Encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación (Ecovid-Ed) del Inegi, señala los problemas que han profundizado la problemática educativa, por ejemplo, para el ciclo escolar 2020-2021 entre los diferentes rangos de edad en proceso educativo, los niños de 3 años son los más afectados en su educación por la covid-19 pues no se inscribieron a la escuela 13.1 por ciento (334 mil niños) debido a la enfermedad y sólo 1.6 por ciento no se inscribió (38 mil niños) por razones económica; entre los jóvenes de entre 19 a 24 años el 12.5 por ciento (1.4 millones) no se inscribió a la escuela por falta de recursos, 13.1 por ciento (1.5 millones) no se inscribió por razones de trabajo y 5.2 (587 mil) por causa de la covid-19; y, entre los jóvenes de 25 a 29 el 20 por ciento (1.8 millones) no se inscribieron a la escuela por razones de trabajo, 10.9 por ciento (973 mil) no se inscribieron por limitaciones económicas y 2.1 por ciento (184 mil) no se inscribieron por la covid-19. En general, tenemos que para el ciclo escolar 2020-2021 no se inscribieron a la escuela 9.7 por ciento (5.2 millones) de estudiantes de todas las edades, 4.3 por ciento (2.3 millones) no lo hicieron debido a la pandemia y 5.4 (2.9 millones) por razones económicas.
Hay más datos que pueden ayudar a diagnosticar la situación en la que se encuentra la educación en nuestro país, pero bastan los expuestos para señalar que no hay preocupación de las autoridades gubernamentales ni educativas, de las anteriores y de las actuales, para mejorar nuestros índices educativos. La comunidad estudiantil ya regreso a clases, presenciales, virtuales o mixtas, pero qué lineamientos estratégicos se van a seguir para recuperar el terreno perdido por la pandemia y para avanzar sobre las deficiencias educativas de siempre, ciertamente no se ha implementado ninguna. Tampoco vemos que se destinen los recursos necesarios para atender las necesidades de recursos humanos, materiales y de infraestructura para mejorar las condiciones educativas. No se fortalecen las instituciones de nivel superior y posgrados para promover el avance del conocimiento y la ciencia. Bueno, ¿en qué consiste la “Cuarta Transformación” que no vela por la superación educativa de los mexicanos? ¿Piensa mantener el mismo nivel por facilitar su control con dinero público a favor de intereses facciosos? Si hay preocupación sincera por el bienestar del pueblo la educación es imprescindible para lograrlo, educación de buena calidad y al más alto nivel.
La educación es un factor de crecimiento económico, de movilidad y satisfacción social al permitir una alta producción de bienes y servicios, con la posibilidad de acceder ellos a costos más bajos, al mismo tiempo que se mejoran las condiciones laborales y los ingresos para los trabajadores. Buenos indicadores en educación entre el pueblo mexicano puede conducirnos a un país más libre, justo y equitativo para todos, por ello es que las masas populares no deben callar ante la omisión de las autoridades para hacer efectivo este derecho, tampoco debe pensar que la tarea es solo de niños y jóvenes, la tarea es de todo un pueblo, pues de él depende el sostenimiento económico y el desarrollo del país, y sólo así podremos sobreponernos al yugo que nos condena al subdesarrollo y a la ignominia.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario