El pasado 24 de mayo fue el segundo día más violento en lo que va del sexenio, con un total de 118 personas asesinadas, de las cuales 19 casos ocurrieron en el estado de Guanajuato. Además de ser el día con más víctimas de homicidio doloso del presente año, este día es el cuarto más violento del mes, con más de 100 casos de asesinato. De acuerdo con el informe del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), hasta ese día, en el país fueron asesinadas mil 980 personas, el promedio diario es de 82.5 casos, el más alto en lo que va del año.
En su discurso en el zócalo de la ciudad de México, el día de su toma de posesión, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo 100 compromisos, entre ellos, que garantizaría la paz y la tranquilidad de los mexicanos y que, a través de la Guardia Nacional (GN), cuidaría la seguridad pública del país.
También señaló que acabaría la guerra entre grupos delincuenciales y se investigaría a fondo la desaparición de personas; que lograría el renacimiento de México, haciendo realidad el progreso con justicia y una manera de vivir sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza, a la patria y a la humanidad.
Y desde el inicio de su administración, especialistas en seguridad reprobaron el plan de Andrés Manuel López Obrador, al considerar que sería la prolongación de la militarización del combate al crimen organizado y al carecer de una estrategia para fortalecer a las policías locales y al sistema de impartición de justicia. Y advirtieron que dicho plan, se enfocaba en lo fundamental en el gobierno federal y no había planteamientos para el desarrollo en los estados, abandonando a los policías municipales y estatales, ya que no se veía ni alternativas ni propuestas para protegerlos.
No es una casualidad que el 59 por ciento de los mexicanos consideramos que el presidente tiene una estrategia de seguridad pública mala o muy mala. No hay duda, la estrategia de abrazos no balazos es una política fracasada. Si hubiera una verdadera preocupación por el incremento de la violencia en el país, por parte de AMLO, tendría que hacer un alto en el camino y realizar una reflexión profunda de los lamentables sucesos que lastiman a la sociedad y nos tiene atemorizados a todos.
Pero contrario a ello, AMLO aseguró, hace unos días, que su estrategia sí está funcionando y se atrevió a asegurar que, la disminución de homicidios dolosos ha sido el resultado de que ya no se busca eliminar a los criminales y a que se dan más apoyos en la población de las zonas rurales.
“No vamos a cambiar la estrategia, al contrario, quienes deben reconocer que se equivocaron y que los errores en política son como crímenes, en el mejor de los casos, son nuestros adversarios”, expresó.
La realidad nos muestra un estado fallido, mientras la impunidad se incrementa en proporción a la violencia. El gobierno ha perdido el control en extensas zonas del territorio nacional y cada vez se deteriora más el estado de derecho. Las cifras marcan claramente como la delincuencia y la violencia aumentan en estos cuatro años de gobierno y la incapacidad de los funcionarios encargados de la seguridad es evidente y preocupante.
Y no debemos perder de vista que el próximo 5 de junio serán renovadas las gubernaturas en seis estados del país y a quienes les toca acudir a las urnas para elegir a sus nuevos gobernantes, necesitan estudiar a los candidatos para decidir su voto y no votar con el estómago.
Estos procesos electorales son una excelente oportunidad para empezar el cambio de rumbo que la nación necesita. El tiempo nos empieza a dar la razón, la única manera de combatir a la pobreza de manera efectiva y acabar con todas sus secuelas, incluida la violencia, se hará cuando se cambie de modelo económico y hoy se puede comprobar que la repartición de limosna social no resuelve el problema de fondo y solo ha contribuido a que sea mayor el número de pobres. Sí queremos a un país en paz, con crecimiento económico, que cree riqueza social en beneficio de todos, esta será una tarea que tendrá que cumplir un verdadero gobierno emanado del pueblo trabajado.
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