Indudablemente en cada comedor de nuestro país, está presente el maíz en alguno de sus derivados para formar parte fundamental en la alimentación diaria.Esto se debe según algunos investigadores a que los mexicanos consumimos este grano desde hace algunos miles de años por lo que se ha convertido en parte sustancial de nuestra vida.Tal vez resultaría innecesario hablar sobre este tema del que ya se sabe mucho, a no ser porque aún y cuando el maíz para los mexicanos es un asunto de vida o muerte, cada año que pasa, se produce menos y se depende cada vez más de las importaciones.Según los datos públicos, el consumo de maíz en México ronda por los 43.4 millones de toneladas, para alcanzar este volumen en el 2019 se importaron alrededor de 16 millones de toneladas, y ahora en el 2020, en el que hay una proyección de producción de 26 millones, se tendrán que comprar al extranjero 18 millones de toneladas de maíz.Del 2010 a la fecha, México tiene una producción promedio de 23.3 millones de toneladas, suficientes para cubrir la alimentación de los mexicanos que en promedio consumen un poco más de 100 kilos de granos anualmente; sin embargo, no son suficientes para cubrir la exportación y el consumo ganadero e industrial.La solución lógica de este déficit nos dice que tanto los productores grandes y pequeños de maíz de la mano con las autoridades agropecuarias deberían a echar andar un plan que permitiera obtener una producción mayor de maíz.Y en ciertos años anteriores al presente, algo parecido se ha logrado, pero el aumento de la producción no crece al ritmo de las necesidades de consumo, razón por la cual se importan cada vez mayores cantidades de toneladas de maíz.Es muy posible que este 2020 sea el año en que se importe una cantidad de maíz superior a los años pasados, pues se prevé una disminución en la producción de 4.5%, en relación a la producción del 2019 que se ubicó en 27.6 millones de toneladas.La responsabilidad de planear la producción de maíz, recae en las dependencias agropecuarias del gobierno, estas se encargan de calcular los volúmenes de consumo y por tanto de incentivar mediante diversos programas a grandes y pequeños productores que se dedican al cultivo de este importante producto alimentario, en una superficie de 7.5 millones de hectáreas.
Con la llegada del gobierno de la 4T y con el discurso de trabajar en la autosuficiencia alimentaria a favor de los más pobres, los productores se sintieron contemplados en los proyectos del nuevo gobierno y confiaron en que se entraba a una época en la que se elevaría la capacidad productiva obteniendo mejores resultados en las cosechas con el consiguiente beneficio económico.Desafortunadamente esto no sucede, los incentivos para la producción han sido reducidos a un mínimo de programas con escaso presupuesto, acotados en su aplicación, sometidos a la determinación de personajes con intereses electorales y alejados de la ciencia productiva.Los males ya enquistados en gobiernos "neoliberales" se recrudecen en el gobierno de morena.
Un ejemplo.El año pasado, para limpiar de corrupción y de otros maleficios al programa fertilizante en Guerrero, que era manejado por el gobierno del estado y por los presidentes municipales, el presidente López Obrador concentró el programa para entregarlo directamente prometiendo cantidad, calidad y eficacia; sin embargo, el fertilizante se entregó a los campesinos tarde, en menor cantidad, en medio de protestas y saqueos, dejando fuera del beneficio a más de 50 mil productores, provocando como consecuencia una disminución en la producción.Y este año, el programa arranca con la novedad de que la Secretaría de Bienestar con su ejército de servidores, serán los responsables del programa, teniendo como base un padrón de 227 mil productores, que deja en la incertidumbre a 52 mil campesinos con nombre y apellido que el año pasado fueron beneficiados, pues se encuentran dentro de los 279 mil productores registrados en el 2019.La solicitud de inscripción y reinscripción al programa no será fácil, pues el confinamiento no permite aglomeraciones, pero da la oportunidad a los servidores de la nación la posibilidad de trabajar con 100 mil conciencias que representan miles de votos para el próximo proceso electoral.A estas dificultades, habrá agregar que Pemex, encargado de proveer el insumo, está importando el fertilizante a un tipo de cambio diferente al de noviembre del año pasado, circunstancia que dará como resultado una adquisición menor de toneladas.
Hay que aceptar que las políticas públicas para la producción de alimentos de los gobiernos anteriores a la 4T, no eran lo suficientemente acertadas para alcanzar la autosuficiencia alimentaria, que según la FAO, debe ser de una producción mínima del 75% de las necesidades alimentarias del país, urgía un verdadero plan que potencializará la producción agropecuaria, los funcionarios agropecuarios del actual gobierno dicen que están trabajando en él, pero no se ve donde se esté aplicando.Con la 4T los campesinos tienen mayores dificultades para producir, se les prometió apoyarlos en sus necesidades y como en tiempos pasados se les ha engañado, deben por tanto reflexionar sobre esta dificultad mayor, y concluir como en tiempos pasados también, que el camino que les queda es unirse con sus semejantes en desgracia, educarse y construir una gran fuerza política para instaurar un gobierno que use responsablemente los recursos del país para el interés de todos los trabajadores y de sus familias.
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