El aumento notable en el fenómeno de la migración mexicana hacia Estados Unidos en los últimos tiempos ha captado la atención de varios observadores políticos. Esto resulta particularmente alarmante dado que el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, prometió en sus propuestas de campaña en el ya lejano 2018 que su gobierno se encargaría de detener dicha migración. Según el Plan Nacional de Desarrollo, para 2024 debería haber terminado la migración (Jorge Ricardo, Reforma, 3 de febrero). No obstante, cinco años después de su gobierno, la promesa sigue sin cumplirse.
Incluso el presidente ha adoptado una postura contradictoria frente al problema migratorio. Mientras que en 2018 expresaba su determinación por frenar la migración, recientemente ha celebrado las remesas como una fuente de riqueza para México, es decir, lejos de cumplir con su propuesta y ofrecerle una mejor vida a los mexicanos en su país, sardónicamente oculta su incapacidad de atender el flagelo que consume a millones de familias. Durante este sexenio, se estima que 3 millones de mexicanos han sido detenidos por el gobierno de Estados Unidos. Además, tan solo en 2023, se registró un récord de 823 mil migrantes detenidos o deportados. Este incremento en la cifra de migrantes detenidos refleja la falta de acción efectiva por parte del gobierno mexicano.
“…lejos de cumplir con su propuesta y ofrecerle una mejor vida a los mexicanos en su país, sardónicamente oculta su incapacidad de atender el flagelo que consume a millones de familias.”
Es importante señalar que la pobreza y la violencia son factores subyacentes en esta crisis migratoria, problemas que el gobierno actual ha fracasado en abordar. La falta de oportunidades económicas ha creado un ambiente propicio para la migración. De modo que no se puede concluir que la migración es simplemente un acto voluntario. Se trata más bien de una decisión mediada por los factores antedichos, es decir, es la única salida que millones de mexicanos sin oportunidades toman en búsqueda de un futuro más prometedor.
Si bien el fenómeno migratorio no es exclusivo de México ni reciente, es un problema global que afecta especialmente a los países del Sur Global, desde América Latina y África hasta ciertas regiones de Oriente Medio y Europa del Este, particularmente en los territorios que se hayan directamente afectados por los conflictos ucraniano y gazatí. Además, si sí se pretende encontrar las causas más profundas del problema migratorio a escala global no cabe duda que el imperialismo, como sistema económico hegemónico, es el culpable de esta situación.
Sin embargo, los gobiernos nacionales tienen la responsabilidad de implementar políticas públicas y económicas para resarcir el apabullante aumento en el número de migrantes. No obstante, hasta la fecha, los políticos mexicanos, tanto de derecha como de izquierda, han hecho promesas que han incumplido. La riqueza generada por los migrantes no es mérito del gobierno de la “Cuarta Transformación” ni del presidente, en particular, sino al arduo esfuerzo y casi siempre doloroso de los millones de mexicanos que no han encontrado oportunidades en su propio país.
En este contexto de elecciones tanto en México como en Estados Unidos, las promesas de los candidatos respecto al tema migratorio serán abundantes. Sin embargo, es crucial reconocer que estos problemas estructurales no pueden resolverse en gobiernos sexenales. Para reducir significativamente las cifras de migrantes y deportaciones, se requiere una transformación radical del sistema económico neoliberal, lo cual solo puede lograrse mediante un esfuerzo colectivo consciente y organizado.
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