MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Tragedia en Ciudad Juárez Chihuahua; los obreros peligran

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En nuestro país, todo lo que se produce, es decir, todo de todo, desde la punta de un alfiler hasta la coraza de un satélite, un submarino o incluso una ciudad entera, se realiza bajo el mando único del modelo de producción capitalista o neoliberal, o sea, el modo más efectivo para producir riqueza de cuantos haya conocido la humanidad entera hasta ahora. Tanto así, que, podemos decir que hoy nada se hace ni sucede nada en gran parte del mundo sin que el capitalismo este presente, siempre, para reclamar a toda costa sus particulares intereses, así tenga que consumir para ello hasta la última gota de sangre de los trabajadores.

Y es que la realidad es implacable: sin cambiar el modelo de producción, no habrá intento alguno que mejore en verdad la situación de los trabajadores y sus familias. Carlos Marx lo dijo así desde el siglo XIX al dar a conocer su genial descubrimiento: “La historia de todas las sociedades hasta nuestros días, es la historia de la lucha de clases”. Burguesía y proletariado eran las clases enfrentadas en el siglo de Marx; y hoy son las mismas: capitalistas y obreros. No hay más.

 Los trabajadores de hoy, aunque no lo sepan ni lo sientan, sufren el maltrato de manera tal que peligra incluso su especie misma a manos de los potentados

En los umbrales de nuestro siglo XXI, esta lucha es más evidente que nunca, y más sangrienta también. Los trabajadores de hoy, aunque no lo sepan ni lo sientan, sufren el maltrato de manera tal que peligra incluso su especie misma a manos de los potentados, y todo esto ante la pasividad del Estado. A continuación, va un ejemplo.

En la impresionante urbe industrial llamada Ciudad Juárez, en Chihuahua, el miércoles 4 de abril pasado, minutos antes de la media noche, unas adolescentes se preparaban para despedir a su madre obrera, una mujer sola que debía partir a cumplir con su jornada laboral nocturna en la Maquila donde laboraba. Pero en ese momento, una desgracia lo cambió todo. Una terrible explosión por acumulación de gas entre los muros de su vivienda, ubicada en la colonia Simona Barba, por el rumbo de la conocida avenida Talamás Camandari, redujo a escombros todo su patrimonio familiar con ellas dentro. Hasta el día de hoy, sus hijas y ella, que entregó casi toda su vida a las maquilas, están desamparadas, sin vivienda y sin nada, luchando en terapia intensiva para conservar la vida.

Y aclaro que lo que digo y diré es verdad. Lazos de sangre me unen con las víctimas y como tal, fui testigo de los fatales resultados de la terrible hecatombe. ¡Pobres de los pobres cuando la tragedia hace lo suyo contra ellos!

Al margen de los resultados de los peritos que aún no son oficialmente públicos, dado que con intención o sin eso siempre tardan, las fotos que se conservan del siniestro son sumamente elocuentes: la causa no fue un error humano o imprudencia de las víctimas. No explotó el tanque de gas que se conserva intacto; el gas no se acumuló dentro de la vivienda, pues, como lo podrá corroborar el personal médico que se encargó, las víctimas no sufrieron síntomas de intoxicación. Entonces, sólo cabe pensar en una posibilidad, que tocará a las autoridades correspondientes verificar: que el gas escapó de los ductos internos en los muros y se acumuló ahí, entre ellos, a manera de una poderosa bomba de tiempo en espera de un detonador fortuito; es decir, que la causa puede ser un error en la construcción de la vivienda, y los culpables, por tanto, la empresa que la construyó.  

Pero como no soy perito en el caso, y no soy más que un humilde ciudadano en búsqueda de justicia para las víctimas, por hoy dejemos que las autoridades hagan lo suyo.

Sin embargo, debemos mantener la alerta. Recordemos que sólo el pueblo puede salvar al pueblo mismo. Si la causa que yo me atrevo a imaginar aquí cobra alguna realidad; conforme a lo endeble que me parece la estructura generalizada de casi toda la vivienda de interés social, que veo por toda la ciudad, es claro que el peligro sigue latente y está ahí, sí, ahí, en los muros de cada vivienda, esperando sólo el momento para explotar. Evitemos otra tragedia. Exijamos calidad en la construcción, y revisión constante en las viviendas. Hoy fue una humilde madre con sus hijas, mañana puede ser cualquiera.  

Hasta aquí dejo la trágica suerte que están sufriendo los y las trabajadoras de Ciudad Juárez para ganarse la existencia diaria. Ahora veamos brevemente la otra cara de la moneda; la suerte de los empresarios.

Los datos que citaré a continuación los tomé de una nota del Diario de Juárez, del día 6 de abril pasado. El medio tituló así su trabajo: “Autorizan en 2 años y medio 21 nuevos fraccionamientos” y agregó: “Aprobó el ayuntamiento también, en menos de un año y medio, la construcción de empresas maquiladoras que se expandieron o abrieron operaciones aquí”. Claudia Morales Medina, directora general de Desarrollo Urbano, dijo que en los últimos años se ha registrado un crecimiento habitacional al suroriente de la ciudad, al sur del boulevard Manuel Talamás Camandari [zona del siniestro ya señalado], por lo que el ayuntamiento tuvo que volver a permitir desarrollos de vivienda en aquel sector.

Dijo más: “Esto viene a fortalecer un poquito la cuestión industrial, […] y que pudiera tener ese acercamiento de vivienda para los operadores que vayan a contratar”. Y sigue: “De hecho en los últimos años se han autorizado en el suroriente de la ciudad 57 nuevos permisos para la construcción de plantas y 48 ampliaciones. En total [en toda la ciudad] en ese periodo se otorgaron 92 permisos para edificar plantas maquiladoras y 99 ampliaciones, y prácticamente el 50 por ciento fue para construcciones en el suroriente”. Para finalizar el medio dice que la funcionaria indicó que el plan es consolidar la zona con vivienda, comercio e industria.

Y aquí (esto ya lo digo yo), vemos como se cumple la teoría de la lucha de clases ya dejada por Marx como lección para la humanidad: para la clase empresarial, por el rumbo de la Talamás Camandari, todo el beneficio del comercio e industria; para la clase trabajadora, toda la desgracia de la vivienda de mala calidad.

Y como nadie, como no sea un gobierno humano, justo y equitativo, puede meter orden en esta inequitativa suerte de la humanidad, desde este modesto espacio, solicitamos de manera muy atenta la intervención de la Gobernadora de Chihuahua, la licenciada María Eugenia Campos Galván, para que se procure atención y justicia para las familias víctimas de la tragedia inmerecida, que ya ha quedado registrada aquí. Nadie debería de sufrir hoy la mala suerte del desamparo, cuando resulta paradójica la intención de miles de políticos que andan por las calles ofreciendo amparo a cambio votos. Ojalá seamos escuchados.

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