Casi dos meses han pasado del salvaje, cobarde y bestial asesinato de dos de nuestros hermanos de lucha, en el estado de Guerrero, y de su pequeño hijo que aún no cumplía los seis años. En la plenitud de su juventud, Conrado Hernández y Mercedes Martínez eran distinguidos líderes antorchistas e integrantes del Comité Estatal en el estado vecino.
A Conrado y Meche los asesinaron a golpes en el cráneo, y a su pequeño hijo, lo asfixiaron. Amable lector, es preciso decir, que cualquier individuo de nobles sentimientos, que se preste un momento para imaginarse este magnicidio, sabe que un crimen ejecutado de esta manera, solo lo pueden perpetrar bestias irracionales que no saben del respeto a la vida de humildes luchadores sociales, como lo fueron nuestros compañeros.
Desafortunadamente, vivimos en un país donde el discurso de quien dirige los destinos de nuestra patria, no corresponde con la realidad; pues un día sí y el otro también, han dejado claro que las consignas emanadas desde palacio nacional de “por el bien de México, primero los pobres” o de “abrazos, no balazos”, ha sido una terrible contracción de nuestra política mexicana, así, vemos como la corrupción campea en altos mandos del gobierno para beneficio de algunos cuantos, y, la impunidad no solo no se castiga sino que se premia dándoles puestos gubernamentales y canonjías a individuos que no han hecho nada en beneficio de las mayorías populares.
Por tal hecho, y siendo congruentes con nuestra unidad y fraternidad antorchista, desde el pasado 25 de mayo, realizamos en distintas ciudades del país, nuestra primera denuncia pública a través de cadenas humanas, exigiendo justicia para nuestros compañeros caídos por balas de bestias desalmadas.
Además, simultáneamente, una comisión de antorchistas de la Ciudad de México, del Estado de México y de los queridos compañeros del estado de Guerrero, asistieron a la mañanera que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, para exigir su intervención en la investigación a fondo por los órganos encargados de impartir justicia y se castigue a los culpables intelectuales y materiales del crimen.
Y aunque la respuesta evidentemente fue nula, los antorchistas del país no dejaremos en el olvido la muerte de nuestros compañeros, no dejaremos de luchar por el esclarecimiento del asesinato de Conrado y Meche, eso jamás ocurrirá.
Por ello, respetuosamente, hago un llamado fraterno, en primer lugar, a todos los antorchistas del país y en segundo, a todas las expresiones sociales de lucha de buen proceder, a reorganizar toda nuestra maquinaria social, para que, a una sola voz, exijamos justicia de los atropellos que se vienen cometiendo hoy en contra de nuestra organización, mañana, quizás hacía alguna de ellas.
Querido lector, el antorchismo nacional rindió homenaje el pasado 6 de junio a nuestros mártires -por primera vez, fuera de la cuna del antorchismo- en Chilpancingo, Guerrero porque más de seis mil antorchistas asistimos de diferentes estados del país para exigir que se castigue a los culpables de uno de los crímenes más desalmados que ha cobrado la vida de tres hermanos de lucha, quienes hasta el último de sus días, explicaron a los trabajadores y a sus familias, en la ciudad o en el campo, las causas profundas de la explotación y las injusticias de las que son víctimas, uniéndose para constituir una fuerza capaz de defenderlos, en lo inmediato, y a largo plazo capaz de transformar el sistema generador de miseria y desigualdad. Pues bien, el día de nuestros mártires antorchistas, fue un grito masivo de justicia, un grito de protesta nacional porque como dijo el poeta chileno Pablo Neruda: “Por esos muertos, nuestros muertos, pido castigo”.
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