"Si me dijeran: 'pide un deseo', preferiría un rabo de nube…" comenzaba a entonar con melodiosa voz la maestra Maví de Jesús Rivero Blanco, directora del coro infantil de Cuba, quien instruyó a los docentes de música, antorchistas, sobre la técnica de dirigir un coro infantil durante tres días en un curso magistral organizado por el Instituto Macuil Xóchitl, la Escuela Nacional de Artes de Antorcha y la Comisión Nacional de Música, dirigida por la maestra Catalina Flores Ortiz:
"Se necesitan muchos años de estudio para ser un buen director coral, además de hacer varias cosas al mismo tiempo, como tocar, dirigir, cantar e ir 'jalando' a los que de pronto se pierden, pero aquí vengo a enseñarles lo básico para que lo implementen con sus coros".
Maví es hija de Fidel, de la revolución, es hija del pueblo cubano que, ante tantos embates, sigue cantando y compartiendo su conocimiento con el mundo.
Pero nos enseñó algo más; en cada una de sus pláticas, en sus referencias a la isla, su forma de andar y su pedagogía, mostraba toda la fortaleza, la educación, la cultura y el inconmensurable orgullo y conocimiento del pueblo cubano.
Modesta a pesar de sus títulos y currículo, la maestra Maví recorrió distintas instituciones, pero fue en Antorcha donde su voz, su enseñanza, su conocimiento y su amor por la música hicieron y seguirán haciendo eco en lo profundo de nuestro pueblo.
"¿Cómo está la situación política 'allá'?" preguntó con poco tino uno de los asistentes al taller. A lo que, con sumo intelecto, la maestra respondió: "¿Y cómo va a estar? Los problemas de Cuba son otros, no la situación política. Nosotros estamos bien, pero los problemas por la escasez de alimentos y otras cosas son distintos; se deben a otras razones…".
Dirigía con templanza, sin hacer movimientos abruptos, nada que distrajera a los coralistas (más que su belleza). No permitía que un solo pasaje fuera endeble en sus cuerdas; sus manos marcaban seguridad y explicaba con la misma paciencia con la que un escultor moldea el mármol para ver materializada su obra.
¿Su repertorio? Piezas del pueblo cubano. Se escuchaban aquí las canciones de don Silvio Rodríguez y, por allá, "Guantanamera", no sin antes explicar el símil entre el campesinado mexicano y la historia de Guantánamo.
Es disciplinada hasta la médula; nunca llegó un minuto tarde y exigía respeto en todo momento. Hablaba con orgullo de su tierra y explicaba cómo en Cuba existían en cada provincia casas de cultura apoyadas en todo momento por el Estado, y cómo la educación musical era fundamental para una formación integral y de calidad en todos los niveles académicos.
Maví es hija de Fidel, de la revolución, es hija del pueblo cubano que, ante tantos embates, sigue cantando y compartiendo su conocimiento con el mundo.
Pero aquí, entre los antorchistas, entre los que compartimos los mismos ideales que la maestra, queremos expresarle nuestro infinito cariño y reconocimiento. Sobre todo, queremos decirle que la semilla del conocimiento que nos dejó dará frutos muy pronto en cada uno de los estados a los que había enviado a su responsable cultural, y ahí, entre la niñez de los más humildes del país, la voz entonada de la maestra Maví y del pueblo cubano también se entonará. Entre los que pedimos, al igual que ella, "un barredor de tristeza, un aguacero en venganza que, cuando escampe, parezca nuestra esperanza". ¡Infinitas gracias, maestra!
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