A un movimiento o partido se le nota la decadencia cuando los cargos importantes, los cargos dirigentes, son ocupados por las mismas personas, sin variación alguna y hasta con los mismos argumentos. Un movimiento está estancado cuando no ha producido elementos nuevos que estén dispuestos a cubrir de manera individual o colectiva una responsabilidad mayor.
No es que esté en contra de la reelección en cargos, por ejemplo, de guía de un partido, pero sí es de reflexionar los que se refieren a cargos de elección popular, es decir, cargos oficiales en los que la gente tiene la “oportunidad” de votar por uno u otro.
Y es que no se trata de “compartir el poder”, sino de un proceso de renovación que implique que personas con ideas nuevas puedan ocupar esos cargos.
Una reelección solamente se justifica, y eso de manera un tanto forzada, cuando el elemento es de toda la confianza del movimiento o partido y sus resultados han demostrado que hay la necesidad de que continúe para que pueda seguir el trabajo bien encaminado.
Pero cuando no hay resultados o peor, los resultados son negativos, no hay razón para que el elemento continúe en el cargo, y si es nuevamente seleccionado para serlo es porque el movimiento o partido está en decadencia, no ha producido nuevos elementos, envejeció a tal grado que no se renueva.
Esto es algo que le ha ocurrido de forma rápida en el partido oficial, pues a pesar de que va a ser la segunda administración federal y la tercera a nivel local, los resultados son negativos, pero además no ha tenido la capacidad de producción de liderazgos, por lo que tiende al reciclaje.
Un ejemplo claro es la presidencia de la República, cuya candidata no anima y tiene que salir el propio presidente de manera ilegal a hacer campaña por ella. Pero también a nivel local ocurre.
Hace unos días, la comisión encargada de la selección de candidatos de ese partido anunció a 42 aspirantes que cumplieron en tiempo y forma con la convocatoria de precandidaturas a alcaldías del Estado de México. Sin embargo, de esos 42, el 33% va por la reelección, mientras que al menos el 30% son gente desconocida para la población.
Dentro de esa lista aparece el nombre del actual alcalde de Ixtapaluca, Felipe Arvizu de la Luz, que ha sido cuestionado en distintos rubros de la administración municipal, por ejemplo el que no haya tenido una estrategia de seguridad, convirtiendo al municipio en uno de los diez más peligrosos del Edomex; que no haya hecho obra social, dejando incluso en el abandono total lo que ya existía, que su gobierno cerrara las puertas a las peticiones ciudadanas, que no hay solucionado temas vitales como el agua potable, pese a que fue su compromiso de campaña. Aun así pretende la reelección.
Y es que en Ixtapaluca el partido oficial está seriamente en decadencia. No hay opciones, ni gente nueva ni ideas frescas, todos han ocupado cargos con resultados pésimos, desde regidurías hasta direcciones.
Y ya para que se designe nuevamente a un hombre que hizo más rodadas que obras es porque algo anda muy mal en ese partido.
Pero no sólo en la alcaldía se pretende la reelección, también en la diputación federal ocurre lo mismo: Armando Corona Arvizu, sobrino del alcalde, va otra vez por el distrito 12 y promete que si gana va a ser más de lo mismo.
En la diputación local, pese a que no se ha anunciado al candidato, ahí ya hubo reelección pues la actual diputada lleva ya dos periodos seguidos.
Así las cosas con el partido oficial, que tiene todo el poder, todos los hilos fundamentales del gobierno pero que no ha logrado generar líderes emanados de su propio seno, reciclando gente ya reprobada por la realidad, por lo que de seguir así podemos augurar un ocaso no muy lejano.
Pero no podemos confiar en la autodestrucción de esos políticos dañinos. Se tienen que poner manos a la obra pues aún es mucha la capacidad de manipulación con la que cuentan, incluyendo el reparto indiscriminado de tarjetas que obnubilan al pueblo.
Sobre todo en lo local, debamos reflexionar y hacer reflexionar a la gente para que observe de manera objetiva los resultados del gobierno de quienes pretenden la reelección, y si son negativos, como en el caso de Ixtapaluca, llamar al voto de castigo para esos candidatos. Se merecen juicios más radicales, pero con eso basta por el momento.
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