La pobreza ha sido vista, en ocasiones, como un fenómeno no deseado, como un mal de la sociedad, un hecho desafortunado que le sucede a un sector social desfavorecido; sin embargo, en común se entiende que es una situación que pone en desventaja y vulnerabilidad a las personas o grupos categorizados como “pobres”, y generalmente se refiere a la ausencia y escasez de lo necesario para vivir. En México hay una tendencia a incrementar el número de personas en pobreza y pobreza extrema. Los datos dicen que los programas sociales del Gobierno de la Cuarta Transformación (4T), son opacos y poco eficientes en lograr las metas para lo que fueron destinados.
Este fenómeno social es de gran relevancia en nuestro país debido a que millones de personas no tienen una buena vida por la gran cantidad de carencias que padecen, me refiero a la falta de servicios básicos, de salud, de educación, de acceso a un empleo bien remunerado y a una alimentación digna. La escasez de oportunidades laborales, la deserción escolar, el incremento a la inseguridad y la migración, son el reflejo de la situación de pobreza que enfrenta México. Probablemente para muchos se trate de un concepto anodino, pero para otros quizá deleznable, o simplemente trivial, según la perspectiva o posición social de cada individuo.
Pero más allá del punto de vista que cada quien tenga, al tratarse de un indicador de la desigualdad social y la marginación, así como de la búsqueda de medidas de solución o mitigación, el tema cobra mayor importancia, más aún por tratarse de las condiciones sociales de las familias, cuando éstas se ven en la dificultad de satisfacer sus necesidades básicas, esto, a lo que se refiere a una pobreza de tipo económico; pero también hay pobreza ideológica, cultural e intelectual como consecuencia de la pobreza básica en la que se encuentra la población injustamente desprotegida.
En una sociedad tan compleja como la nuestra, que está compuesta por distintas formas de pensamiento, habrá concepciones muy controversiales y hasta opuestas, de modo que cada quien responderá de acuerdo a su entendimiento e intereses propios. Esa es la posición de periodistas, historiadores, científicos, empresarios, políticos y gobernantes; todos ellos hallarán una explicación a este fenómeno social, según su ideología o cosmovisión de donde se parta.
Los mexicanos pobres somos una parte de la sociedad que por años ha estado sometida, enajenada y engañada por la clase dominante de cada época. Desde la conquista, la independencia, la revolución y hasta nuestros días, los pobres, los campesinos, los trabajadores de esa sociedad han estado sometidos al más brutal de los controles ideológicos, a través de los medios de su época, la iglesia, el periódico, hoy el cine, la televisión, las revistas, el internet, las redes sociales, etcétera.
Los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) recién difundidos dan cuenta de otro sexenio más que fracasará en la lucha contra la pobreza. Por otra parte, tanto para los gobiernos de ayer como para también los de hoy, es más importante que estemos ignorantes, que creamos fielmente y a ojos cerrados la palabra de los gobernantes, que no nos atrevamos a criticar en lo absoluto ninguna de las acciones y políticas que ellos implementen.
Sin embargo, una de las cuestiones de alta gravedad que abona a la delicada situación que vive nuestro país, es la falta de credibilidad del Gobierno. En la actualidad, existe un número importante de ciudadanos que ya están cansados y decepcionados y por ende desconfían de las malas políticas y falta de seriedad de la 4T. La mentira oficial como “por el bien de todos, primero los pobres”, ha sido, desde hace cinco años, un recurso para eludir presiones y para burlar los deseos del pueblo, no solamente en la toma de decisiones más importantes que le atañen, sino también en su exigencia en el cumplimiento de sus derechos constitucionales cuyo cumplimiento recae obligatoriamente en el Estado y, dado que esto no ocurre en la realidad, la falta de credibilidad es cada vez mayor.
Como lo dejan ver los datos, la pobreza aumentó en 3.8 millones de personas de 2018 a 2020 y en ese mismo lapso 2.1 millones de mexicanos pasaron de la pobreza a la pobreza extrema, a pesar de los programas sociales. La cantidad de mexicanos pobres pasó de 51.9 millones a 55.7 millones entre 2018 y 2020. La población en situación de pobreza extrema fue la más afectada, al pasar de siete por ciento (8.7 millones de personas) en 2018 a 8.5 por ciento (10.8 millones de personas) en 2020.
Ante esta situación, el panorama es inmejorable, porque la retrógrada política social de la 4T está acabando con el sueño de millones de mexicanos: combatir el flagelo de la pobreza; cinco años de gobierno morenista son suficientes para demostrar que las cosas no van a cambiar y que la palabra empeñada se está diluyendo como el agua; el antorchismo convoca a todos los mexicanos pobres que nos quieran escuchar, a organizarse y luchar, a unir fuerzas con sus iguales para la defensa de su vida y sus intereses y poder cambiar este estado de cosas, por un sistema de gobierno alternativo, democrático e integral, que pueda representar a las mayorías con justicia y humanismo, pues solamente la unidad indestructible del pueblo será el escudo y la defensa eficaz contra los abusos, las exigencias desmedidas y la presión política de la que es objeto. Antorcha te invita a construirlo.
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