Los 30 millones de mexicanos que votaron por Morena en 2018 lo hicieron persiguiendo una ansiada ilusión. La explicación de la problemática y el remedio eran sencillos y al alcance de la mano. El diagnóstico era breve y contundente: los problemas del país y la raíz de todos los males y carencias de cada ciudadano, decía López Obrador, todo era producto de los malos gobernantes corruptos de los partidos tradicionales: PRI y PAN. El remedio clarísimo: hay que quitar del poder a los corruptos, y poner en su lugar a gente honesta. Y, ¡oh! Ventura, aquí estaba el hombre encarnación de la honestidad valiente que gobernaría primero para los pobres. ¿Había una forma más sencilla para que todos los mexicanos llegáramos casi casi al paraíso?
Ese diagnóstico es erróneo, porque adolece de subjetivismo y considera a México como una ínsula autónoma. Hace depender de factores subjetivos (las motivaciones y propósitos de los gobernantes que solo buscan enriquecerse); es decir, de la corrupción, problemas que son 100 por ciento objetivos, como es el modelo económico impuesto a nuestro país por el gran capital internacional, principalmente el imperialismo norteamericano. El modelo económico neoliberal que, ciertamente promete elevar el nivel de bienestar de la población, por la vía de reducir los impuestos que deben pagar los grandes capitales, porque estos grandes capitales prometen emplear esas fabulosas ganancias para crear empleos y pagar muy buenos salarios y otorgar atractivas prestaciones a la fuerza laboral. El problema es que 40 años de vigencia de ese modelo neoliberal ya han demostrado que esas promesas del gran capital nunca las cumplieron, ni las cumplirán.
La otra parte del error de diagnóstico es considerar lo que sucede en el país como resultado de las solas fuerzas de los mexicanos, desconociendo el carácter subdesarrollado y dependiente de nuestra economía, es decir, que nuestro atraso en múltiples áreas es resultado de que estamos profundamente penetrados por los capitales internacionales que nos atenazan, y nos impiden avanzar. Los grandes males que padecemos los mexicanos no tienen como causa la corrupción ni podemos considerarnos un país libre e independiente. La causa real es el modelo neoliberal, la desigualdad social: estructurada fina y pacientemente diseñada durante décadas para darle un impulso veloz, insaciable y sin máscara al crecimiento inexorable, desde sig de la riqueza en unas cuantas manos y garantizar su complemento vital, cruel, del empobrecimiento material y espiritual de las masas populares, desde las grandes urbes, hasta los rincones más apartados del planeta. La corrupción hay que combatirla, pero sólo es la fiebre y ansiedad, efectos de la virosis de la desigualdad.
La cruda realidad de dos años de gobierno de López Obrador ha desvanecido la ilusión para la gran mayoría, así lo prueban los resultados de las encuestas realizadas por Arias Consultores. Esos gobernadores que, por "honestos&rdquo, tenían la varita mágica para resolver los problemas, han resultado ineptos, impredecibles, y de muy dudosa conducta. El peor de todos es Barbosa, como bien lo sabemos los poblanos.
Los gobernadores de Morena tienen los últimos lugares porque no han hecho nada de lo que prometieron. Lejos de mejorar los niveles de bienestar de la población, los servicios médicos y educativos, las oportunidades de progresar y acabar con la inseguridad que nos agobiaba en el 2018 cuando llegaron al poder, todo lo han empeorado. Y así está el manejo de la pandemia y de la crisis económica agravada por el coronavirus, para demostrar su incapacidad para resolver los problemas. También están todos los escándalos de corrupción y de tráfico de influencias (todos los contratos otorgados a sus familiares e incondicionales, sin las correspondientes licitaciones que marca la ley) para evidenciar que el combate a la corrupción no ha pasado de ser una farsa.
Por eso si votaste por Morena debes arrepentirte, debes dejarte de ilusiones, ya no esperar a que venga un Mesías a resolver los problemas que padeces. Ahí está lo que ha hecho este último. Definitivamente hay que corregir el rumbo, entender que lo que no hagamos los trabajadores por nosotros mismos, nadie más lo va a hacer. Los grandes problemas de las grandes masas de mexicanos que vivimos del fruto diario de nuestro trabajo, requieren luchar todos unidos por cambiar el modelo económico neoliberal, requiere que el pueblo se una, se organice y se ponga de pie a reclamar que la sociedad funcione tomando en cuenta que necesitamos empleos, necesitamos salarios bien remunerados, que hace falta reorientar el gasto público para dar obras y servicios que permitan a grandes masas salir del atraso y la marginación en que han estado desde siempre.
Nosotros te invitamos a unirte a Antorcha para dar soluciones verdaderas a nuestros problemas. En lo inmediato debemos quitar a Morena el control de la Cámara de Diputados, y eso lo lograremos no votando por sus candidatos. Ni un voto para Morena.
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