La juventud hace referencia al periodo de la vida humana que precede a la madurez; se le asocia con energía, vigorosidad, sueños, metas, anhelos, etcétera; es sin duda la etapa en la que se sientan las bases para la vida futura.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) considera “población joven” a la que se encuentra entre 12 y 29 años; la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera jóvenes a los que tienen entre 15 y 24 años. El Inegi contabilizó en el Censo de Población y Vivienda 2020 a 37.8 millones de jóvenes, el equivale al 30 % de la población total.
Es una población importante cuantitativa y cualitativamente. En unos años serán las manos y mentes que moverán el aparato productivo, político y social del país. ¿El Estado está preparando a la juventud para que dirijan los destinos del país de manera exitosa?
Para dar respuesta a la pregunta se requiere contrastar lo que deberían con lo que están haciendo los jóvenes. Si tomamos en cuenta el rango de edad de 12 a 29 años, deberían estar cursando la secundaria, la preparatoria, la universidad o trabajando, y como complemento a su educación formal, deberían estar practicando alguna disciplina deportiva o alguna de las bellas artes, es decir, deberían estar preparándose integralmente para enfrentar con éxito todos los desafíos de la vida adulta ¿Qué están haciendo los jóvenes mexicanos en realidad?
El índice de cobertura educativa indica que en el ciclo escolar 2022-2023 el 5.3 % de los jóvenes en edad de asistir a la secundaria no lo hacía (Expansión, 2023); alrededor de 900 mil en edad de cursar el bachillerato está fuera de las aulas (La Jornada, 2023); en el nivel universitario hay mayor acceso en comparación con las generaciones anteriores; sin embargo, en 2022 sólo 18 % de los jóvenes concluyó una licenciatura.
Los datos indican que el Estado tiene un reto mayúsculo para lograr que al menos todos concluyan su nivel bachillerato y que como mínimo 36 % de los jóvenes logre terminar una licenciatura que es el promedio de los países de la OCDE.
Ahora, si analizamos la calidad de la formación que recibe la juventud mexicana, los problemas se multiplican: sólo el 16 % de los estudiantes de secundaria tienen un buen conocimiento en matemáticas (IMCO, 2023). La prueba PISA 2018 indicó que solo el 55 % de los estudiantes de quince años pudieron identificar la idea principal de un texto de longitud moderada, y solamente el 1% demostró ser capaz de comprender textos largos (OCDE, 2019). Estos indicadores muestran que nuestro sistema educativo no provee a la juventud mexicana de los conocimientos básicos en las materias fundamentales como matemáticas y español.
¿Y los jóvenes que trabajan?, ¿cuál es su situación? A pesar de la mayor preparación con respecto a las generaciones pasadas no se refleja en mejores oportunidades para obtener un buen empleo: la tasa de desocupación de este grupo poblacional es mayor (6.4 %) al de la tasa nacional de desempleo (3.5 %) y peor aún, no significa un mejor salario.
El Estado tiene un reto mayúsculo para lograr que al menos todos concluyan su nivel bachillerato y que como mínimo 36 % de los jóvenes logre terminar una licenciatura.
El 49 % de los más de 9 millones de jóvenes económicamente activos (que trabajan o buscan empleo) trabaja entre 35 y 48 horas a la semana y el 44 % de ellos tiene un salario máximo de 5 mil 200 pesos mensuales (IMCO).
Su situación empeora si vemos la tasa de informalidad en los jóvenes, que es del 67 % mientras que a nivel nacional es de 55 % (ENOE, 2023), es decir, el primer empleo se da en la informalidad causando graves consecuencias en su vida laboral futura. Los bajos ingresos impiden que adquieran bienes de alto valor como vivienda, carros, terrenos, etcétera, es decir, para los jóvenes es casi un sueño inalcanzable hacerse de un patrimonio.
¿Y qué con la práctica de alguna disciplina cultural o deportiva? La práctica de alguna disciplina deportiva debería ser parte de las actividades diarias de la juventud; sin embargo sólo el 64 % de los hombres y el 35 % de las mujeres de 18 a 24 años son activos físicamente (Inegi, 2021).
En la cuestión cultural, el porcentaje de jóvenes que incluyen una actividad cultural en sus actividades diarias es bajo. Por otro lado, se conectan a internet alrededor de seis horas diarias. Que no sorprenda por qué participan menos en las cuestiones sociales y políticas: en las elecciones de 2021 sólo votó el 46 % de los jóvenes; porcentaje menor a la participación nacional.
El panorama para la juventud mexicana es sombrío, su situación es crítica, su desarrollo actual y futuro está en riesgo de agudizarse. Y el Estado ¿qué hace? Prácticamente nada, sólo se ha dedicado a implementar becas como si fueran la panacea.
No hay ninguna política que combata seriamente los problemas educativos que afectan a la juventud como las bajas habilidades en matemáticas y español, la falta de práctica de actividades deportivas y culturales.
Un gobierno progresista como se hace llamar la 4T debería estar interesado en crear a una juventud vigorosa, sana, bien educada y participativa en la lucha social, ya que de eso depende en gran parte el futuro del proyecto político. Sin embargo, vemos que a la 4T se ha olvidado de los jóvenes.
Antorcha llama a los jóvenes del país a unirse a la única organización realmente progresista que se preocupa y ocupa en la juventud. Los invitamos a construir un México más educado, más sano y culto. Hagamos que los eventos deportivos y culturales como los que organiza el Movimiento Antorchista se conviertan en parte de las políticas públicas impulsadas por un gobierno progresista. El camino está trazado: ¡únete a Antorcha, juventud mexicana!
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